Un año después del ataque al Hyper Casher de París, aumenta el éxodo a Israel en busca de seguridad. Los actos contra esta minoría subieron un 84% tras el asalto de Coulibaly.
París rindió ayer homenaje a la policía municipal Clarissa Jean-Philippe, asesinada hace un año por el yihadista Amédy Coulibaly, quien al día siguiente perpetró el atentado contra el supermercado judío de París. La agente, de 26 años y originaria de Martinica, caía abatida apenas unas horas después de la masacre del semanario «Charlie Hebdo», cuando acudió a dar parte de un accidente de tráfico que había tenido lugar en Montrouge, al sur de la capital. El presidente francés, François Hollande, descubrió una placa de homenaje en memoria de Jean-Philippe y hoy se rendirá memoria a los judíos asesinados por Coulibaly. Se cumple un año de la agónica toma de rehenes en el supermercado judío Hyper Casher de la Puerta de Vincennes, al este de París, por parte del tercer terrorista de los ataques. Un ataque en el que murieron cuatro clientes del comercio, todos judíos.
Un año después, la inquietud de los judíos en Francia es una realidad aunque el supermercado sea un espacio totalmente renovado donde apenas quedan trazas de la agonía que allí se vivió. Al menos en el interior del establecimiento. Las estanterías se han reorganizado, la fachada y los rótulos repintados e incluso buena parte del personal, incluida la gerencia, ha cambiado. En el exterior, en cambio, queda el rastro de la evidencia: una patrulla sigue vigilando permanentemente el lugar.
Saray vive a escasos metros del supermercado, reconoce que le ha costado volver al lugar: «Es duro hacerse a la idea de que alguien pueda matarte haciendo las compras del día, es inimaginable». Esta treintañera afirma que acudirá hoy a la congregación convocada por las grandes organizaciones judías en memoria de las víctimas frente al establecimiento. Acude habitualmente a hacer sus compras allí, como también frecuenta los bares y restaurantes marcados por los ataques del 13 de noviembre. «Volver a esos lugares tiene un significado y es una forma de contestar a la barbarie», sentencia. Esa especie de acto de militancia en el que se ha convertido su hábito de ir al Hyper Casher se ha extendido a los judíos de barrios adyacentes del distrito 12 de París.
Las fuertes medidas de seguridad desplegadas en las más de 700 sinagogas, escuelas judías y centros comunitarios desde entonces no han logrado calmar las inquietudes. De hecho, los judíos franceses han vuelto a encabezar el éxodo hebreo a Israel durante 2015 con 7.900 partidas y un nuevo récord por segundo año consecutivo, según cifras de la Agencia Judía para Israel. Aunque la inseguridad no puede ser considerada como único motivo, el despliegue no ha logrado reducir las cifras de actos antisemitas. Una tendencia ya duplicada en 2014 y que experimentó una subida de hasta el 84% en los cinco meses posteriores a los ataques (enero-mayo de 2015). Los mensajes de las autoridades hacia la comunidad judía se han multiplicado en los últimos meses. «Nadie puede condenar a quienes quieran partir a Israel, pero su lugar está aquí», llegó a afirmar el primer ministro Manuel Valls instando a los judíos franceses a que permanezcan en el Hexágono. Con más de medio millón de integrantes, la diáspora francesa es la segunda más numerosa del mundo, tan sólo por detrás de la de Estados Unidos.
Aquel 9 de enero de 2015 era viernes, día con especial afluencia a pocas horas del sabbat, día sagrado de la semana judía. El ataque al supermercado de comida kosher marcó profundamente a la comunidad, que sin embargo pudo sentirse bien arropada por las multitudinarias manifestaciones de solidaridad en los días posteriores a la tragedia. El 11 de enero de 2015, millones de franceses salieron a la calle para gritar «Yo soy Charlie. Yo soy judío». Sin embargo, varios miembros de la comunidad no entienden por qué estas muestras no se produjeron mucho antes, tras otros graves episodios antisemitas como el de la escuela de Toulouse atacada por el yihadista Mohammed Merah en 2012 con cuatro muertos (tres de ellos niños) o el ataque en 2014 contra el Museo judío de Bruselas, saldado también con cuatro víctimas mortales. El máximo representante de la comunidad, el gran rabino de Francia, Haim Korsia, ha expresado en varias ocasiones que la diferencia entre los ataques de 2015 y los episodios anteriores es que «la sociedad civil dejó de ser indiferente». Un cambio de conciencia que, sin embargo, no apaga las inseguridades de ser judío en Francia.