La inmigración hacia Israel con origen en el solar francés batió su récord en 2014. Rusia y Ucrania son los otros puntos de Europa donde esta minoría afronta más dificultades.
Un total de 26.000 judíos abandonaron Francia en 2014 con destino a Israel, según los datos que maneja la Agencia Judía, el organismo que desde 1929 se dedica a ayudar a los judíos de todo el mundo a afincarse en Israel si así lo desean. La cifra supone un récord y las previsiones que maneja la Agencia son todavía más elevadas para 2015, una tendencia que, según Yigal Palmor, portavoz de esta entidad consultado telefónicamente por ABC, refleja un «fenómeno nuevo y preocupante».
Dos son las causas que explican que en los últimos tiempos la Francia antaño cuna de la libertad y el respeto se haya convertido en un lugar percibido como hostil por la minoría semita. «Nosotros no le preguntamos los motivos a la gente que nos pide ayuda, pero da la impresión de que la intolerancia y el antisemitismo violento están detrás de una decisión que están tomando cada vez más judíos», cuenta el portavoz.
La acción terrorista que el pasado enero se cobró la vida de cinco personas, cuatro rehenes y el asaltante, en una tienda judía de las afueras de París no solo fue el triste capítulo final de unos ataques que conmocionaron al mundo entero y que hirieron de muerte una publicación emblemática como «Charlie Hebdo», sino también una nueva muestra, la más trágica, de que algo feo pasa en Francia con los judíos. El auge del Frente Nacional de Marine Le Pen y la popularidad del polémico cómico Diuedonné son otras tantas muestras de una aversión extendida y regada a diario por lo que Gabriel Albiac, enviado especial a París para ABC, ha descrito como «adoctrinamiento en mezquitas casi sin excepción a cargo de imanes salafistas».
Este último aspecto inquieta especialmente a las autoridades de una República que acoge una ingente inmigración musulmana, que tiene millones de ciudadanos de origen árabe y que se ha convertido en objetivo preferente de la yihad global. Ya en julio del año pasado, el primer ministro, Manuel Valls, advirtió: «En nuestros barrios populares está creciendo un antisemitismo de nuevo cuño entre una juventud sin referencias morales ni conciencia de la historia». Valls diagnosticó entonces que «tras el antisemitismo es muy visible el odio al Estado de Israel», el hogar nacional judío al que muchos afincados en Francia quieren ahora marcharse.
Otras causas y focos
Se da la circunstancia de que otra de las carencias que alimenta el antisemitismo de muchos jóvenes de raíces magrebíes que pululan por los suburbios de las urbes francesas, la falta de oportunidades laborales en un país cuya economía no consigue remontar el vuelo tras la larga crisis europea, es también el otro gran motivo que expulsa a muchos judíos franceses. Este colectivo, explican desde la Agencia Judía, está formado en su mayoría por «personas con gran preparación que encuentran muchas dificultades para acceder a un empleo».
Pero no es Francia el único punto de Europa del que ahora muchos judíos quieren irse. De Ucrania, escenario de una guerra civil de intensidad variable, y Rusia, golpeada económicamente por las sanciones occidentales por su papel en la crisis ucraniana y heredera de una larga tradición de pogromos y persecución a los judíos que ahora parece superada, son los otros dos focos de los que parten quienes ahora se embarcan en la «masá», palabra que en hebreo significa viaje.