El holandés que está apresado a pesar de las pruebas de ADN

Un holandés está preso desde 2003 por tres agresiones sexuales en Fuengirola pese a que la policía alertó en 2007 de que los restos hallados eran de un británico.

Mark-DixieMark Philip Dixie celebró que cumplía 35 años violando y asesinando en Londres a la joven modelo Sally Anne Bowman. Esa noche, después de tomar unas pintas con unos amigos en el pub, buscó su macabro fin de fiesta. Atacó primero en la carretera a una mujer que logró escapar. Más tarde, vio cómo la joven Bowman discutía con su novio en un coche. La siguió, amordazó, agredió sexualmente y mató. Ocurrió una noche de septiembre de 2005. Dixie fue condenado a cadena perpetua por este crimen en Reino Unido. Pero no es el único que ha cometido. Australia le busca como presunto asesino y violador en serie. Y todo apunta a que también actuó en España. No solo eso: un inocente podría llevar 11 años en prisión por tres agresiones sexuales cometidas por Dixie en Fuengirola (Málaga) en 2003.
El holandés Romano van der Dussen fue condenado por estos delitos por la Audiencia Provincial de Málaga. Las huellas que se hallaron no eran suyas y tampoco el ADN obtenido coincidía con el suyo, pero dos de las víctimas y una testigo le reconocieron. Poco después de la sentencia, Mark Dixie fue detenido en Reino Unido por el crimen de Sally Bowman y su ADN se incorporó a los ficheros de material genético. Cuando la policía española cruzó los datos, se encontró con una sorpresa: los restos orgánicos hallados en una de las agresiones sexuales de Fuengirola coincidían con el perfil de Mark Dixie. Los agentes informaron de inmediato al juzgado que se había encargado del caso y pidieron información adicional. A pesar de ello, la justicia ha tardado siete años en reaccionar. Van der Dussen sigue en la cárcel. Solo ahora una juez de Fuengirola ha tomado finalmente las riendas de la investigación.
Todo sucedió durante la madrugada del 10 de agosto de 2003 en tres calles cercanas de Fuengirola. Las tres agresiones fueron brutales, sin piedad. Entre las 4.30 y las 5, un hombre se abalanzó sobre Laura en la calle Miguel Bueno de la población malagueña. La golpeó con fuerza, la tiró al suelo, le rompió los pantalones e “intentó introducirle su pene u otro objeto en la vagina”, según los hechos probados de la sentencia que condenó a Van der Dussen. Poco después, a las 5.30, la misma persona abordó a María, le dio un puñetazo en la cara y la inmovilizó tratando de violarla. En ese momento apareció un coche. El violador soltó a la mujer y marchó corriendo con su bolso. Media hora más tarde, sobre las 6, se echó encima de Carolina, su tercera víctima. Después de darle puñetazos por todo el cuerpo, intentó abrirle las piernas. Una vecina se asomó en ese momento por la ventana gritando que iba a llamar a la policía. El violador cogió la cartera de la chica y se alejó.
Las tres mujeres, que aparecen con nombres ficticios en este reportaje, sufrieron múltiples lesiones y quedaron aterrorizadas por el depredador sexual. Laura necesitó cuatro días de hospitalización, 30 de curación y padeció un trastorno depresivo como secuela. María y Carolina, con el cuerpo lleno de hematomas y heridas, tardaron en curarse 45 y 15 días respectivamente. La policía comenzó rápidamente a buscar sospechosos en sus álbumes policiales. El holandés Romano van der Dussen aparecía en uno de ellos. Tenía 30 años entonces y antecedentes policiales —no judiciales, porque nunca había sido juzgado ni condenado— por una pelea con su novia. Fue señalado por las víctimas.
Dos de ellas, María y Carolina, lo reconocieron “sin ninguna duda” en el acto del juicio y en un reconocimiento en rueda previo a pesar de que los delitos se cometieron de noche. Una de ellas dijo que el agresor tenía el pelo largo; otra, que lo tenía corto. También lo identificó la mujer que auxilió a Carolina desde su balcón. En una de las ruedas de reconocimiento, Van der Dussen era el único extranjero. Solo Laura, que padecía un fuerte estrés postraumático con amnesia después del intento de violación, dijo que no había visto la cara del agresor.
