Se habían asociado con narcos argentinos y colombianos, que serán juzgados en agosto. En 2012 comenzaron a llegar ciudadanos rusos y ucranianos con antiguos contactos en la ex KGB y el Ejército Rojo. Querían llevar toneladas de droga a Europa. La justicia no los pudo detener por la traición de un ex policía federal.
Me estoy por reunir con los tuyos, estoy dando vueltas por toda la Capital, parece que hay algo importante”, le dijo por teléfono el ucraniano Serguey Museychuk a su compatriota Iván Polivkin, un rato antes de llegar a la Pizzería “Viva Lugano”, en Avenida Cruz al 5400, donde lo esperaban dos argentinos y un peruano. Al rato, Museychuk les diría: “Está todo preparado. Tenemos todo, vos te vas y después los ves…”.
Según consignó Tiempo Argentino, desde el juzgado Federal de Instrucción N° 12, a cargo de Sergio Torres, creen que ese encuentro, que se dio el 15 de marzo de 2012, fue uno de los tantos que existieron en Buenos Aires entre células de la “mafia rusa” de íntimas conexiones con agentes de la ex KGB y el ejército de la antigua Unión Soviética, y sus contactos locales para traficar cocaína a gran escala a Europa. Sin embargo, un policía infiel de la División de Drogas de la Policía Federal puso en peligro la operación y sólo se alcanzó a detener a los nexos locales. Nueve sospechosos irán a juicio en agosto, entre ellos hay tres detenidos: dos argentinos y un colombiano.
Este escenario fue propicio para que actuaran algunos ex agentes del antiguo servicio secreto soviético, conocido en la jerga de la inteligencia como KGB.
Poco antes de marzo de 2012, uno de los representantes de las fuerzas especiales de seguridad de Ucrania en la Argentina les había detallado a las autoridades de la Policía Federal sobre la presencia de un grupo de sospechosos, en su mayoría de nacionalidad ucraniana y rusa, que se dedicaban al tráfico de drogas. Por eso, los investigadores mantenían intervenidas las comunicaciones y le seguían los pasos a una decena de personas de procedencia ucraniana y rusa que presuntamente estaban operando en la Argentina.
CONEXIÓN EN HOLANDA. Según consta en la causa 15.407/2011, la reunión en la pizzería de Lugano fue una especie de presentación entre las partes. Unos meses después, el 27 de junio de ese año, el argentino Juan “El Negro” Yazbek llegó al aeropuerto de Barajas, Madrid, para concretar una de las transacciones más importantes de su vida, en la que intentó vender un cargamento de cientos de kilos de cocaína y en ese terreno los rusos eran sus potenciales clientes.
Tras su detención, el propio Yazbek reconoció ante la justicia que compartió un café en el puerto de Rotterdam, Holanda, con Ivan Polivkin y Jorge Simarro Arbiza, quien en ese entonces era uno de los españoles más buscados por la Guardia Civil e Interpol. Simarro Arbiza, también conocido como El Gordo o Silver Surfer, no tardó en ser apresado a pedido del juzgado Federal N°2 de Lomas de Zamora, vinculado al Operativo Luis XV donde se secuestraron 280 kilos de cocaína.
Pero en esta ocasión, Yazbek era el nexo entre los rusos y Simarro Arbiza, quien era el dueño de la droga. De las escuchas telefónicas, se desprende que el argentino ofreció dos tipos de cocaína, a la que llamaron, en código, “departamentos” y “propiedades”. La droga tenía dos calidades: la de los “ambientes húmedos”, es decir de menor precio; y los “luminosos”. Al parecer no se pusieron de acuerdo con los montos y la operación quedó en la nada. Del expediente judicial se desprende que la droga fue ofrecida a al menos dos oferentes más.
Yazbek se convirtió en un personaje clave para los rusos gracias a la confianza que se ganó de otro argentino: Carlos Hugo Paino, quien tenía línea directa con Polivkin. Lejos de los rencores, el vínculo entre Paino y Polivkin se afianzó cuando el primero se quedó con la mujer del segundo, Katerina Chsitilina.
En la causa se estableció que Polivkin y Museychuk tenían el mismo cargo dentro de la organización criminal transnacional. Ambos eran los coordinadores de la distribución de la droga. Sin embargo, en esos tiempos gran parte de los “trabajos” quedaron en manos de Polivkin ya que uno de los hijos de Museychuk había sido baleado frente a su casa de Burzaco, al sur del conurbano, y se alejó de los negocios.
Por su parte, Polivkin vivió en Argentina hasta el 12 de mayo de 2012, cuando se instaló definitivamente en Valencia, España. El viaje no impidió que siguiera bajo la lupa del juez Torres, quien estableció que apenas llegó a Europa, se contactó con Vadim Ivanov, también conocido como El Viejo y con Dimitri Tatarintcev, alias Tony.
