Toneladas de desechos se están acumulando en la montaña más alta del mundo dejando un paisaje desolador.
Desde que Edmund Hillary alcanzó el pico del Everest en 1953, se calcula que miles de personas han intentado la gesta. Algunos lo han conseguido, pero otros se quedaron por el camino y no consiguieron descender. Y no solo personas, toneladas de desechos se están acumulando en la montaña más alta del mundo dejando un paisaje desolador.
El problema no tiene que ver con los cadáveres de los excursionistas muertos, a menudo en posiciones precarias para ser recuperados de forma segura. El principal problema radica en los cientos de turistas que llegan y dejan atrás tiendas de campaña, equipo de escalada rotos, botes de gas vacíos y una gran cantidad de excrementos. Según el sherpa Pemba Dorje:
Es repugnante, una monstruosidad. La montaña está transportando toneladas de desechos.
Lo cierto es que tanto el Tíbet como Nepal han implementado sistemas para tratar de alentar a los escaladores a reducir sus desechos. El Tíbet multa a los alpinistas con 100 dólares por kilogramo que dejan atrás, y Nepal cobra un depósito de hasta 4.000 dólares por equipo que se reembolsa si cada miembro baja al menos 8 kilogramos de basura. Para Nepal, el resultado fue que los escaladores devolvieron 25 toneladas de basura y 15 toneladas de excrementos, sin embargo, es solo una pequeña porción de la basura en las laderas. El problema es que muchos turistas ya se están gastando hasta 100.000 dólares para la caminata, por tanto, es muy posible que simplemente no les importe demasiado el depósito.
Según un informe de 2016, los sherpas locales eliminan hasta 11 mil kilos de heces humanas de la montaña cada temporada, arrojándolas en un pueblo cercano. Esto se convierte en un pozo de podredumbre pútrida, un estercolero con el que los lugareños tienen que vivir, y encima durante la temporada de los monzones se tiñe la ladera de su río en un espectáculo ciertamente asqueroso.
Por esta razón los ingenieros buscan convertir los pozos de desechos en una planta de biogás para convertir los residuos en combustible renovable, y los grupos locales están trabajando para limpiar la montaña. La limpieza del Everest en China redujo 8,5 toneladas de residuos entre abril y junio de este año, y el Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha lleva operando en el lado de Nepal desde 1991, implementando programas para mantener la montaña limpia.
Obviamente, lo ideal sería que los excursionistas asumieran de forma individual la parte que les toca cada vez que tratan de ascender la montaña. Mientras no sea así, el Everest seguirá siendo el basurero de mayor altitud del planeta, y todo gracias a los turistas con dinero que dejan a su paso una estela de residuos asquerosos.
Era el año 1996 cuando el escalador indio, Tsewang Paljor, perdió la vida en el Everest en una conocida tormenta. Durante casi 20 años, el cuerpo de Paljor, conocido popularmente como Green Boots, ha descansado cerca de la cumbre del lado norte de la mítica montaña. Junto a él hay más de 200 cuerpos.
Durante el tiempo que su cadáver yacía sobre las heladas piedras del área donde falleció, aquella figura congelada se convirtió en mítica. Green Boots, llamado así por el calzado de neón que llevaba cuando murió, aparecía y desaparecía dependiendo del tiempo. Cuando la cubierta de nieve era ligera, los escaladores tenían que pasar por las piernas extendidas de Paljor.
Paljor, como tantos otros, servía como punto de referencia para los aventureros. El desastre del Everest de 1996 ocurrió entre el 10 y 11 de mayo, cuando ocho personas quedaron atrapadas en una tormenta de nieve y murieron mientras intentaban descender de la cumbre.