Standard and Poors rebaja la calificación del país de “BBB” a “BBB-“, a un paso del bono basura.
El conflicto de Ucrania estalló justamente pocos días después de queVladímir Putin regresase a Moscú tras los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi, una gran campaña de imagen con la que Rusia buscaba hacer más amable su marca en el mundo y seguir abriendo una economía en débil crecimiento. Hoy por hoy, el plan ha saltado por los aires y las tensiones pueden aislar más al país, sumirlo en la recesión y agravar la hemorragia de capitales.
Los riesgos crecen en Rusia, cuya gran baza, el poder energético, significa también una servidumbre toda vez que Europa es el principal cliente. Este viernes, de forma totalmente inesperada, el Banco Central ruso elevó los tipos de interés medio punto, hasta el 7,5%, en un nuevo intento de controlar la elevada inflación y acercarse al objetivo del 5%, después de que acabase el año pasado en el 6,5%. Y esta subida se añade a un empujón considerable en marzo, cuando el precio del dinero aumentó del 5,5% al 7%. Moscú intenta fortalecer su moneda y frenar la huida de capitales pero este viernes el rublo se depreció otro 0,7%, la segunda mayor caída de las 24 monedas emergentes que controla Bloomberg. Poco antes de anunciarse el aumento de tipos, la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor’s rebajó la nota del país a un paso del bono basura.
La presión de los mercados crece y Rusia pone a prueba sus costuras. Miembro del club de potencias emergentes, experimentó un crecimiento medio del 7% entre 2000 y el inicio de la crisis financiera global, pero su salida del pozo ha sido débil, con un aumento del PIB del 1,3% el año pasado. Con la crisis ucrania, el Banco Mundial advirtió hace un mes de que podría producirse una recesión de hasta el -1,8% este año si la situación se deteriora y se dilata. Si se resuelve en breve, el crecimiento se limitaría al 1,1%. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) propinó a Rusia hace dos semanas el mayor tijeretazo en las previsiones de los países emergentes, al pronosticar un avance del 1,3%, seis décimas por debajo de lo estimado en enero.
“Aunque los precios del petróleo se mantienen altos, no han crecido desde 2011. Rusia necesita implementar reformas estructurales para crecer pero no hay muchas señales de que esto ocurra”, explica desde Londres Daniel Hewitt, analista de Barclays. Además, “Si las sanciones se intensifican, tendrán un efecto enorme y llevarán a la economía a la recesión. Y una escalada militar sería aún más perturbadora. Los riesgos son enormes en escenarios políticos extremos”, alerta.
El bloqueo entre Rusia y EE UU y Europa conduce a China. “El Gobierno ruso ha hecho esfuerzos significativos por abrir su economía al capital y el comercio extranjero desde la crisis financiera mundial”, señala Goldman Sachs, pero “la reversión potencial de esta política y un mayor aislamiento de Rusia puede fortalecer la causa de fondo del conflicto actual”. Este proceso llevará a estrechar los lazos económicos entre China y Rusia, lo que hará al gigante asiático también “menos dependiente del resto del mundo”.
Es lo que también advierte Gonzalo Escribano, investigador del Real Instituto Elcano especializado en energía y geopolítica, si el conflicto se recrudece. “Si mañana Rusia corta el gas europeo lo pasarán mal, pero Rusia también perderá a este gran importador, su credibilidad como proveedor quedará maltrecha y tendrá que buscar mercados alternativos como China y Asia”, señala el experto. Pero esto tampoco resulta sencillo “porque las infraestructuras están hechas para proveer a Europa, al mismo tiempo, aumentará su dependencia del cliente y a medio plazo los precios bajarán”.
El 30% de las importaciones de petróleo y gas natural en Europa proceden del surtidor ruso, lo que supone un riesgo capital para los europeos, pero al mismo tiempo esas dos materias primas suman el 70% de las exportaciones rusas.
En opinión de S&P, el superávit de Rusia por cuenta corriente desaparecerá en 2015, debido a que las importaciones crecerán a un mayor ritmo que las exportaciones. “La dependencia de Rusia de las exportaciones de materia prima propicia una alta volatilidad de las operaciones comerciales, pero la experiencia muestra que el país puede corregir exitosamente los volúmenes de importación y compensar la caída de ingresos provenientes de las exportaciones”, añade la nota.
Aun así, la salida de capitales también pone en apuros a la economía rusa, cuyo Gobierno admitió que, solo en el primer trimestre del año, se había producido una fuga de 70.000 millones de dólares, más que en todo 2013, cuando se perdieron 63.000 millones. “La amenaza de nuevas sanciones supondrá presiones adicionales a la inversión y el comercio y no es improbable que lleve a otra recesión”, en opinión de Peter van Bergeijk, profesor de Estudios Sociales en The Hague