Vienen debido al agravamiento de la situación en su país y gracias a las facilidades que ofrece la Argentina para tramitar una residencia legal a los extranjeros.
Cuando volvió a Venezuela, después de tres años de estudiar en Irlanda, a Gustavo Ramírez le sorprendió encontrar a todo el mundo más flaco. Casi toda la gente que conocía había bajado unos 15 kilos, como consecuencia de la crisis que se vive en su país. No lo pensó mucho. No era un lugar para quedarse. Él y su novia, Pilar Villamizar, cruzaron la frontera a pie hacia Colombia, desde San Cristóbal, y desde allí tomaron un vuelo hacia la Argentina, donde viven desde hace seis meses. Ya tienen documentos argentinos y son parte de los miles de venezolanos que viven aquí. Según datos de la Dirección Nacional de Migraciones, la llegada de venezolanos se triplicó en los últimos 18 meses, y de acuerdo a un informe del Instituto de Políticas Migratorias y Asilo de la Universidad Tres de Febrero (Untref), la mayoría llegó por el agravamiento de la situación en su país y gracias a las facilidades que ofrece la Argentina para tramitar una residencia legal.
“Hasta junio último había más de 40.000 venezolanos viviendo legalmente en la Argentina. Y para darse una idea del crecimiento de esta migración, el 10% llegó en los últimos tres meses. El agravamiento de la situación de su país, la falta de trabajo y la reunificación familiar son las principales razones”, afirma Roberto Aruj, coordinador del Instituto de Políticas Migratorias de la Untref. Los datos de Migraciones de 2014 indicaban que durante el año, unos 5700 venezolanos habían llegado al país. Para 2017 se estima que serán más de 15.000.
“La Argentina concentra la mayor migración venezolana entre los países que no tienen frontera o están muy próximos a Venezuela, como Colombia y Brasil, y Panamá, que son los que más venezolanos han recibido en los últimos años”, dice Aruj.
La mayoría de los venezolanos que llegan al país son jóvenes profesionales, en sus 30 años, de clase media y que arriban con algunos ahorros y recursos como para empezar una nueva vida. Según el estudio, dos de cada tres venezolanos que llegan al país tienen estudios universitarios o de posgrado. Casi siempre comienzan trabajando en el sector de servicios, en puestos que no tienen relación con su capacitación profesional, pero una vez que logran su documentación y pueden revalidar sus títulos, sin gran dificultad consiguen insertarse en el área en que se especializaron. El 70% trabaja y el 64% lo hace en blanco. Además, un 13,6% trabaja y estudia. Como la mayoría ya tiene una carrera de grado, al llegar al país comienzan otra carrera o bien realizan un posgrado, que es una manera más sencilla de revalidar su título de grado.
En los últimos tiempos, cuando uno se sienta a tomar un café o a comer algo en locales de Palermo o el centro, sabe que es casi seguro que la persona que lo atenderá tendrá un acento que muchas veces es colombiano o venezolano. La mayoría de los restaurantes porteños tiene algún extranjero trabajando entre su ejército de mozos. Lheyzi Sánchez, de 25 años, escucha el comentario y se ríe. “Es cierto. El primer trabajo que tuve a los cinco días de llegar fue como mesera. A casi todos los venezolanos les ocurre lo mismo. Tal vez porque somos muy respetuosos en la manera de hablar o educados, a los dueños de los restaurantes les gusta nuestro perfil”, cuenta.
Aunque Lheyzi llegó hace nueve meses, ya dio grandes pasos hacia su independencia económica. Hace tres años, cuando terminó la carrera de Comunicación Social en Caracas, se postuló para una beca para un posgrado en la Universidad Católica Argentina. Y se la dieron. Pero el problema fue que no pudo conseguir el pasaje para venir al país. Cuando les contó la situación a quienes la habían seleccionado, le ofrecieron prorrogarle la beca por un año para darle tiempo a buscar cómo salir de Venezuela. Consiguió comprar un pasaje por medio de un amigo de un amigo que trabajaba en un aerolínea, pero poco antes de viajar al joven lo echaron y ella perdió ese pasaje, que había pagado, pero no se había emitido porque no se hacía por los cánones tradicionales. La aerolínea le devolvió parte del dinero, pero con la inflación galopante que hay en Venezuela, ya no alcanzaba para comprar otro pasaje. Perdió la beca, pero no las ganas de viajar. Un año después, su prima le dijo que tenían que hacer todo para poder salir del país y lo consiguieron. En diciembre pasado llegaron a Buenos Aires. A los cinco días, Lheyzi comenzó a trabajar en una sandwichería y mientras tanto, empezó a mandar su currículum a todos lados.
Un mes después la contrataron en una cadena de restaurantes para manejar las redes sociales y hacer tareas administrativas. Y pocos meses después consiguió su primer trabajo en blanco, en una agencia de marketing digital. Hace tres meses le entregaron su documento argentino y vive en Caseros, con su prima, en un departamento que alquilan. Está estudiando una especialización en comunicación digital.
“Cuando trabajaba en Recoleta o en el centro, por momentos me parecía que estaba en Venezuela, porque estaba lleno de gente de mi país”, cuenta.
“Creo que muchos venezolanos eligen la Argentina, entre otras cosas porque ofrece facilidades para tramitar la radicación”, añade.
Según el estudio de Untref, el 50,2% tiene DNI argentino y residencia temporaria, mientras que el 27,4% tiene DNI y residencia permanente. Sólo el 18,6% tiene el documento en trámite y el 3,1% se hizo ciudadano argentino. Esto, a pesar de que el 50% de la muestra había llegado hacía menos de un año. Para un venezolano, conseguir un documento argentino lleva en promedio tres o cuatro meses.
Para Gustavo Ramírez no fue tan sencillo conseguir trabajo. Aunque tiene un título en marketing, llegó al país con la intención de trabajar en el sector de la sociedad civil. Cuando dejó Venezuela para ir a estudiar a Irlanda, ya había decidido dar ese cambio de rumbo a su vida. Y allí conoció a una familia canadiense que tenía una casa en la Argentina y que le habló maravillas del país. Y pensó: si un canadiense quiere irse a vivir a la Argentina, ese lugar debe ser el paraíso. “Tenía una gran expectativa. Y el país la superó. Buenos Aires es una ciudad exuberante. Si no conseguís algo que te guste acá, es porque el problema está en ti”, dice Gustavo. Aunque no consiguió trabajo de lo suyo todavía, todas las semanas encuentra algún curso para hacer o alguna conferencia a la que asistir. Su novia trabaja en atención al público en una panadería en el centro. “Estamos muy contentos acá. Nos encanta el país”, señala.
Para algunos puede ser más complicado que otros insertarse laboralmente en su área, aunque no conseguir trabajo. Según datos del informe “Caracterización de inmigrantes venezolanos en Argentina”, de la Untref, el 67,2% es profesional y el 64,7% consigue en el país empleos formales. Para este trabajo, Aruj y su equipo entrevistaron a venezolanos en Buenos Aires, La Plata, Mendoza, Córdoba, Rosario y Neuquén. La mitad llevaba residiendo en el país menos de un año.
“Es importante estudiar este grupo de población porque están llegando al país personas muy capacitadas, profesionales jóvenes que vienen a trabajar y estudiar. Es importante que se genere una serie de recomendaciones sobre políticas y programas adecuados para integrarlos a la sociedad”, concluye Aruj.