El síndrome de Takotsubo representa ya aproximadamente el 5 % de los casos sospechosos de infarto.
En 1997, Alejandro Sanz cantaba por primera vez aquello de “para qué me curaste cuando estaba herido si hoy me dejas de nuevo el corazón partío”. Es probable que parte del éxito arrollador de la canción respondiera a que recogía ese saber popular según el cual un disgusto puede partirnos el corazón, y que es posible morir de amor (o más bien de desamor).
Pocos años antes, en 1990 y 1991, los médicos japoneses Sato y Dote habían descrito por primera vez el que denominaron síndrome de Takotsubo, que venía a ser la confirmación científica de lo que ya intuía la gente por pura observación o experiencia personal.
Takotsubo es el nombre japonés de la vasija empleada para capturar pulpos (tako: pulpo, tsubo: olla o vasija) y su elección para este síndrome cardíaco obedece a la forma que adquiere el ventrículo izquierdo del corazón durante un episodio, más ancho de lo normal. Aunque su origen exacto es un misterio, la teoría más aceptada guarda estrecha relación con la canción de Alejandro Sanz.
Un infarto que no lo es
“En síntesis, el síndrome de Takotsubo es un trastorno del corazón que presenta todos los síntomas del infarto de miocardio sin serlo. La persona que lo padece presenta dolor en el pecho, falta de aire y cambios electrocardiográficos y bioquímicos similares a los de un infarto”, explica la doctora Pilar Tornos, jefa del servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Barcelona.
“La sorpresa llega cuando estudiamos la arteria coronaria. Mientras que en un infarto está total o parcialmente obstruida, en el síndrome de Takotsubo no presenta ninguna anomalía”, añade la especialista. Según algunos estudios, hasta el 5 % de los casos sospechosos de infarto están causados por este síndrome.
De hecho, “el pronóstico de este trastorno es generalmente benigno, la recuperación del corazón es completa a las pocas semanas y no requiere medicación posterior, aunque en los primeros momentos de su aparición se suele indicar el mismo tratamiento que en los infartos hasta que los estudios ecocardiográficos confirmen que se trata de Takotsubo”.
Sin origen conocido
Casi tres décadas después de su descripción, aún no hay certeza sobre sus causas. “La teoría más aceptada es que se produce por efecto de las denominadas catecolaminas, unas partículas que funcionan como neurotransmisores en el cerebro y como emisarios químicos en la sangre”, añade la doctora Tornos.
Las principales catecolaminas son las conocidas dopamina, adrenalina y noradrenalina, que intervienen en las emociones, el estrés, el control de la motricidad o el aprendizaje, funciones que ya dan una pista de por qué pueden estar relacionadas con el síndrome de Takotsubo.
“Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que este trastorno siempre va precedido de alguna emoción fuerte, generalmente negativa, como la muerte de un familiar, un desastre natural o una ruptura sentimental repentina”, detalla la doctora, “aunque también se puede producir por una emoción positiva, como que te toque mucho dinero en la lotería o que gane tu equipo”.
Un trastorno femenino
Otra peculiaridad del también llamado síndrome del corazón roto o, más técnicamente, disfunción apical transitoria, es que afecta sobre todo a mujeres en edad postmenopáusica. “Sin que tampoco sepamos exactamente por qué, las estadísticas indican que afecta a las mujeres mucho más que a los hombres, con una relación de 9 a 1, aunque curiosamente su mortalidad, que es baja en general, es mayor en la población masculina”, afirma la jefa de Cardiología de Quirónsalud Barcelona.
Dos casos recientemente diagnosticados por la doctora Tornos confirman lo que se sabe de esta dolencia. Los dos fueron mujeres, una de 65 años y la otra de 68. En el primer caso, el episodio sobrevino minutos antes de dar un recital de piano ante un gran auditorio, lo que le generó gran ansiedad. En el segundo, la mujer acompañaba a su marido hospitalizado cuando recibió la noticia de que habían robado en su casa.
“El estudio cardiológico completo descartó en ambas pacientes que se tratara de un infarto convencional: las arterias coronarias eran sanas y la morfología del ventrículo en el ecocardiograma y en el ventriculograma eran típicos de Takotsubo. En los dos casos la recuperación fue total”, confirma la doctora Pilar Tornos.