Telegram es una aplicación que encripta mensajes y permite crear grupos y programar la destrucción de conversaciones. Durante el atentado del avión ruso en el Sinaí se detectó una actividad frenética en algunos grupos, que han sido cerrados por su pertenenecia al IS.
La parroquia de militantes del autodenominado Estado Islámico se había acostumbrado a batallar contra Twitter y el incansable cierre de cuentashasta que se toparon con la herramienta perfecta para seguir diseminando su propaganda: Telegram. La aplicación -creada por los hermanos rusos Nikolai y Pavel Durov tras probar éxito con Vkontakte, un trasunto del “Facebook”- se ha convertido en el refugio de los “muyahidines” (guerreros santos) desde que el pasado septiembre añadiera a sus funcionalidades los canales, que permiten difundir mensajes en cualquier formato -archivo de datos, vídeos, audios, fotografías o enlaces- a un número ilimitado de usuarios. “El IS ha usado principalmente Telegram para abrir canales que han agregado contenido oficial preparado por sus divisiones mediáticas”, señala a EL MUNDO Ayman al Tamimi, un reputado experto en yihadismo. “Ha sido -agrega- un vehículo muy útil para que los analistas podamos seguir la magnitud de contenidos oficiales que el IS publica a diario”.
Las entrañas de Telegram fueron un hervidero de mensajes la mañana del 31 de octubre cuando un avión ruso con 224 personas a bordo se estrelló en el norte de la península egipcia del Sinaí y la noche del 13 de noviembre cuando fusiles de asalto y cinturones de explosivos apuñalaron París. La reivindicación de ambas acciones y las posteriores muestras de júbilo corrieron como la pólvora por Telegram. “Una de las ventajas es que esos canales eran capaces de operar sin trabas, algo que ha cambiado tras los atentados de París”, advierte el analista. El pasado miércoles la compañía que opera la herramienta -con sede en Berlín y registrada como una organización sin ánimo de lucro para sortear la presión financiera y jurídica- anunció el cierre de 78 canales establecidos por seguidores o militantes del IS en una docena de idiomas. “Nos molestó saber que los canales públicos de Telegram estaban siendo utilizados por el IS para difundir su propaganda”, declaró la empresa.
En los últimos meses la herramienta había experimentado un crecimiento espectacular. En un informe elaborado por TRAC -una organización estadounidense que rastrea los mensajes y los movimientos del IS- y al que ha tenido acceso este diario, se estudian al detalle canales vinculados al grupo yihadista que en apenas una semana pasaron de 5.000 a 10.000 miembros. Uno de ellos –“Jilafa News” (Noticias del califato), ya clausurado- logró almacenar en menos de un mes de existencia 1.875 imágenes; 71 vídeos; 130 archivos de datos; 14 mensajes de voz y 816 enlaces.
En Telegram, solo el administrador de la cuenta puede publicar material en el canal aunque los seguidores suscritos tienen la opción de compartirlo con el resto de su audiencia. Antes de la migración masiva de los yihadistas a esta red social -accesible tanto como aplicación de móvil como página web-, Telegram era un servicio de mensajería similar al WhatsApp pero con un encriptado de las comunicaciones a prueba de espías.
De hecho, Pavel Durov nunca ha ocultado que su principal aliciente era establecer un medio de comunicación completamente impermeable a las agencias de inteligencia rusa. Las conversaciones privadas entre los usuarios de Telegram emplean un cifrado tan avanzado que sus creadores han ofrecido una recompensa de 300.000 dólares al primer informático capaz de penetrar en el sistema. Las charlas no dejan huella en los servidores y se puede programar la opción de que los mensajes se autodestruyan un segundo o una semana después de ser abiertos. Un auténtico filón para la legión de yihadistas que tiene como misión sumar a la causa a nuevos fieles en cualquier rincón del planeta y persuadirles de emprender el camino al califato proclamado a caballo de Siria e Irak o perpetrar ataques en sus países de origen. La mensajería puede ser empleada incluso para captar financiación. Cuando el pasado septiembre le preguntaron por la creciente conversión de su invento en un nido de yihadistas, Pavel replicó que no cambiaría el modelo.
“La privacidad es más importante que el miedo a que sucedan cosas malas como el terrorismo. (…) No creo que estemos colaborando con estas acciones ni que debamos sentirnos culpables. Estamos haciendo lo correcto, proteger la privacidad de nuestros usuarios”, aseveró. Aunque -como ya hiciera Twitter- Telegram ha comenzado a eliminar los canales públicos asociados al IS y ha instado a sus usuarios a denunciar aquellos que amparan actividades ilegales, las conversaciones privadas siguen gozando de blindaje. Su uso, en cualquier caso, no es exclusivo de la organización que dirige Abu Bakr al Bagdadi. “Otros muchos grupos lo están empleando como Liwa al Fatemiyun [milicia chií afgana que lucha en Siria] o Liwa Shuhada al Yarmuk [grupo rebelde sirio]. Todos están recurriendo a Telegram para difundir propaganda aprovechando que se trata aún de una herramienta poco regulada”, concluye Al Tamimi.