El pueblo se ve desbordado por el turismo masivo: recibe 10 mil turistas por temporada. La planta de tratamiento de residuos cloacales está saturada y al borde del colapso. Detectaron bacterias multirresistentes en los ríos de la zona. Alerta para la salud.
En el Sur de la Argentina existe un pueblo fascinante que ya no quiere prosperar a cualquier precio. Parece esto una anomalía, pero es un consenso extendido entre los 3.000 habitantes estables que viven en El Chaltén, rincón idílico de Santa Cruz. Veían venir que el turismo, su principal fuente de ingresos, los estaba saturando, veían que los erosionaba la invasión de viajeros dolarizados. Se encendió una luz de alerta y en eso estaban cuando comenzaron a sentir mal olor: además estaban desbordando los desechos cloacales.
El Chaltén está dentro del Parque Nacional Los Glaciares, el más extenso del Sistema Nacional de Áreas Protegidas Argentinas. Ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981 debido a su espectacular belleza, su importancia glaciológica y geomorfológica, así como su diversa fauna en peligro de extinción. Este es un sitio de una belleza imponente, uno de los principales atractivos turísticos de la Argentina y meca del turismo internacional.
Las aguas hervidas se colaban. Quienes se interesaron por el tema tomaron muestras de agua de los ríos. Detectaron rastros de bacterias multirresistentes que pueden representar un riesgo para salud. Quienes caminan por los montañas, prácticamente todos los que allí viven y los más de 10 mil viajeros que visitan la zona cada verano, beben el agua de los cursos naturales, el agua confiable y refrescante, que acarrea el sabor de las piedras. Nadie sospecharía que anida en esos manantiales bellos la posibilidad de un percance. Hasta ahora.
“El Chaltén experimenta tensiones y desafíos a medida que el turismo crece a un ritmo más rápido que la actualización de su infraestructura de servicios”, dice un comunicado emitido por los residente de la comunidad. “Este rincón de la Patagonia austral argentina con vistas únicas del cerro Fitz Roy es una reserva de agua dulce clave para el ecosistema global y se ha convertido en un destino turístico en auge por su belleza natural y la promoción del turismo”.
“Sin embargo, su éxito como centro de escalada mundial y capital nacional del trekking ha llevado a problemas de infraestructura insuficiente, limitaciones en los servicios básicos, atención médica limitada y problemas de saneamiento, incluyendo la sobrecarga de una planta de tratamiento de desechos cloacales, a medida que aumenta la llegada de turistas”, revela la carta.
Aquello que mantiene a todos en alerta tiene que ver con el estado crítico de su planta de tratamiento de desechos cloacales. La capacidad de la planta se encuentra al límite. Antes del inicio de la temporada turística de verano se han registrado vertidos con escaso tratamiento de desechos en los ríos de la región. Esta situación plantea serias amenazas para la salud pública y la integridad de los cuerpos de agua naturales en el área.
Cronología de los hechos
Los hechos tienen una cronología. Son la derivación de un proceso de sorpresas, broncas y reclamos encadenados.
Entre 2020 y 2021, en tiempos de la pandemia, se conoció un informe sobre la contaminación del Río de las Vueltas, que confirmaba la presencia de Escherichia coli y salmonella en aguas receptoras y vertidos, con altas concentraciones bacterianas y de “coliformes fecales”. Para la primavera, surgió el proyecto “Donde Nacen Las Aguas” integrado por funcionarios y vecinos.
A principios del 2022 la pandemia había quedado atrás y comenzaba a insinuarse el regreso del turismo masivo. Fue entonces cuando los vecinos de El Chaltén presentaron solicitudes de información pública sobre el tratamiento de efluentes y sobre la calidad de aguas de la red de agua potable, después de un desborde de la cloaca. Comenzaron las movilizaciones. Se formó el proyecto activista “Guardianes de la Cuenca” y comenzaron a juntarse firmas para resolver la situación.
