Desde el INTA Valle Inferior se caracteriza y evalúa el comportamiento de diferentes cultivares de maíz disponibles en el mercado. Se busca conocer su adaptación a la zona de los valles irrigados de la Norpatagonia y mejorar el rendimiento.
Transformado en el principal cultivo extensivo anual de verano en los valles de la Norpatagonia, la producción de maíz se destina como insumo para la alimentación animal directa o la elaboración de alimentos balanceados.
La producción que se espera obtener de un lote de maíz depende de una combinación de las características genéticas de la planta, las condiciones ambientales y el manejo que se realice durante el ciclo del cultivo. Los factores productivos deben ser considerados en forma integral, ya que muchos de ellos están relacionados entre sí. El desafío para cada productor es determinar “sus factores limitantes”, que marcarán el tope productivo y minimizar sus efectos para acercarse al rendimiento óptimo.
La elección de la fecha de siembra determina cambios sustanciales en el ambiente que tendrá cada cultivo, lo cual repercute en la duración del ciclo de los mismos y en la capacidad de capturar radiación solar, determinando consecuentemente la producción de biomasa total y el rendimiento en grano. Los cultivos de maíz sembrados tempranamente, tienen un mayor potencial de rinde, alcanzan su madurez fisiológica bajo condiciones ambientales favorables para una rápida pérdida de humedad del grano, reduciendo los gastos de secado artificial en su comercialización. Las fechas tardías, tienen un techo de rendimiento más bajo, ya que el llenado ocurre en momentos de radiación solar y temperatura desfavorables para la producción fotosintética en la planta, sobre todo en latitudes altas como las de la Norpatagonia. Una ventaja es que suelen ser más estables en las diferentes campañas, ante algunos problemas con el riego.
La Estación Experimental Valle Inferior del INTA anualmente caracteriza y evalúa el comportamiento de diferentes cultivares de maíz disponibles en el marcado para conocer su adaptación a la zona de los valles irrigados de la Norpatagonia. El objetivo del trabajo de la Campaña 2016/17 fue caracterizar la fenología, morfología y el rendimiento en grano de distintos cultivares de maíz, bajo riego gravitacional en chacras de productores del valle inferior del río Negro.
La experiencia se llevó a cabo en un suelo de textura franco arcillosa y el cultivo antecesor fue una pastura degradada base alfalfa. La siembra se realizó con una sembradora de platos inclinados, con cajón fertilizador que va conformando el surco y sembrando sobre una cara del camellón de dicho surco. El diseño fue en bloques completos con tres repeticiones, en los que cada parcela tenía de 6 surcos de 210 m de largo cada una. La densidad de siembra fue de 85.000 semillas por hectárea en surcos separados a 70 cm, recibiendo el primer riego inmediatamente de concluida la siembra. El control de malezas se llevó a cabo en cuatro hojas con glifosato 74.7% de ingrediente activo, a razón de 2 kg por hectárea. La fertilización se realizó al voleo con 305 kg ha, urea en estado de V6 y posteriormente recibió un riego gravitacional por surcos, totalizándose siete (aprox. 880 mm) riegos en toda la campaña.
A cosecha se evaluó el rendimiento, ajustado a 14.5% humedad y los componentes del rendimiento número y peso de granos.
Respecto a los rendimientos y sus componentes para los distintos híbridos evaluados en la campaña, el rendimiento en grano medio se ubicó en 14892 kg por hectárea. Lo más destacado fue el alto peso de granos con valor medio de 357 g los 1.000 granos, valor similar al alcanzado el año anterior, lo cual pone de manifiesto las buenas condiciones durante el llenado de los mismos.
La brecha entre el rendimiento máximo y el mínimo alcanzó al 14%, valores considerados bajos, demostrando que todos los materiales tienen muy buen desarrollo tecnológico y son competitivos entre sí. Es para destacar el buen comportamiento de un híbrido precoz, el I550 VT3PRO de Illinois, que con buenas condiciones de cultivo rindió de forma cercana al promedio, con la menor humedad a cosecha del ensayo, lo que permitiría anticipar la posibilidad de cosecha de grano seco a campo en la Norpatagonia. Por otro lado, debido a su ciclo corto, requiere de muy buenos ambientes y un manejo ajustado para expresar todo su potencial.
Es importante mencionar que la tasa de secado es influenciada por el híbrido, pero altamente determinada por las condiciones ambientales en que se da el período de secado. Las mayores tasas de secado se darán cuando la madurez fisiológica (MF) ocurra en ambientes de alta temperatura y baja humedad relativa, mientras que lo contrario ocurrirá cuando la MF ocurra con temperaturas frescas y altos valores de humedad relativa.
En latitudes altas, como las de los valles Norpatagónicos, la utilización de estos materiales sembrados tempranamente permitiría realizar picado para silo de planta entera hacia fines de enero o cosechar grano seco en marzo, posibilitando disponer del lote para la siembra de otro cultivo en la misma campaña agrícola. En siembras durante la primera quincena de diciembre estos híbridos completarían su ciclo antes de las primeras heladas, en la mayoría de los años.