El presidente de Hope Funds declaró por tercera vez en el juzgado de Servini y señaló distintos negocios como el presunto destino del dinero para aliviar su situación.
Enrique Blaksley Señorans sabía que tenía que cambiar de registro.
Las indagatorias originales del presidente de la firma Hope Funds en el Juzgado Federal N°1 de María Romilda Servini en abril de este año habían sido monólogos un poco autovictimizantes de varias horas de duración, luego de que la Policía de la Ciudad lo detuviera ese mismo mes, una postura endurecida, un poco intransigente, de culpar a los demás.
Embargado por tres mil millones de pesos, Blaksley contó en Comodoro Py cómo no le gustaba que lo compararan en los diarios con el financista estadounidense Bernie Madoff, el responsable del mayor esquema Ponzi de la historia, cómo la prensa dañaba su imagen mientras la AFIP, la PROCELAC y la Justicia federal lo acusaban por lavado de dinero y estafar a posiblemente más de dos mil ahorristas en un monto estimado en 1.500 millones de pesos, cómo no tenía “agua caliente ni calefacción” en su casa del country Pacheco Golf y manejaba un “207” en vez del Audi en el que solían verlo.
Blaksley, hoy con un procesamiento confirmado por la Cámara Federal, decía que había pagado, que a la mayoría le había pagado. “El 73% de la gente que pasó por mi vida cobró, el 27% restante no, de esos solo el 10% reclama el dinero y el otro 90% banca”, dijo.
El financista, el jugador más mediático de la historia del mercado argentino que le besó el anillo a dos Papas consecutivos, quizás subestimaba sus propios números. 1149 acreedores se presentaron el año pasado para frenar un acuerdo preventivo extrajudicial en el Juzgado Comercial N°30 a cargo del doctor Sebastián Sánchez Cannavó, el mismo que le dictó la quiebra de Hope Funds, la firma que era la nave insignia de su holding comercial luego al menos 25 pedidos presentados, con la designación de un síndico anunciada en el Boletín Oficial y la posibilidad de que sus activos sean rematados.
Lo cierto es que las cosas cambiaron desde aquellas indagatorias en abril último.
Blaksley pasó los últimos cinco meses preso bajo el programa IRIC en el penal de Ezeiza junto a capos de mafias, presuntos narcotraficantes y acusados de corrupción durante el gobierno kirchnerista, el financista trabó una particular buena onda con Juan Pablo Medina, “El Pata”, jefe de la UOCRA platense.
También cambió de abogados, con un nuevo equipo con consejeros como Mauricio D’Alessandro y una nueva estrategia. Los nuevos abogados lo entendieron rápidamente: la intransigencia ya no tenía sentido si Blaksley buscaba lograr una mejor situación.
Algo tendría que entregar, no para poder salir de la cárcel -cerca del financista desestiman cualquier posibilidad de que la jueza Servini le quite la prisión preventiva- sino para lograr quizás una eventual condena más leve. No quedaba otra que pagar.
El martes por la mañana, Blaksley regresó a Comodoro Py para ampliar su indagatoria. Aseguró que hablaría “con especial énfasis en favor de los acreedores” para decirle a la Justicia federal “dónde está la plata, cómo fue invertida y cómo se puede recuperar.”
La Justicia federal ya tenía información de departamentos en Panamá relevados por la PROCELAC, propiedades en Miami que terminaron en el circuito de remates bancarios tras hipotecas impagas, un campo de polo en General Rodríguez. El financista había hablado en su indagatoria original de un campo de polo en Jakarta, Indonesia, pero otros negocios eran el centro de la cuestión esta vez, negocios de su holding que, según él mismo, todavía están vivos y facturando, “el área de entretenimiento donde yo hacía adquisiciones de paquetes accionarios y empresas vinculadas al sector… Elegía una compañía que me interesaba, un socio al cual yo aportaba capital para que pudiera realizar sus planes de negocios. A cambio de eso yo recibía parte de las acciones de esa compañía”, explicó.
Blaksley los mencionó a estos negocios, uno por uno, con nombres famosos en sus directorios que según Blaksley mismo, se aprovechan de verlo preso para no liquidarle su dinero.
Esa plata que le deben, en los cálculos del hombre acusado de la mayor estafa de la Argentina, es la plata que lo salvará, una suerte de victimización en reversa en donde Blaksley, con dos mil acreedores sospechados, se convierte en acreedor él mismo.
