Así lo afirma Ángela Rodicio, quien se ha encargado de estudiar lo que está sucediendo en Medio Oriente y viene de escribir el libro “Las Novias de la Yihad” sobre el incremento en la cantidad de mujeres que se unieron en los últimos años a Estado Islámico.
Ángela Rodicio (Ribadavia, 1963) empezó a informar en 1990 con la desintegración de la antigua URSS y la guerra entre Irán e Iraq, y desde entonces ha cubierto casi todos los conflictos de Europa y Oriente Medio, desde los Balcanes a Israel. Reconocida con galardones como el Cirilo Rodríguez y el Víctor de la Serna, autora de libros como La guerra sin frentes o Acabar con el personaje, su última obra es Las novias de la Yihad, que mereció el premio Espasa 2016. En él explica el proceso por el cual miles de mujeres se han unido en los últimos años al Estado Islámico.
Su libro comienza buscando a los simpatizantes de la yihad en Londres, no en Siria o en Iraq. ¿Tenemos el problema en casa?
Así es. Mientras preparaba la documentación para este libro, incluyendo un viaje a Iraq y a la frontera Siria, el hijo adolescente de una amiga me dijo: “Vente a Londres y te presento a toda esta gente que un día de estos se va a ir con los talibanes o con el Estado Islámico, estudian en mi universidad”. Al final se ve que todo es muy coherente. Ya no existe el ellos o el nosotros, como en tiempos de Lepanto, el aquí o el allí. Ahora es ellos y nosotros: ellos están aquí, nosotros tenemos nuestros intereses geoestratégicos allí. De hecho, el Daesh no existirá sin internet, que es por definición un mundo global.
¿Hasta qué punto la situación socioeconómica influye en la captación de estas jóvenes?
Para nada. En absolutamente todos los estamentos se ha filtrado esta ideología. Tanto por parte de conversos como musulmanes de origen, he visto interés por alistarse con algún grupo armado. Es gente que de repente siente vacío, muy vulnerable, con una gran incomunicación con sus casas… Creo que estamos viviendo un momento de transición, donde alguien se radicaliza en pocos días porque hay un terreno abonado de vacío, de descreimiento, de incomunicación. Esos son los puntos débiles.
Usted alude a Mesopotamia para explicar lo que sucede ahora. ¿No es exponerse mucho a la mitología orientalista?
No se entiende nada sin la historia de la zona. Su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, que en realidad es un al-Qurashī, de la tribu de los al-Qurashī de Samarra, cogió ese nombre, al-Baghdadi… precisamente porque estos fenómenos no existirían si no hubiera un reclamo moral. En la época del califato abasí de los suníes de Bagdad en su época dorada, Bagdad era la capital del mundo, de la cultura universal. Fueron los que importaron el papel de China, empiezan la escritura con los caracteres de los caldeos, fundan las religiones monoteístas… Abraham hizo el viaje desde Ur, en el sur de Iraq, hasta Hebrón. Si no entiendes estos reclamos históricos, no entiendes por qué todos estos jóvenes van a recrear su época dorada del califato.
Claro, la pregunta es si lo que quieren es regresar a una época preexistente, o es una recreación a lo Mil y Una noches que obedece a otros intereses, que justifica ciertos desmanes.
Por supuesto, por parte de ellos, es volver a las raíces de la religión. El Estado Islámico es la interpretación más radical del islam, que es la wahabí. Pero la instrumentalización que se hace de ello es otra cosa. La zona geográfica donde se mueven estos grupos terroristas son por definición zonas geoestratégicas de petróleo, oleoductos, de nuevas fronteras. De hecho, las viejas fronteras ya no cuentan, hoy los expertos hablan incluso de Siraq, es un nuevo ente. Luego ves las fronteras que fueron creadas justo hace cien años, en Sykes-Picot, reprogramando los despojos del Imperio Otomano, y son líneas rectas, no son naturales. Eso es lo que se está rediseñando ahora. Y esta gente que te vende ahora las Mil y una noches, lo que vende son las Mil y una noches del terror. Esta es la razón por la cual mi libro no solo propone un viaje geográfico, sino también por la mente de estos adolescentes.