Por Dr. Javier Ruiz . Abogado y Especialista en Derecho Penal Internacional. Experto Jurídico por la Universidad de Oxford y el Instituto diplomático TMC Asser , La Haya, Países Bajos. Miembro de la Asoc. de Abogados de la Corte Penal Internacional (ICCBA). El autor participo del “Programa Avanzado en Contraterrorismo”, del Centro Internacional para el Contraterrorismo de La Haya (ICCT).
Nos encontramos ante un fenómeno que no es nuevo: la escala a la que los mercenarios y los agentes de las empresas militares participan en los conflictos armados y en los contextos de terrorismo, es gigantesca y a la vez , alarmante.
En los últimos tiempos, el Grupo Wagner incremento de manera significativa su presencia no solo en Ucrania: Siria, Libia, Sudán, República Centroafricana, Mozambique y Malí.
Varios países expresaron su preocupación por Grupo Wagner de Rusia, acusado en reiteradas oportunidades de violaciones de derechos humanos en los países donde opera. Ya el Reino Unido y la UE , emitieron sanciones contra el grupo y su jefe Yevgeny Prigozhin, quien estuvo a cargo de la rebelión o motín, del último sábado en la Federación Rusa.
En noviembre de 2022, el Parlamento Europeo ya emitió una resolución instando al Consejo Europeo a incluir a Wagner en la lista de “terroristas”. Actualmente, Estados Unidos está considerando designar al Grupo Wagner, de la misma manera, declarando a Wagner un TCO ( “organización criminal transnacional”), bajo la Orden Ejecutiva (EO) 13581 (2011), para bloquear los activos de “organizaciones criminales transnacionales significativas” que representan “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía”.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, varios países europeos aumentaron su presupuesto de defensa: Alemania, Polonia y los Países Bajos. Entre las razones del “recurso” a utilizar mercenarios, está la naturaleza encubierta de sus acciones, con tales actores operando en las sombras, ayudando a ocultar operaciones, ocultando sus vínculos con los gobiernos y ofreciendo a los gobiernos una negación de sus acciones.
La ventaja de confiar en “grupos” locales también podría ser la comprensión de la dinámica local. En otros casos, un vínculo ideológico puede ser la razón para que un estado use este tipo de “grupos” como el caso de Hezbolá.
El uso de “ejércitos privados militares”, por parte de Moscú se ha disparado en los últimos años, lo que refleja una mentalidad expansionista y un deseo de ganancias económicas, geopolíticas y militares.
Ucrania sirvió como uno de los primeros campos de pruebas, a partir de 2014. Los rusos luego refinaron el modelo, mientras estos mercenarios privados trabajaban con fuerzas locales en países como Siria y Libia. Con el tiempo, Moscú amplió el uso de “ejércitos privados”, al África subsahariana, América Latina y otras regiones, incluidos países como Sudán, la República Centroafricana, Mozambique, Madagascar y Venezuela. Las “compañías privadas militares”, ahora cumplen varios roles para socavar la influencia de Estados Unidos y apoyar los crecientes intereses geopolíticos, militares y económicos de Rusia.
Desde que surge en 2014, en el contexto de la Anexión de Crimea por la Federación Rusa, participaron en múltiples escenarios de conflictos en el mundo, especialmente en Siria, donde los operativos rusos se desplegaron para apoyar al régimen de Assad, a través de operaciones de entrenamiento y combate directo, y asegurar infraestructuras energéticas clave.
En los últimos años, el grupo ha exportado su modelo y, en particular, ha buscado expandir su presencia en Africa.
Wagner ha estado operando en Libia, para respaldar al Ejército Nacional Libio (LNA) del general Haftar (2019); estuvo presente en toda África Subsahariana, incluso en Sudán, para proporcionar asistencia militar, entrenamiento y apoyo al presidente Omar al-Bashir; en la República Centroafricana, donde su intervención se transformó progresivamente de una función de apoyo y entrenamiento a una función de combate directo; en Mozambique, con un despliegue de corta duración,
Recientemente, los agentes de Wagner se han desplegado en Malí para apoyar los esfuerzos antiterroristas, así como en Ucrania. Según los informes, Wagner y sus afiliadas, llevaron adelante operaciones de influencia, incluidas determinadas misiones de monitoreo falsas.
Tras el golpe de Estado en Burkina Faso, también comenzaron los operativos de Wagner en ese país. Del mismo modo, celebraron un “acuerdo de defensa” entre Camerún y Rusia, que fue visto por algunos observadores como la antesala del despliegue de las tropas Wagner.
Como operan:
El Grupo Wagner, desempeña las mas variadas actividades y “funciones”: desde ofrecer servicios de protección a funcionarios de alto nivel, hasta proporcionar capacitación y equipo a las fuerzas de seguridad y defensa de los Estados anfitriones y/o grupos armados no estatales; desempeñaron también funciones de combate directo.
