Ankara permite el paso de los ‘peshmergas’ y Washington lanza armas en Kobane.
Hasta que Barack Obama llamó a Recep Tayyip Erdogan, el sábado por la noche, Turquía mantenía cerrada su frontera e impedía que las milicias kurdas de Irak, los peshmergas, accedieran a Kobane desde Turquía. Tras la llamada del presidente de EE UU a su homólogo turco, la ciudad siria fronteriza con Turquía, que resiste un mes de asedio del grupo yihadista Estado Islámico (EI), recibía en la madrugada del domingo al lunes suministros por vía aérea —armamento y ayuda médica donados por los kurdos iraquíes— lanzados por el Ejército de EE UU. Y se concretaba la garantía de que los peshmergas podrán acceder a Kobane desde Turquía y unirse a la milicia kurda local, las Unidades de Protección Popular (YPG en sus siglas kurdas).
Por parte de Ankara, el cambio de política es significativo al dar vía libre a las fuerzas de seguridad del Kurdistán iraquí para que refuercen la lucha contra los extremistas suníes del EI y abandonar la razón que esgrimía para denegarles la entrada: que el YPG es la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo), considerado una organización terrorista tanto por Turquía como por la UE y EE UU.
“Vamos a ayudar a los peshmergas a cruzar a Kobane, los debates aún están en marcha”, confirmaba el lunes en conferencia de prensa Mevlut Cavusoglu, ministro turco de Exteriores. “No tenemos ningún deseo de que Kobane caiga [en manos del Estado Islámico]”, añadió Cavusoglu, que ratificaba a los periodistas la noticia adelantada por medios kurdos iraquíes citando a fuentes anónimas.
También Washington alteraba su postura y pasaba en menos de dos semanas de considerar Kobane como “objetivo no estratégico” a asegurar que hubiera sido “una irresponsabilidad, además de moralmente muy difícil, dar la espalda a una comunidad que lucha contra el Estado Islámico”. Ambas citas son del secretario de Estado, John Kerry. La primera, del pasado 8 de octubre. La última, del lunes durante un encuentro con la prensa en Yakarta.
Conocedor del importante giro —es la primera vez que el Pentágono entrega armas a los defensores de Kobane, con lo que esto indica sobre la importancia estratégica de la ciudad—, Kerry declaró que se trataba de “una emergencia ante un momento de crisis” y matizó que la medida era “momentánea”. El matiz tiene sentido ya que el 8 de octubre Kerry aseguraba que “por muy horroroso que sea contemplar en tiempo real lo que está sucediendo en Kobane, hay que dar un paso atrás y entender cuál es el objetivo estratégico”.
Kerry informaba de que él mismo había hablado con dirigentes turcos y que también lo había hecho Obama, para “dejar muy, muy claro” que no había un “cambio de política”. Viraje de rumbo o no, la semana pasada el Departamento de Estado informaba de que el fin de semana anterior había habido por primera vez una reunión oficial entre un diplomático de EE UU y las milicias kurdas en Siria, a las que hasta ahora Turquía veía con reticencia por sus posibles nexos con el PKK. Según Reuters, serían esos mismos milicianos kurdos los ojos del Pentágono a la hora de atacar las posiciones del EI en Kobane, que ya ha vivido 135 ataques aéreos contra posiciones de los extremistas suníes.
El lunes se produjeron seis nuevos bombardeos contra los yihadistas y también para destruir uno de los contenedores con armas que los aviones de EE UU habían lanzado de madrugada, ya que cayó en una zona controlada por los yihadistas por lo que había riesgo de que las armas acabaran en sus manos, explica el Mando Central estadounidense en un comunicado.
Kobane (Ayn el Arab, en árabe) está defendida solo por la milicia kurda local, que ha conseguido resistir el empuje de los yihadistas, más numerosos y mejor armados, en parte gracias a los ataques aéreos de la coalición internacional contra los yihadistas liderada por EE UU.
El avance de los radicales del Estado Islámico hacia Kobane desplazó a cerca de 200.000 personas, que cruzaron al lado turco como refugiadas, y provocó que kurdos turcos acudieran a la zona para ayudar a los desplazados y también para intentar cruzar a Kobane a unirse a la lucha junto con la milicia local YPG.
La presencia de un enemigo común encarnado en los yihadistas del EI ha acercado a las diferentes facciones kurdas, que por ejemplo ya han combatido juntas contra el Estado Islámico en el norte de Irak. Ahora, y gracias al permiso de Turquía, la misma situación podría reproducirse en Kobane.