Si planeas conducir auto en Francia, cuidado, podrías cruzarte en la primera esquina con uno cuyo chofer no tiene licencia. Se trata de microcoches que también se han vuelto populares en España, Alemania, Austria e Italia.
No alcanzan mucha velocidad, pero son vistos como una alternativa práctica y barata para el transporte urbano y, en algunos países, no se requiere un carnet para conducirlos.
Eso es lo que no tiene muy cómoda a Carolyn Brown, una presentadora de la BBC que vive parte del tiempo en la Bretaña, en el noroccidente de Francia.
Ella tiene sus reservas sobre un auto muy pequeño que transita por las calles francesas.
Perder la licencia de conducir en casi todo el mundo es un asunto grave, puede costar caro y terminar siendo muy inconveniente.
Pero en Francia, si no tienes licencia, no hay problema. Puedes simplemente comprarte un VSP, un voiture sand permis, un pequeño coche de dos puestos que cualquiera mayor de 14 años puede sacar a las vías públicas con apenas cuatro horas de práctica al timón. Algunas veces, ni siquiera eso.
Es imposible saber cuántos de estos hay pues no se tienen cifras oficiales. Es lo que los franceses llaman chiffre noir, una incógnita.
Probablemente lo escuche antes de verlo: un chillido de alta frecuencia como el de una máquina de coser acelerada.
Si tienes la suerte de quedar atascado detrás de uno en una ventosa ruta rural, tant pis, qué le vas a hacer. Su velocidad máxima es 45 km/h.
Lo mejor sería parar en la primera área de descanso y admirar el panorama por un rato en lugar de quedar frustrado siguiendo su estela.
En un entonces fueron considerados un anacronismo que, con el tiempo, alguna legislación los condenaría a la extinción.
Sin embargo, continúan siendo un medio vital de transporte para una población rural que envejece.
El auto que se hereda
En su mayoría lucen maltrechos y descuidados, muchas veces retocados con una mano de brillante pintura doméstica.
Los paneles sueltos están sujetados con alambre y cinta adhesiva y una vez vi uno que tenía el parachoques agarrado con pita entretejida.
La notaria de mi pueblo reconoce sufrir de nervios los jueves, el día del mercado. Especialmente por el tránsito de mujeres ancianas.
El problema, me dice, es uno de herencia. Un esposo, que siempre fue el que condujo, muere y el voiturette es heredado por la viuda.
Como es imposible sobrevivir aquí sin transporte motorizado, se lanza a rodar nerviosamente a paso de tortuga. Como van tan lento no hay riesgo de muchas calamidades.
El seguro sólo subirá si se le hace daño a alguien pero, la mayoría de las veces, es apenas una cuestión de un espejo lateral roto o un pequeño rayón que la compañía de seguros absorbe.
Le digo que me realmente me sorprende que los VSP sigan circulando.
“Bueno”, dice encogiendo los hombros, “entonces, habría gente que todavía conduciría sin licencia pero lo harían en autos mucho más potentes y, por ello, mucho más peligrosos”.
El alcohol y el VSP
El hecho es que muchos conducteurs que pierden su licencia por que les gusta mucho el pastis (anisado), salen del tribunal directamente a la tienda local de VSP, et voilà, pueden estar de nuevo en la carretera en cuestión de horas.
Sí, deben tener seguro, que es bastante costoso si se tiene un expediente por enfermedad o abuso de alcohol: puede costar hasta US$90 al mes.
Una concesionaria respetable no te venderá un auto si no tienes prueba de estar asegurado, pero no hay problema si te consigues un seguro de tu amigo.
Pregunté en mi bar local, pero los clientes evadieron responder sobre sus razones de conducir sans permis, sin carnet.
Un tipo me dijo que el examen teórico para conseguir una licencia completa es muy difícil. Pero luego me confesó que eso era una excusa común.
Uno de los clientes regulares compró un voiture san permis cuando le retiraron la licencia. Una vez se la validaron otra vez, le vendió el voiture a un amigo de copas que acababa de perderla.
El auto cambió de manos una vez más de la misma manera hasta que, un año más tarde, terminó otra vez con el dueño original que evidentemente no había dejado su gusto por la bebida.
El barman encogió los hombros. “Ça roule”, dijo. Así son las cosas. (Tantas personas reaccionaron de la misma manera cuando investigué esta historia que busqué la expresión en francés de “encoger los hombros”. No tienen una.)
Ventas
Con curiosidad de saber cómo se comportaría una concesionaria seria, fui al salón de ventas de VSP local. No son garajes comunes y corrientes; se venden al lado de tractores y podadoras motorizadas.
El encargado me dice que vende un promedio de tres a la semana. ¿Vendería un voiturette a cualquiera que venga de la calle? “Mais, oui”, contesta, “siempre y cuando tenga seguro”.
Pero, ¿qué tal que no sepa lo que tiene que hacer en un cruce? Resulta que el vendedor lleva al posible comprador a dar una vuelta. Si regresan de una sola pieza, se realiza la venta.
“Esa es una gran responsabilidad, ¿verdad?”, pregunto. La respuesta es una elocuente encogida de hombros.
Aquí se abrieron mis ojos a la nueva generación de VSP. Tuve la oportunidad de montarme en el último modelo exclusivo, llamado sin ironía el modelo “deportivo”. Pero su velocidad máxima sigue siendo 45 km/h.
A un costo de unos US$15.000, viene con aire acondicionado, cámara posterior para la reversa y un equipo de sonido de primera, que es esencial para el nuevo mercado.
Microcar, Aixam, Ligier y otros fabricantes están concentrando su publicidad en la juventud urbana. Un VSP no puede circular en las autopistas pero andan con poco gasto de combustible y son fáciles de estacionar.
También están enfocando las ventas en los padres. Desde el pasado noviembre, jóvenes de apenas 14 años pueden conducir un VSP. Se consideran más seguros que una moto y es una manera para las madres de librarse de su rutina de recoger y llevar los niños.
Los jóvenes deben por lo menos tomar un examen teórico del código vial francés (pero no es necesario si naciste antes de que la ley fuera cambiada por última vez en 1988) y el conductor deber ir acompañado durante un mínimo de cuatro horas.
Aun así, nadie tiene que presentar un examen práctico para frappe la rue (lanzarse a las calles) en un VSP.