El último invierno la Administración de Parques Nacionales confirmó el vertido de efluentes en los cursos de agua y la detección de la descarga de aguas residuales sin tratar en los ríos dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Aseguraron que el problema existe al menos desde 2016. También se informó que tras un monitoreo de los niveles de bacterias coliformes y Escherichia coli en los ríos Fitz Roy y De las Vueltas, los resultados indican niveles más altos de estas bacterias aguas abajo de la planta de tratamiento de Servicios Públicos Sociedad del Estado. Desde el mes pasado, el CONICET está metido en el tema.
La semana pasada, los vecinos dijeron basta y coincidieron en que los hechos tenían que darse a conocer en todos los niveles posibles.
El activista ambiental y navegante Yago Lange fue del mar a la cordillera para colaborar con la amplificación del tema. “La situación ambiental del Chaltén no está bien. Contaminar uno de los ríos por un mal manejo de cloacas y mirar para el costado no es un buen ejemplo en uno de los destinos turísticos más llamativos a nivel mundial“, dice. “Me pregunto constantemente cómo actuamos frente a los problemas ambientales. Y me siento dando vueltas alrededor de las mismas respuestas. Cual es la responsabilidad de llamarse Patrimonio de la humanidad si no hacemos las acciones correctas para cuidarlo”.
Yamila Cachero vive en El Chaltén desde hace 25 años. Ademas de guía de montaña, tiene un emprendimiento de cabañas. “El problema que afronta El Chaltén es la falta de planificación urbana. No para de crecer. En temporada aumentamos de 3.000 residentes a 10 mil visitantes diarios. El sistema de cloacas quedó desfasado con el crecimiento de la localidad”, explica. Dice que aunque desde los alojamientos se esmeren en cuidar el uso que se hace de los deshechos es muy difícil llegar a todos los visitantes.
“Se tienen que encender todas las alarmas ante dos situaciones irreversibles como es la contaminación de las aguas del Rio de Las Vueltas por falta de infraestructura acorde. Y por otro lado el gran riesgo de incendios en una zona con vientos de 80km por hora habituales. Si a este riesgo le sumás la falta de personal de Parques Nacionales tenemos un combo al que si no le prestamos atención como sociedad y como Estado estamos errando donde poner las prioridades”, afirma.
En la misma línea, desde la Fundación Anfibia, se expresa Evangelina Vettese. “Estamos alarmados por la falta de coherencia entre los saberes que aporta la ciencia y las decisiones que se toman en territorio. Aunque hace años con la comunidad venimos impulsando la gestión participativa, en El Chaltén no se ven integradas las herramientas tecnológicas con las políticas públicas”, ilustra la doctora en Ciencias Biológicas.
“Por un lado, se improvisan proyectos de obras sobre humedales y zonas no urbanizables en Reservas Naturales Urbanas (con dos Amparos Ambientales en curso). Por otro lado, no se priorizan obras como la ampliación de la infraestructura de los servicios básicos fundamentales para afrontar el crecimiento de nuestro pueblo”, agrega.
Y finaliza: “Todo esto pone en serios riesgos la salud ambiental y pública, no solo por la contaminación y la exposición a riesgos geológicos, si no también por estrés, y malestar entre vecinos y vecinas. Hoy visibilizamos la contaminación del río, y como siempre, nuestra Fundación se pone a disposición para contribuir a una solución conjunta. Ya de manera urgente, necesitamos decisiones políticas a favor de la calidad de vida de las personas y de la integración de El Chaltén al entorno natural”.
Fundado a fines de los años 80 supo llevar con hidalguía el mote de “pueblo más joven del país”. Los viajeros del siglo XX, los grandes exploradores y aquellos que buscaban refugiarse del asedio de las grandes urbes, lo eligieron como paraíso ajeno a todo. Era y es la consumación de la belleza sobre la superficie de la tierra. Sus agujas de piedra son gritos petrificados al cielo. Sus glaciares, llanuras blancas en el corazón continental. El mundo lo codicia. Todos quieren estar allí. Pero el crecimiento sin pausa parece haber decretado algo: que El Chaltén ha perdido la inocencia.