Concejales afroamericanos y latinos venían reclamando esta medida desde hace años.
El Ayuntamiento de Nueva York ha votado el lunes 18 de octubre de forma unánime sacar de la sala de sesiones la estatua centenaria de Thomas Jefferson (presidente de Estados Unidos de 1801 a 1809). El monumento, que supera los dos metros de altura, ha sido objeto de debate desde que hace un año se iniciara una reflexión a nivel nacional sobre el lugar que en la memoria colectiva merecen los padres de la patria, pero que fueron racistas notorios e incluso esclavistas (Jefferson llegó a tener 600 esclavos).
Sin embargo, el consistorio neoyorquino no ha decidido el destino de la efigie, una muestra de lo complicado que resulta el consenso sobre las figuras históricas del país. Poco antes de la votación, el presidente de la Comisión de Diseño Público, responsable de todo el patrimonio municipal, advirtió: “Hay 700 objetos artísticos en nuestra jurisdicción, no podemos tomar una decisión alocada que siente un precedente para las otras 699 obras que supondrían también un desafío para personas de otros colectivos”.
Concejales afroamericanos y latinos venían reclamando su retirada desde hace años. Finalmente, se ha emitido un comunicado conjunto con el caucus asiático en el que recuerdan que “esta Administración la debe [la retirada] a más de cinco millones de los neoyorquinos que representan nuestros colores”. Asimismo, Adrienne Adams, concejal del distrito de Queens y copresidenta del caucus, ha destacado en la audiencia que “Jefferson representa algunas de las partes más vergonzosas de la historia de nuestro país”.
Su nueva localización
En principio se había consensuado enviar la estatua a la Sociedad de Historia de Nueva York, donde sería mostrada junto al necesario contexto histórico. Sin embargo, el acuerdo se malogró porque el acceso al lugar es de pago, por lo que se propusieron a última hora emplazamientos alternativos como la Biblioteca Pública o el despacho del alcalde, posponiendo la decisión final hasta antes de que acabe el año.
La de Thomas Jefferson no es la única estatua que ha generado una gran polémica, ya que todavía está pendiente el traslado de la efigie de Theodore Roosevelt, presidente del país entre 1901 y 1909, y que se encuentra a la entrada del Museo de Historia Natural de la ciudad. Sin embargo, no ha podido llegarse a un acuerdo en el mismo Ayuntamiento sobre su destino final.