Un vecino del barrio Libertad habló esta mañana por la 99.9, cansado de la inseguridad que se vive en esa zona de la ciudad. “Hay robos todos los días, a la gente y a los remises. Se escuchan tiros todo el tiempo y hay un desfile de motos y autos”, señaló. Luego agregó: “esta gente juega con el miedo de uno”.
Algunos barrios de Mar del Plata parecen vivir en otra realidad, completamente distinta de la que se puede ver en la zona céntrica. Uno de ellos es el barrio Libertad, donde la inseguridad y la violencia son moneda corriente hace ya largo tiempo.
Esta mañana en la 99.9, Diego, un trabajador que habita en dicho barrio, brindó su testimonio. En principio, aclaró: “viví toda mi vida en este barrio y estamos sufriendo acá, hoy peor que nunca”. Luego abundó: “el tema de la droga es conocido en toda la ciudad. La mayoría de la droga que entra se maneja desde acá. Todos los quiosquitos que se desarman, se rearman en la otra cuadra. Todas las casas que se incendian por problemas de droga, después son tomadas por los mismos que venden. Nunca se termina de desarmar”.
El principal problema que tienen se da por la disputa entre familias o clanes que quieren hacerse del control del negocio en la zona: “empiezan dos familias, pero terminan siendo 10 o 15. Y todo eso trae robos todos los días. Se escuchan tiros todo el tiempo; hay un desfile de autos y motos. Es imposible pasar un día en la vereda sin ver pasar a uno que va corriendo o a los tiros. Es el Lejano Oeste”, indicó Diego.
No hay seguridad, y la policía no cumple con su labor de prevención y patrullaje: “se ven patrulleros muy de vez en cuando. Si uno llama, pueden pasar hasta 30 minutos hasta que llegan, cuando ya pasó todo. Incluso los hemos visto parados en el lugar donde venden droga. Los allanamientos, los hacen después de tres meses, cuando ya han robado de todo”. El circuito de los delincuentes es fácil de leer; un vecino del común se da cuenta de ello: “todos los que roban en las paradas de colectivos y los negocios van a parar adonde venden droga. El que se droga, roba lo que sea y lo entrega ahí. Todo lo robado está ahí”.
Los ejemplos sobran. Y uno de los “clanes” más violentos es el de los Chávez. Al respecto, Diego puntualizó: “las motos, negocios y robos de paso le sirven a esta gente. Las mujeres embarazadas en la parada del colectivo o cualquier persona, son blanco de ellos. Caminando, el otro día me crucé uno de los Chávez, creo que es Sergio. Abrió una campera y empezó a sacar armas y dárselas a todos. Uno tiene que agachar la cabeza y rogar que no pase nada. Esta gente juega con el miedo de uno”.
Los vecinos, cansados de vivir entre constantes tiroteos y con la impresión de que salen a comprar algo y no saben si regresan, intentaron movilizarse. Pero es muy difícil encontrar apoyo: “intentamos hacer cosas, pero todo se vuelve a armar de nuevo. No se puede denunciar a la policía porque está arreglada, cajonean todo. No pasa un día que no roben un negocio, una moto. Y como la gente tiene miedo, no denuncia. Lo que nos queda es encomendarnos a Dios y rezar por que no pase nada”.
Diego fue claro y le pidió a sus vecinos que se animen a denunciar para ver si alguien ofrece una respuesta, porque llevar una vida medianamente normal en ese entorno es muy difícil: “si yo pago mis impuestos y trabajo, ¿por qué no puedo decir que una persona está haciendo estas cosas? La gente tiene miedo de denunciar. Si hubiera un fiscal que se pusiera a disposición para esto, sería muy importante”.