Además, Wagner también participo en actividades, como la recopilación y el análisis de inteligencia, la realización de operaciones de desinformación y la “intromisión en las elecciones”. Los ejemplos incluyen la interferencia de Prigozhin durante las elecciones presidenciales en 2016 y las elecciones de mitad de período en 2018 en los Estados Unidos, y las elecciones presidenciales en Madagascar en 2018. El grupo ha influido en los asuntos políticos internos en al menos una docena de estados africanos.
Pero el accionar y la participación de Wagner en países ricos en recursos devastados por la guerra, sirvieron para obtener lucrativos recursos naturales y minerales preciosos, como campos de petróleo y gas en Siria, concesiones mineras de oro en Sudán y concesiones mineras de oro y diamantes en la República Centroafricana, supuestamente explotadas por compañías afiliadas a Prigozhin.
Operativos, empresas y negocios que sirven como actores que promueven los intereses geopolíticos de Rusia.
En términos más generales, los expertos insisten en retratar a Wagner como un grupo que es “una mezcla” para la Federación Rusa, de un grupo de “ejercito privado militar”, para proporcionar al estado ruso un mínimo de negación plausible”.
De hecho, Wagner “proporciona al Kremlin un medio casi negable a través del cual perseguir los objetivos rusos, que podrían incluir ganancias económicas, geopolíticas o militares.
La negación de Rusia es cada vez más difícil de mantener, ya que Wagner tiene un centro de entrenamiento ubicado junto a una unidad especial del ejército ruso y aparentemente, estuvo emitiendo pasaportes a los mercenarios de Wagner. Prigozhin reconoció abiertamente ser el propietario, con sede en San Petersburgo.
Violaciones a los derechos humanos y Rendición de Cuentas
Hay una clara falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos cometidas por mercenarios, y sus empleados; por los Estados que los patrocinan, acogen o contratan. Esos abusos tienen consecuencias devastadoras en la dinámica de los conflictos a largo plazo.
Si bien los “mercenarios” en los conflictos armados internacionales no están tipificados como delito en virtud del derecho internacional humanitario, se han adoptado dos convenciones para tipificar como delito e impedir la financiación, el reclutamiento y la utilización de mercenarios durante los conflictos armados, incluidos los conflictos armados no internacionales:
1) La “Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios”, ratificada únicamente por 37 países:
2) la “Convención de la Unión Africana para la eliminación del mercenarismo” en África ratificada por 32 países. La mayoría de los países africanos donde Wagner está activo, con la excepción de Mozambique y la República Centroafricana, son parte de la Convención de la UA.
Un mercenario se define en la Convención de la UA como “un soldado contratado que está motivado principalmente por ganancias financieras y no es nacional o residente de una parte en conflicto.”
Si bien la definición es casi idéntica, a la que figura en el Artículo 47 del Protocolo Adicional de los Convenios de Ginebra (derecho internacional humanitario o de los conflictos armados), sigue siendo difícil cumplir todos los criterios: un ciudadano ruso que actúa para Wagner en Ucrania no sería considerado un mercenario, mientras que lo sería cuando lucha en Malí, siempre que se cumplan todos los demás criterios.
Si el mercenario está tipificado como delito en la legislación nacional (el caso de Rusia), será la voluntad política del gobierno que confía en Wagner para actividades relacionadas con la seguridad, para procesarlos por el “acto de mercenario” cuando corresponda o por cualquiera de las violaciones de derechos humanos que han cometido. Atribuir responsabilidad por actos cometidos por Wagner a la Federación Rusa, bajo el derecho internacional también es complejo.
Aunque muchos de los mercenarios de Wagner huyan a Rusia y no sean extraditados, hay otras opciones a considerar. Los tribunales nacionales extranjeros podrían hacer valer la jurisdicción universal y enjuiciar a los mercenarios de Wagner si las graves violaciones de los derechos humanos equivalen a crímenes internacionales.
Además, cuando la Corte Penal Internacional tiene jurisdicción, también podría responsabilizar a los mercenarios y sus superiores. Es el caso de la presente guerra en Ucrania, por la invasión rusa.
El Grupo Wagner y la legislación rusa: hay una ambigüedad en la cual se esconde la relación fáctica o “de hecho”, entre el grupo mercenario y el gobierno ruso.
-Si el grupo Wagner entra en una relación contractual con el Ministerio de Defensa de Rusia, cambiaria el status legal del grupo bajo ley nacional rusa. Actualmente, hay una relación “de hecho”, y es una realidad que no se refleja en la ley rusa: la Constitución de Rusia, “reserva todos los asuntos de defensa y seguridad al Estado”; y el Codigo Penal ruso, “penaliza la participación en conflictos en el extranjero a cambio de una recompensa material”. Es decir, la ley penal interna rusa, penaliza a los “mercenarios”.
Así las cosas, observamos que la ley rusa, no reconoce al Grupo Wagner como tal. Sus operaciones son ilegales en todas las formas, bajo la ley rusa. Y en caso de celebrar contratos con el Ministerio de Defensa, además de ser ilegales para la norma doméstica, cambiaria el enfoque del derecho internacional, ya que la “ley de Responsabilidad del Estado”, atribuiría parte o toda la conducta del Grupo Wagner, a la Federación Rusa. Los combatientes del Grupo Wagner, se convertirían en órganos del estado ruso.
El Régimen de Sanciones aplicable:
La designación de Wagner como organización terrorista no sería el primer intento de sancionar al grupo y a Prigozhin.
El Grupo Wagner, se enfrentó “al menos siete conjuntos de sanciones” impuestas por Estados Unidos desde 2016, y ha sido sancionado por la UE en 2020 por las actividades del grupo en Libia. Wagner como grupo también fue objeto de sanciones, incluidas “medidas restrictivas” adoptadas por el Consejo de Europa (2021) en virtud de cuatro regímenes de sanciones diferentes, en particular el “Régimen Global de Sanciones de Derechos Humanos de la UE”, y regímenes de sanciones relacionadas con la situación en Libia y Siria, así como en relación con acciones que socavan la integridad territorial de Ucrania.
Más recientemente, el Parlamento del Reino Unido inició una investigación sobre el uso por parte de los Estados, de “grupos de militares privados”, en particular el Grupo Wagner, para explorar “qué más se puede hacer para identificar, rastrear y sancionar a los miembros de compañías militares privadas”
Los criterios para ser incluido por la UE como grupo terrorista son diferentes a los de la otra lista de sanciones. Para ser incluido en la lista de grupos terroristas, la “entidad” debe estar implicada en actos terroristas, como intimidar a una población, forzar a un gobierno o a una organización internacional a actuar o abstenerse de actuar, o desestabilizar gravemente la estructura política fundamental de un país o una organización internacional. Esto último podría incluir una serie de actos como la toma de rehenes, causar lesiones corporales o la muerte, dirigir o participar en un grupo terrorista. Según las actividades nefastas antes mencionadas de Wagner en muchos países de África, es muy probable que alcance este umbral.
Wagner es incluido por la UE en la lista de “terrorismo”, significaría que se impondría una prohibición de viajar, se congelarían los activos y se prohibiría a los ciudadanos de la UE financiar a Wagner. Además, la designación potencial, abriría la puerta para enjuiciar a quienes se unan y recluten para el Grupo Wagner.
Tengamos en cuenta, que además de la financiación del Kremlin, Wagner obtiene ingresos lucrativos en varios países africanos, especialmente a través de la explotación de los recursos naturales. La designación también envía un fuerte mensaje no solo a Rusia, sino también a los países de África.
Conclusiones :
El uso de “empresas militares privadas” y mercenarios prolonga los conflictos, amplifica los niveles de violencia, aumenta sustancialmente el riesgo de violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, socava los esfuerzos de paz y desestabiliza las regiones.
La capacidad de ejercer “influencia” sin involucrar directamente a los propios militares, ahorrando costos, pero sobre todo la falta de responsabilidad, impulsará aún más el uso de este tipo de grupos.
La negación de la participación de los estados (Rusia, en este caso), y la falta de poder etiquetar al Grupo Wagner conduce a una “brecha”, en la rendición de cuentas.
Independientemente de las calificaciones legales, todas las partes en el conflicto, incluidas las fuerzas armadas, los mercenarios, los empleadores de “empresas militares privadas” y los combatientes extranjeros (“foreign fighters”), deben respetar el derecho internacional humanitario. Durante los conflictos armados no internacionales, esto significa que todas las partes necesitan como normas mínimas el artículo común de los Convenios de Ginebra, que incluye la prohibición de tomar rehenes, torturar y asesinar con el objetivo de proteger a los civiles y a las víctimas.
Es hora de intensificar la presión internacional contra el Grupo Wagner, con una arquitectura legal más estricta, sanciones específicas, reconociéndolo como un grupo terrorista a nivel global y responsabilizando a Prigozhin, sus mercenarios y beneficiarios cuando y donde sea posible.
Los tribunales internacionales, necesitan más investigaciones sobre el funcionamiento general del grupo, incluidas sus estrategias de reclutamiento, capacitación y financiamiento, para permitir el desarrollo de respuestas adecuadas para evitar que Wagner lleve a cabo sus actividades nefastas y dejen de ser impunes.