Los servicios secretos le captaron durante su estancia en la prisión de Castellón.
El imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, inspirador de los atentados de Barcelona y Cambrils del pasado 17 de agosto y líder de la célula yihadista que los cometió, no era un desconocido de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Aparte de haber sido investigado en la operación Chacal, fue confidente del CNI al menos durante su estancia en la prisión de Castellón, donde ingresó en 2010 por un delito de tráfico de drogas y salió en 2014. Fuentes de los servicios secretos españoles confirman que así fue, aunque no aclaran desde cuándo y hasta cuándo colaboró con ellos ni si esa colaboración fue remunerada.
Las mismas fuentes aclaran que los contactos establecidos con Es Satty “entran dentro de los protocolos habituales del organismo”, ya que “lo normal para obtener información para la lucha antiterrorista es contactar con quienes puedan tenerla y en las cárceles hay mucha gente que coopera”. En todo caso, Es Satty, no estaba acusado de terrorismo, sino de tráfico de drogas.
Nacido en la zona del Rif, productora de hachís, había intentado colar en España 121 kilos en su coche y le habían cazado en la frontera con Ceuta. Sin embargo, fuentes del CNI aseguran que “tuvo contactos con yihadistas a los que pudo ayudar a salir de España”. Según las declaraciones de Es Satty ante el juez, antes de ingresar en prisión por el tráfico de drogas, le amenazaron para que tratase de introducir en España tanto drogas como personas, aunque lo cierto es que nunca aportó ninguna prueba de ello.
De este modo, los nuevos datos que se van sabiendo —las diligencias que dirige el juez Fernando Andreu desde la Audiencia Nacional siguen secretas—, insisten en que Es Satty era un viejo conocido de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado casi desde que llegó a España en 2002.Ya apareció su nombre en la agenda de teléfono de alguno de los detenidos por los atentados del 11-M. También fue investigado en la operación Chacal, aunque las intervenciones telefónicas que le hizo la policía no dieron frutos suficientes para imputarlo. Fue detenido por tráfico de drogas en 2010 y durante cuatro años fue cabo de limpieza del módulo de la cárcel de Castellón en el que cumplió su condena de principio a fin, rehusando reducciones por su buen comportamiento. Por último, resultó tan sospechoso en Vilvoorde (Bélgica) donde ofreció sus servicios como imán en 2015, tras salir de prisión, que un policía local preguntó a los Mossos d’Esquadra por sus antecedentes. Los indicios apuntan a que los Mossos eran los únicos que no lo tenían fichado, pese a ejercer como imán de Ripoll desde ese año y tener antecedentes penales, algo que en principio le impedía desempeñar ese puesto.