La calle Barão de Itapetininga, en el centro de São Paulo, dejó de ser conocida solamente como un área de compras para transformarse en el metro cuadrado más vandalizado por adeptos a la táctica “black block“, que defiende la destrucción del patrimonio como forma de protesta.
Después del comienzo de las manifestaciones de junio, por lo menos 20 establecimientos situados en un trecho de 300 metros de esa calle ya tuvieron vidrios rotos, puertas destruidas, paredes pintadas con aerosol o sufrieron saqueos. Otros 17 locales en las calles Direita y Sete de Abril y en la plaza Ramos de Azevedo, todos en el centro de la ciudad, fueron blanco de la destrucción.
La depredación sucede generalmente hacia el fin de las manifestaciones. Por lo menos dos veces, los ataques comenzaron cuando los manifestantes pasaron frente a un McDonald’s.
“Eligen algunos símbolos de poder, agencias bancarias, empresas multinacionales y locales de fast food para llamar la atención”, afirma el cientista político Pedro Arruda, de la PUC. Es la llamada violencia “simbólica”.
Un sondeo hecho por Folha señala que un tercio de los locales depredados en la región son bancos, le siguen los locales de ropa, restaurantes y negocios de telefonía móvil. Algunos locales fueron atacados más de una vez.
Los pequeños comercios no se salvan del ataque de los agresores. “Arrojaron una silla a mi puesto de diarios, cuando estaba cerrado”, cuenta Martim da Silva, de 47 años, quien trabaja en la calle Dom José de Barros, que cruza la Barão de Itapetininga.
Para garantizar que no tendrá más prejuicios y desestimular nuevos ataques, los días en que hay protestas Silva se queda de guardia en su puesto de trabajo.
Este año, dos manifestaciones en contra del Mundial tuvieron lugar los sábados, cuando en los bares del centro hay música en vivo y las peatonales están repletas de mesas. La próxima protesta está marcada para el jueves que viene (13).
“Estamos lidiando con terrorismo. Querían robarse el equipo de música, rompieron botellas”, dijo Ademir Ramiro, de 55 años, dueño de un local de comida.
El tumulto provocó que varios clientes salieran sin pagar. En medio de la confusión, algunos manifestantes intentaron mezclarse con los clientes de los bares para tratar así de huir de la Tropa de Choque de la PM. Y se dieron cuenta de que, muchas veces, el mensaje que quieren transmitir no es bien recibido por los demás.
“Cuando estábamos cerrando las puertas, algunos se sacaron las máscaras y entraron aquí. Casi son agredidos por los clientes”, contó Alexandre Silva (40), cajero de un restaurante.