El glaucoma es la segunda causa de ceguera del mundo occidental después de las cataratas. Para prevenirla, los especialistas aconsejan diagnosticarla a tiempo y hacer los controles y tratamientos adecuados, ya que su efecto es irreversible.
Se trata de una patología que provoca un daño progresivo en el nervio óptico, la parte del ojo que envía las imágenes al cerebro. De esta manera, el campo visual va disminuyendo de forma gradual y puede llegar a provocar ceguera, si no se trata a tiempo. El glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible en el mundo, y ya hay cerca de 60 millones de personas que la padecen.
Para identificar el problema, se mide la presión intraocular. Cuando se produce un desequilibrio entre la producción y la eliminación del humor acuoso, se produce un incremento de la presión en el interior del ojo. Hay varios tipos de glaucoma, que por lo general se puede clasificar según su origen (primario o secundario) y según la amplitud angular (ángulo abierto o ángulo cerrado).
Como la mayoría de los que padecen glaucoma no suelen tener síntomas hasta entrar en fases avanzadas de la enfermedad, y teniendo en cuenta la irreversibilidad de los daños, es muy importante diagnosticarla de manera temprana. Por ello es fundamental que a partir de los 40 años, se hagan visitan seguidas al oftalmólogo. Otra causas pueden ser tener antecedentes familiares, miopía, diabetes, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares, entre otros.
El Centro de Oftalmología Barraquer en España realiza un estudio preventivo tomando una muestra de la mucosa bucal, que permite valorar el riesgo relativo de padecer síndrome pseudoexfoliativo, glaucoma pseudoexfoliativo, o ambos.
La mayoría de los tratamientos tienden a aumentar la eliminación del líquido de la cámara anterior del ojo, el humor acuoso, y en algunos casos está indicado disminuir la producción. Los tratamientos farmacológicos tienen que ver con la aplicación de colirios de una a tres veces al día. También existe la opción de hacer un tratamiento con láser, de carácter ambulatorio. Hay tres modalidades: la iridotomía láser, habitualmente de carácter preventivo; la trabeculoplastia láser, apta para tratar glaucomas de ángulo abierto según su fase evolutiva y la edad del paciente y, finalmente, la ciclofotocoagulación transescleral diodo, enfocada a tratar directamente los procesos ciliares, productores de humor acuoso. Por último existe una tercera opción quirúrgica, con dos técnicas que son la trabeculectomía y la esclerectomía no perforante.
El buen cumplimiento del tratamiento es indispensable al igual que un diagnóstico precoz de la enfermedad, ya que la pérdida visual ocasionada es irrecuperable.