Con mayoría en las dos cámaras, los legisladores republicanos ya pusieron en marcha el plan para desarmar el emblemático programa de salud del presidente y las regulaciones financieras
stados Unidos calentó ayer los motores para la era de Donald Trump con la entrada en funciones del nuevo Congreso, donde las dos cámaras de mayoría republicana comenzaron a sesionar decididas a echar por la borda el vasto programa de salud que promovió Barack Obama y desmantelar regulaciones financieras y medidas de protección al medio ambiente.
El arranque destacó la reelección como presidente de la Cámara de Representantes del republicano Paul Ryan, un crítico de Trump durante la campaña que finalmente lo apoyó por disciplina partidaria. Y más significativo aún fue el llamado al orden del magnate a un grupo mayoritario de legisladores republicanos, que debieron dar marcha atrás en un proyecto de ley a punto de votar.
“Tenemos mucho que hacer? y mucho que deshacer”, dijo el líder de la bancada republicana en la Cámara baja, Kevin McCarthy, en una carta a sus correligionarios, que con las elecciones del 8 de noviembre pasado retuvieron la mayoría y tomaron impulso para avanzar en una agenda más conservadora en lo social y lo económico.
El primer objetivo será derribar el llamado Obamacare, el programa de cobertura de salud para los millones de norteamericanos sin seguro que el presidente impulsó como su propuesta insignia, consiguió convertir en ley y desde entonces lucha por mantener y expandir en una puja constante con sus adversarios republicanos en el Congreso.
Los republicanos, que lo bombardearon desde el primer día en que el proyecto fue enunciado, lo consideran un programa inviable que obstaculiza el crecimiento del empleo.
“La gente debe recordar que el Obamacare simplemente no funciona y no es barato”, escribió Trump en su cuenta de Twitter.
En lo alto de la agenda figura además derrumbar regulaciones de protección del medio ambiente y deshacer regulaciones financieras que rigen desde la crisis de 2008, que los republicanos consideran lastres para la economía.
Los demócratas tratarán de bloquear los planes republicanos al apelar a la opinión pública y utilizar tácticas dilatorias en el Senado. Pero esa estrategia tiene limitaciones: 23 senadores demócratas se jugarán sus bancas en 2018, diez de ellos de estados ganados por Trump, y podrían pasarse al otro bando a la hora de votar.
“Lo que siempre haremos será obligar al presidente electo y a sus colegas republicanos en el Congreso a rendir cuentas”, dijo el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer. “Seremos un bloque que se esforzará por garantizar que el presidente electo cumpla su compromiso de asegurar la grandeza de Estados Unidos, en su mejor sentido y tradición”, agregó.
Rebelión
Ya en el primer día de sesiones del Congreso una intervención de Trump vía Twitter ahogó una pequeña rebelión de los representantes republicanos, que habían acordado a puerta cerrada restringir el poder de una entidad independiente, encargada de investigar las acusaciones de mala conducta contra los legisladores y el personal a su cargo.
La propuesta era colocar la llamada Oficina de Ética del Congreso, ahora independiente, en la jurisdicción de la Comisión de Ética de la Cámara baja, un comité que había sido cuestionado por hacer la vista gorda a denuncias creíbles de actos ilícitos de congresistas. La maniobra no fue consentida por Ryan ni por McCarthy, los pesos pesados del partido en la Cámara baja, que manifestaron su oposición.
Trump apeló una vez más a su profusa cuenta de Twitter para detener la iniciativa de los legisladores -dispuestos a votarla ayer mismo-, que hubiera significado que los congresistas se puedan controlar a sí mismos en investigaciones de corrupción y otras denuncias graves.
Pero no fueron razones de transparencia sino de prioridades las que motivaron la tarjeta roja de Trump al cambio de órbita de la oficina de control legislativa.
El magnate cuestionó que “con todo en lo que el Congreso tiene que trabajar” los legisladores privilegien debilitar la oficina de control del Congreso, a pesar de “lo injusta que pueda ser”. “¡Céntrense en la reforma tributaria, la asistencia sanitaria y tantas otras cosas de importancia mucho mayor”, exigió.
Una vez sofocada la revuelta, Ryan dijo que la Cámara de Representantes “exigirá a sus miembros cumplir con los más altos estándares éticos y que la Oficina de Ética del Congreso continuará operando independientemente para asegurar la rendición de cuentas del Congreso”.
Dispuestos a todo para diluir el Obamacare y desregular las finanzas y la protección del medio ambiente, no se espera que los republicanos muestren el mismo celo en avanzar en las denuncias sobre el espionaje ruso que se conocieron recientemente y que motivaron una batería de sanciones de Washington contra empresas y diplomáticos rusos. Según Obama y la dirigencia demócrata, el Kremlin intervino en los sistemas informáticos del partido para maniobrar a favor de Trump en la antesala de las elecciones.
Mañana será la primera audiencia ante una comisión del Senado sobre el informe de los servicios de inteligencia, donde dan cuenta de la interferencia de los hackers rusos en las computadoras demócratas y otras instituciones. Si bien se estima que habrá paneles de investigación individuales, no se espera el nombramiento de una comisión especial de alto perfil.