Tiempo después, El viejo cayó preso a bordo de la embarcación “Delaware U.S.A.” en las costas de Piriápolis, en Uruguay, junto con Orest Pavziuk, otro de los presuntos jefes de la banda mixta de ucranianos y rusos. Estos dos sospechosos eran investigados por la Guardia Civil de España en el marco de la “Operación Bora”, a cargo del Juzgado Central de Instrucción N° 1 de la Audiencia Nacional de Madrid.
Los vínculos de Polivkin llegarían a las más altas esferas de la denominada mafia de Tambov, la más fuerte de San Petersburo y todo el noroeste ruso.
TRAICIÓN. Las fuentes consultadas revelaron que esta investigación arrojó varias hipótesis de trabajo, dejando al descubierto el accionar de diferentes células delictivas de Europa del Este con narcos argentinos. Estas pistas están presentes en algunos expedientes abiertos en paralelo. Pero el desenlace de la causa 15.407 fue estrepitoso. Si bien en la actualidad hay nueve procesados, tres de ellos tras las rejas, la pata ucraniana y rusa salió indemne.
Mientras la justicia federal esperaba asestar un duro golpe a los sospechosos europeos, en octubre de ese año se ordenaron una serie de allanamientos en carácter de urgencia, porque Fernando Bravo, principal de la División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, le pasó el dato a los investigados de que estaban tras sus pasos.
Este capítulo tiene como protagonista al colombiano Juan Carlos Borda León, quien se contactó con Yazbek cuando éste volvió de Europa, el 15 de agosto de 2012. Parece que Borda León le pidió al argentino que “caminara la información” sobre el robo de una importante cantidad de cocaína que estaría siendo ofrecida a bajo precio.
Con la ayuda de Héctor Gabriel Pressavento, un policía exonerado de la Federal que tenía la empresa de custodios privados “Extrema Seguridad SRL”, Yazbek dio con los datos de un hombre que tendría el supuesto cargamento robado con unos 400 kilos de cocaína. Si bien la idea del colombiano era adquirir la droga, los argentinos tenían otros planes. Estaban cansados del “desprecio” de Borda León, que siempre se quedaba con las mejores tajadas. Entonces, decidieron compartir el negocio con Bravo, a quien Pressavento conocía desde que habían compartido el destino en la comisaría 39.
A cambio, Bravo les había ofrecido quedarse con un alto porcentaje de la cocaína a secuestrar. Pero todo cambió cuando Bravo le dio información clave a Pressavento sobre un agente de la División de Precursores Químicos que le seguía sus movimientos a bordo de una moto. La suerte de la causa quedó echada cuando Bravo advirtió a sus cómplices que tenían que descartar todos los teléfonos celulares. Pocas horas después, la justicia federal cayó en los domicilios de los sospechosos.
La causa fue elevada a juicio oral en junio de 2013 y el Tribunal Oral Federal 6 recién dará inicio al debate el 10 de agosto. Desde el juzgado federal a cargo de Sergio Torres sienten que estuvieron muy cerca de sentar en el banquillo a las células criminales activas rusas y ucranianas, pero algo falló en el inicio de la pesquisa y sólo estarán imputados algunos contactos locales de la mafia rusa, que llegó con aquella reunión en Lugano.
La cifra. $1,5 millones fue el embargo que la justicia federal le impuso a los nueve procesados en la causa. Todos tienen sus bienes bajo control judicial.
La temida banda de Tambov
A fines de la década de los ’80, cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas estaba a punto de ser desintegrada, comenzaron a crecer en Rusia y las naciones satélites diferentes grupos criminales que manejaron todo tipo de negocios: desde la trata de personas, narcotráfico, extorsiones, hasta tráfico de armas.
Este escenario fue propicio para que actuaran algunos ex agentes del antiguo servicio secreto soviético, conocido en la jerga de la inteligencia como KGB.
En San Petersburgo se hicieron fuertes dos hombres de la ciudad de Tambov, Vladimir Kumarin y Valery Ledovskikh. Por eso, este grupo criminal tomó su nombre. Tras décadas de sangrientas luchas contra otras bandas y luego de una purga interna, esta banda logró influencia en cientos de empresas vinculadas con la industria y mantendría el control de las naftas en una vasta región rusa. Algunas fuentes deslizan que también controlarían el tráfico en los puertos de San Petersburgo, Arkhangelsk, Murmansk y Kaliningrado.
De acuerdo a la información recabada en el juzgado federal de Sergio Torres, Valeriy Ledovskykh, de 50 años, llegó junto a su madre y su esposa al Aeropuerto Jorge Newbery el 16 de abril de 2012 y se hospedó en el Hotel Intersur Recoleta. Polivkin fue quien recibió al resto de la familia ucraniana y rusa y mantuvo varios encuentros con quien sería uno de los líderes de la banda a nivel internacional.
El hijo de “Tula”
El dato. Cristian Alberto Ray es uno de los tres presos que tiene la causa. Se trata del hijo del mítico personaje del fútbol y del peronismo, Carlos Tula. Está acusado de ser empleado de Yazbek para “mejicanearle” droga al colombiano Juan Carlos Borda León.