Romano van der Dussen, acusado formalmente de lesiones, robo con violencia, un intento de violación y tres agresiones sexuales, aseguró en el juicio que el día de los hechos estaba en Torremolinos, no en Fuengirola. Pero, según la sentencia, no aportó datos para concretar su coartada. Fue condenado por la Audiencia Provincial del Málaga a 15 años y medio de cárcel el 25 de mayo de 2005. En ese momento, llevaba ya un año y siete meses en prisión preventiva.
Las únicas pruebas que sostuvieron la resolución judicial fueron los reconocimientos de dos de las víctimas y de una testigo. Se había obtenido ADN del posible agresor a través de restos orgánicos hallados en uno de los intentos de violación. No coincidía con el de Van der Dussen, pero se consideró que podía ser de una tercera persona no involucrada en la agresión —algo siempre cuestionado por la defensa del holandés—. A pesar de todo, se guardó como única prueba material del delito. Aparecieron también unas huellas dactilares en el coche sobre el que el violador había tirado a Laura. Tampoco eran de Van der Dussen.
Dos años después de la condena, la policía científica introdujo esos datos de ADN en el fichero Veritas. Mark Dixie había sido ya detenido en Reino Unido por asesinato y violación. Se encontraron con que el material genético hallado tras el intento de violación de Laura, que nunca encajó con el ADN de Romano van der Dussen, sí lo hizo con el de Dixie. Pesquisas posteriores de la policía aportaron además otra información relevante: según Interpol, el violador británico residió en Málaga desde finales de 2002 hasta octubre de 2003. Es decir, vivía allí cuando se cometieron las agresiones sexuales.
El informe pericial, elaborado por el servicio central de análisis de la Comisaría General de la Policía Científica, tiene fecha de 23 de marzo de 2007. Fue remitido al juzgado de instrucción que se había encargado del caso. El informe recomendaba pedir una muestra nueva de ADN de Mark Dixie, para “ampliar el número de marcadores genéticos que no están incluidos en el perfil difundido por Interpol” y una muestra indubitada también de la víctima. En todo caso, el examen realizado señalaba que era 54 millones de veces más probable que el material genético estudiado fuera una mezcla de los perfiles de Mark Dixie y de la víctima que de cualesquiera otras dos personas.
Pero, a pesar del buen hacer de la policía y a pesar de que puede haber una persona inocente en la cárcel, la justicia ha tardado en reaccionar. La Audiencia de Málaga reabrió el procedimiento, pero ni el tribunal ni el juzgado de instrucción cumplimentaron correctamente la documentación que solicitaba Reino Unido para aportar más información y así se pudiera pedir el ADN de Dixie. El asunto se ha ido mareando de juzgado en juzgado sin resolverse.
Perplejo con la inacción judicial, el abogado de Van der Dussen presentó cuatro años después un recurso de revisión ante el Tribunal Supremo con el informe de la Policía Científica. Pero se trata de un recurso complicado, que exige al que ha sido condenado probar su inocencia. El Supremo no lo admitió a trámite por no “haber culminado la investigación abierta por la policía”. Pero sí ordenó a la Audiencia de Málaga, en una resolución de fecha 14 de febrero de 2012, que cumplimentara “con carácter preferente y urgente” el oficio de la Policía Nacional para que se llevaran a cabo las diligencias que pedían.
Pero los jueces aún están en ello. Una nueva magistrada de Fuengirola está ahora impulsando el caso, siete años después. Ha pedido a Interpol las huellas dactilares de Dixie y a Reino Unido su ADN. El británico aparece ya como imputado. “Es una vergüenza que Romano Van der Dussen siga en la cárcel sin que apenas se hayan llevado a cabo diligencias judiciales”, opina su abogado, Silverio García Sierra. “No puede ser que ante una posible condena errónea se actúe con esta desidia. Un inocente en la cárcel debería ser una prioridad para el sistema, pero a nadie le ha importado”.