La Asamblea Nacional Popular china se propone promulgar una ley para forzar la obediencia de Hong Kong. De esta forma, Pekín muestra con toda claridad quién tiene la última palabra, a juicio de Dang Yuan.
Pese al tema predominante de la crisis del coronavirus, inmediatamente tras la apertura del plenario del parlamento de fachada, los 2897 representantes de toda China que se reunieron este viernes (22.05.2020) en el Gran Salón del Pueblo tuvieron que dedicarse a una ley local. Un hecho sin precedentes, que envía una señal, ya que se trata de la supremacía de Pekín en Hong Kong.
Tras su devolución a China, en julio de 1997, la excolonia británica goza de autonomía por lo menos durante 50 años, de acuerdo con el principio de “un país, dos sistemas”. La Ley Fundamental contempla un Estado de derecho y una democracia según el modelo occidental, pero tiene algunas debilidades. Por ejemplo, no establece plazos concretos para la elección directa del jefe administrativo ni del Parlamento local.
Pekín quiere penar la alta traición
Problemático resulta también el artículo 23, referido a la seguridad del Estado. De acuerdo con el, la Zona de Administración Especial está obligada a penar delitos como la alta traición y el socavamiento del poder del Estado a través de la legislación local. Los vínculos con instituciones y partidos políticos extranjeros también han de ser prohibidos.
El proceso legislativo comenzó poco después del año 2000 y en cada nuevo intento desencadenó una ola de manifestaciones. El miedo de Hong Kong a que sea socavado el principio de “un país, dos sistemas” y a una administración directa de Pekín, al igual que la desconfianza hacia el partido comunista, siguen siendo grandes. El movimiento prodemocracia utiliza permanentemente sobre todo el artículo 23 como tema de campaña electoral, para reforzar sus demandas políticas: más democracia, más derechos cívicos, menos influencia de Pekín.
El poder de Pekín
El mensaje emitido por Pekín este viernes es claro: al gobierno central se le acaba la paciencia. El partido comunista exhibe sus músculos y quiere imponer de una vez por todas una ley de seguridad del Estado a la metrópoli de unos 7 millones de habitantes. Desde el punto de vista egal, Pekín puede aplicar semejante ley en Hong Kong, si es incluida en el Anexo III de la Ley Fundamental de la zona autónoma. La potestad de decidir sobre el Anexo III radica en la Asamblea Nacional Popular.
El principio de “un país, dos sistemas” es un acto de equilibrismo político entre dos formas de Estado y visiones del mundo completamente diferentes y, en último término, una farsa. Porque el peso está distribuido de forma desigual en esta estructura. Los comunistas tienen más poder. El anuncio demuestra de lo que es capaz el sistema autoritario: Pekín puede inmiscuirse legalmente en el orden democrático de Hong Kong y lo hará para silenciar cualquier voz crítica y remodelar la metrópoli según la idea comunista.
No se espera resistencia
El gobierno central se propone, además, posibilitar que organismos de seguridad comunistas establezcan próximamente sedes en Hong Kong y puedan actuar allí. Pekín aprendió del caos y los brotes de anarquía en Hong Kong con motivo del debate sobre la controvertida ley e extradición en 2019. Su respuesta: si Hong Kong, debido al empate político, no puede sacar adelante leyes afines a la cúpula del Estado y del Partido, la Asamblea Nacional Popular utilizará su poder absoluto para emitir una ley regional, que rija solo en Hong Kong.
No cabe contar con que haya votos en contra. También el distrito electoral de Hong Kong envió 36 representantes a la Asamblea Nacional Popular. Pero la mayoría de ellos son ricos comerciantes con la venia de los comunistas. En el plenario de Pekín no están representados, en cambio, políticos de las filas de la oposición de Hong Kong. Según el parlamento de fachada, ellos son “separatistas” y “agitadores”, y por lo tanto, lógicamente, no pertenecen al pueblo.