Charamsa culpa a la jerarquía de convertir en “un infierno” la vida de los católicos gays.
Krzysztof Charamsa, el prelado que declaró públicamente que es gay y tiene pareja, ha cargado duramente contra la jerarquía de la Iglesia católica. En una carta enviada al papa Francisco, acusa al Vaticano de hacer “un infierno” la vida de millones católicos homosexuales de todo el mundo. Charamsa, que tras al anuncio fue despojado de sus cargos, critica también a la jerarquía católica por “perseguir” y provocar un “sufrimiento inconmensurable” a los católicos gais y sus familias.
El prelado, polaco de 43 años, afirma que el clero católico está “lleno de homosexuales” pero que es también “violentamente homofóbico”, según cuenta la BBC, que ha tenido acceso a la misiva. En ella, pide a “todos los cardenales, sacerdotes y obispos gais” que tengan “el valor de abandonar esta Iglesia insensible, injusta y brutal”.
Charamsa, que era oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio– y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, escribió la carta hace unas semanas; el mismo día en el que compareció públicamente en Roma para hablar de su homosexualidad y donde presentó a su novio. En la carta, explica al Papa sus razones de contarlo y dice que tras un “periodo largo y atormentado de oración y discernimiento” tomó la decisión de “rechazar públicamente la violencia de la Iglesia hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y personas intersexuales”.
El polaco agradece al papa Francisco algunos de sus gestos y palabras sobre los homosexuales —“¿Quién soy yo para juzgar a los gays?”, dijo por ejemplo el Pontífice en 2013—, pero a la vez indica que esos gestos quedarán en nada si no se retiran todas las declaraciones de la Santa Sede ofensivas y violentas hacia los homosexuales.
El anuncio de Charamsa, sacerdote desde 2003, desató una fortísima polémica en el Vaticano. Su declaración pública, además, fue un día antes de la reunión de 270 padres sinodales –obispos, cardenales, religiosos y expertos— para tratar los nuevos modelos de familia, el prelado polaco quería, efectivamente, sacudir el debate: