Se estima que en el país aumentarán 10 veces los tumores de hígado por esta enfermedad en los próximos años.
El hígado graso no alcohólico encendió una luz de alerta en los consultorios médicos. En Estados Unidos, por ejemplo, el año pasado por primera vez superó a la hepatitis como primera causa de trasplante hepático. A nivel mundial se estima que el 20% de la población adulta lo padece. Y entre ellos, uno de cada 4 presenta además una inflamación crónica que podría derivar en cirrosis o cáncer de hígado. Según la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH), en los próximos años se incrementarán 10 veces los casos de cáncer de hígado por esta causa.
La prevalencia del hígado graso viene creciendo al ritmo de la obesidad y de los hábitos poco saludables. “Ahora estamos viendo el impacto de una enfermedad que es muy prevalente y que se va desarrollando a lo largo de muchos años, esto empezó quizá hace 20 años, con los cambios de hábitos alimenticios y el sedentarismo”, afirmó Adrián Gadano, jefe de Hepatología del Hospital Italiano.
En los últimos años, la aparición de vacunas y remedios para las hepatitis B y C, respectivamente, hicieron caer drásticamente los casos de cáncer de hígado provocado por esta enfermedad. Pero detrás de esas enfermedades, que fueron durante años la principal causa de cáncer de hígado, comenzó a aparecer en el último tiempo el hígado graso como factor de riesgo. “Salió a la luz lo que estaba tapado por la hepatitis”, advierte el doctor Marcelo Silva, jefe de Hepatología del Hospital Universitario Austral. Aunque en Argentina no hay estadísticas, “nosotros como médicos vemos cada vez con más frecuencia en el consultorio, pacientes con hígado graso. Y cada vez vemos más pacientes con cáncer hepático cuya enfermedad es un hígado graso con fibrosis avanzada. Este no era un tema relevante para nosotros, hasta que el cáncer empezó a aparecer”, añade Silva.
Gadano coincide en que durante mucho tiempo no se le prestó la atención necesaria. “El hígado graso se ha subestimado durante muchos años, también de parte nuestra, los médicos. Estábamos equivocados”, dice el especialista. “Hoy sabemos que las personas que tienen hígado graso, si no se corrige, esa grasa queda en el hígado a lo largo de los años, lo que va dejando cicatrices (la fibrosis) y llegan al consultorio con una cirrosis ya constituida”, añade.
“Como el futuro de las hepatitis es auspicioso, se podría pensar en menos cirrosis y menos cáncer de hígado para los próximos años. Sin embargo, el crecimiento del hígado graso nos da la pauta de que no habrá menos enfermedad oncológica en el hígado y, lo que es peor, que es factible que lleguemos tarde, porque no se dará en pacientes hepáticos, que son a los que les monitoreamos el hígado con frecuencia”, advierte Ezequiel Ridruejo, presidente de la AAEEH.
Pero, ¿qué es el hígado graso no alcohólico? Consiste en el depósito de grasa en ese órgano vital y como su nombre lo indica, no es por causa de un consumo excesivo de alcohol. Las causas más frecuentes son el sobrepeso, la obesidad, la diabetes y la vida sedentaria. Suele aparecer en adultos, tanto hombres como mujeres por igual. “Como todas las enfermedades del hígado, es silenciosa, no da síntomas hasta que entra en una etapa grave”, añade Silva. La forma más precisa de diagnóstico es a través de una ecografía o un hepatograma.
Precisamente, el trabajo interdisciplinario entre los médicos profesionales de la salud será clave para detectar los casos de hígado graso a tiempo y poder revertir el cuadro.
“En los análisis de sangre puede salir una alteración sutil. Por eso estamos haciendo énfasis en que los médicos de familia, endocrinólogos, nutricionistas y cardiólogos incluyan análisis del hígado en los controles de rutina, que sepan que un hígado graso puede terminar en una enfermedad hepática avanzada”, agrega Gadano.
El cáncer de hígado es el quinto tipo de tumor más frecuente en el mundo. Su incidencia se triplicó en los últimos 35 años y cada año se diagnostican 700 mil nuevos casos a nivel mundial.