El grupo IRSA, que controla shoppings como el Alto Palermo, el Paseo Alcorta, el DOT de Saavedra y el Alto Avellaneda fue el primero en su memoria, con “el 53%” de Emprendimientos Recoleta, que controla el shopping Buenos Aires Design en Recoleta.
“Adquirí esa compañía en aproximadamente 20 millones de pesos” en el año 2009, declaró, con una caja líquida de “11 millones de dólares” de los cuales “el 47% es de Hope Funds”, un emprendimiento que dejaba “una utilidad promedio de un millón y medio de dólares al año”, de los cuales “700 mil” eran para su firma. “Apenas entré al directorio intenté pedirles la liquidación de utilidades acumuladas… eso me fue imposible”, dijo Blaksley.
Emprendimientos Recoleta le hizo un pago, según pudo constatar Infobae: un cheque marcado “no a la orden” por 15 millones de pesos con fecha del 3 de enero de 2017, plena crisis de Hope Funds ya denunciada por estafa, que terminó en manos de Eduardo Polverelli, dueño de un colegio de Villa Lugano. Polverelli fue entrevistado por este medio: aseguró que Hope Funds le debía plata por varios contratos de mutuo que había tomado, aseguraba que sus cuentas estaban limpias. El 29 de agosto pasado, Polverelli fue procesado por la jueza Servini con un embargo de más de 165 millones de pesos, acusado de ser parte del esquema de lavado de Hope Funds.
Aseguró, también, que la firma liquida “en un juzgado comercial” y no en sus arcas, “un depósito de 38 millones de pesos”, “debería haber una caja un millón y medio de dólares de Hope Funds sin contar las ganancias que este año debe haber tenido el emprendimiento”, contabilizó el financista en el aire.
Habló de otra compañía, Pro Entertainment, en la que en su momento “contábamos con el merchandising de Boca Juniors”. A través de un ejecutivo de Pro Entertainment, Blaksley llegó según su propio relato al hombre más célebre de la televisión argentina: Marcelo Tinelli.
“Estaban con el interés de sanear una compañía que se llama Ideas Sports, a lo cual me solicita un préstamo de dinero para solucionar la cuestión, alrededor de 2,3 millones de dólares”, declaró el financista. Blaksley, interesado por tener un vínculo con Tinelli, acepta.“Ante la imposibilidad de recuperarlo había una garantía que era el paquete accionario de esta empresa”, algo que sería gerenciado por el ejecutivo de Pro Entertainment.
Blaksley no pudo recuperar el préstamo, entonces se quedó con acciones de Ideas Sports: un 35%. “Hasta la fecha nunca ProEnter ha realizado liquidación alguna hacia Hope Funds y si lo hizo fue por montos muy bajos y de manera aleatoria”, aseguró.
A Blaksley siempre le gustó el polo. En mayo de 2014, el financista lanzó su propio equipo, La Indiana Hope Funds con un partido de autopromoción en el cual él mismo fue capitán, en un campo en General Rodríguez que había comprado dos años antes.
Hope Funds ya había sido sponsor de La Dolfina de Adolfo Cambiaso en la mayor campaña de su historia, la Triple Corona de 2013, también de Chapa Uno, el histórico equipo de los hermanos Heguy, entre ellos “Horacito, con quien tengo caballos”, dijo en aquel partido, en referencia a Horacio Heguy, que alcanzó el diez de handicap.
Cinco años después, sentado en el Juzgado Federal N°1, Blaksley volvió a mencionar a Horacio como parte de la presunta ruta de su dinero. El negocio, precisamente, eran los caballos de polo. La idea era “desarrollar remates de caballos en lo cual yo mejoraba el establecimiento que es el haras que él tiene, producíamos embriones y crías en una espera aproximada de dos años para irrumpir en el mercado, realizar remates, vender caballos y exportar y compartíamos el 50% de las ganancias”, explicó. “La garantía”, aseguró el financista, eran “450 caballos de polo registrados” del polista.
Horacio Heguy, dijo Blaksley, nunca le habría liquidado un peso. “Fue imposible que atienda el teléfono”, aseguró. Luego habló de otros negocios, la Esquina Carlos Gardel, Piazzolla Tango, paquetes accionarios del 37 y 50% respectivamente.
De vuelta a la quiebra de su empresa insignia, la tarde del miércoles 12 fue la fecha límite para que sus acreedores acudieran al síndico designado por el Juzgado Comercial N°30 para comenzar la verificación de sus deudas. La fila daba vuelta a la manzana de las oficinas en la avenida 25 de Mayo: 1.500 personas que aseguran que Blaksley les debe dinero se habrían presentado en total.