El informe reservado que recibió el Papa sobre narcotráfico

Relata la connivencia de la Policía Federal con el tráfico de drogas, el “sistema de recaudación” y la transferencia de dinero a las “cajas políticas”. Cómo operan las “cocinas” de cocaína. El alerta de Francisco por el auge del narcotráfico.

papa-francisco-sonriente“¿De qué modo puedo contar mi experiencia acerca de un país donde se genera una organización de narcotraficantes integrada casi exclusivamente por ciudadanos extranjeros y en el que estos están en condiciones de establecer un control territorial al que podemos llamar “territorio liberado ” a unos 6 km de la Casa de Gobierno? ¿Y cómo explico que estos narcotraficantes cuentan con una fuerza de choque, un ejército de más de 300 integrantes –la mayoría también de nacionalidad extranjera reclutadas entre antiguos miembros de las fuerzas de seguridad y militares del país de origen de esos criminales- y que hayan comenzado a producir clorhidrato de cocaína evolucionando gradualmente hasta llegar a tener 10 o más laboratorios que producen droga destinada tanto al mercado interno como a la exportación?”
Así comienza la introducción el informe reservado de 243 páginas que recibió el Papa Francisco durante este año, escrito por un ex asesor del Ministerio de Seguridad de la Nación, organismo en que trabajó en contacto directo con su entonces titular Nilda Garré, en el que detalla cómo se articula la connivencia entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado en la ciudad de Buenos Aires.
El informe llegó a manos del Papa Francisco por intermedio del titular de la Fundación Alameda, el diputado de la Ciudad Gustavo Vera, reconocido por su lucha contra el “trabajo esclavo” y la “trata de personas” junto a Bergoglio, cuando éste era cardenal de Buenos Aires. La Alameda actuó como representante legal, en los juzgados federales de Sergio Torres y María Romilda Servini de Cubría, en la judicialización del informe.
La reacción del Papa tras la lectura fue: “Hay que luchar para parar el narcotráfico en la Argentina”, según reveló Vera a Clarín el martes 4, antes de partir a El Vaticano para un nuevo encuentro con el Papa.
Sobre el tema drogas, y en directa relación con el informe, Francisco alertó sobre el riesgo de la “mexicanización” y luego mencionó que Argentina “hace 25 años era un lugar de paso de la droga, hoy en día se consume. Y no tengo la certeza, pero creo que también se fabrica”. La opinión del Papa fue descalificada por el jefe de gabinete Aníbal Fernández.
Desde inicios de 2012 y hasta la renuncia de la ministra en junio de 2013, Jorge Rodríguez -autor del informe sobre narcotráfico- fue informando a Garré, en forma regular, sobre cómo operaban las “cajas de recaudación de las comisarías de la Policía Federal” en distintos delitos organizados de la ciudad de Buenos Aires y también el encubrimiento de la producción y comercialización de la cocaína en la villa 1.11.14, del Bajo Flores.
Además de viajar en varias oportunidades a Perú para conocer la organización de bandas de narcotraficantes, Rodríguez contó con la colaboración de “plumas”, como se los conoce a civiles que entran o viven en la villa y proveen información a la fuerza policial.
En vista de la inacción oficial, durante más de dos años, para romper el sistema de corrupción que denunciaba, Rodríguez escribió un informe sobre el “Laboratorio de cocaína en la ciudad de Buenos Aires. La protección del gobierno nacional, jueces, fiscales federales y fuerzas de seguridad”, en el que relata el procedimiento de las “cocinas” de la droga, y también publica el intercambio de correos con la ex ministra Garré y funcionarios del Ministerio de Seguridad.
Sistema de “protección” policial. En su informe, Rodríguez desglosa en distintos rubros su denuncia sobre el narcotráfico presentada en el Ministerio de Seguridad.
“(…) En un primer ítem denominado “Cajas Recaudatorias de las Comisarías”, pasé a mencionar que desde tiempos inmemoriales las mismas se constituyeron en importantes cajas recaudatorias con financiamiento concreto, sistemático y permanente del Poder Policial y casi siempre también del Poder Político”. (…)
“ (…)En un segundo ítem titulado “Estructura de la Recaudación Policial, mencioné que durante décadas buena parte de la recaudación se originaba en el juego clandestino –quiniela y “garitos” básicamente– prostitución, traficantes de sustancias, coimas a vendedores ambulantes, actividades comerciales irregulares o cuasi delictivas y otros ilícitos menores, pero en los últimos años comenzó a desarrollarse en mayor medida una gran recaudación resultante de la producción y comercialización de clorhidrato de cocaína, junto a otros delitos mayores tales como “liberar zonas” y “arreglos” con piratas del asfalto. Mencioné concretamente que nuestro país dejó de ser “un país de tránsito” hace varios años –hecho que las autoridades negaron durante mucho tiempo y aún lo siguen haciendo- para pasar a constituirse esencialmente en un país productor de sustancias estupefacientes, tanto para consumo interno como para la exportación. (…)”
Rodríguez también relata en el informe el sistema de “transferencia” de las recaudaciones policiales, que va ascendiendo hasta llegar a sus “cajas políticas”.
“(…)Distintas fuentes de información aseveraban que cada Comisario antes de asumir su cargo, debía “comprar” la Comisaría a determinado valor, no obstante existían versiones que contradecían este supuesto planteando que los pagos recién ocurrían luego de la asunción de esa Comisaría. También mencioné que cada Comisaría enviaba dinero a la Circunscripción –“la Zona” como se la conoce en lenguaje policial- la que incluye en general 6 o 7 Comisarías.
En segundo lugar, parte de ese dinero se transfiere a Dirección General de Comisarías –D.G.C.- como también a Superintendencia de Seguridad Metropolitana -S.S.M-. Por último los dineros resultantes de los delitos policiales eran y siguen siendo “girados” a Subjefatura y a Jefatura en Departamento de Policía. Estas “transferencias” eran y siguen siendo continuas y permanentes y presentan secuencias mensuales o a veces semanales como suele ocurrir en las fiestas de fin de año. (…)”
“… otras fuentes sostienen que una parte importante de los fondos derivados a Departamento de Policía, tenían por destino el Ministerio de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, a partir de lo cual se habrían generado distintas “Cajas Políticas”. Tratando de formatear el esquema conceptualmente, podemos decir que la Comisaría retiene solo entre un 5 y un 10% de la recaudación realizada, aunque a veces se supera este guarismo conforme la capacidad del Comisario o del “Recaudador”. Muchas veces el “Recaudador” también llamado el “cajero de Dios”, es alguno de los dos Subcomisarios, hecho que se visualiza en especial cuando vemos en la misma Comisaría a uno de esos personajes durante 4 o más años, como ocurrió con Orellano en la Comisaría 34º y Florio en la Comisaría 16º.
La operatoria recaudatoria y la “transferencia de fondos” descripta, es homogénea en las 53 Comisarías que incluye la estructura de la Policía Federal Argentina, lo cual implica un carácter sistemático. El monto recaudatorio es directamente proporcional a la magnitud de la jurisdicción de cada comisaría y a la naturaleza de los delitos que se cometen en la misma. De manera que estamos en presencia de una situación psicotizante: en la misma Fuerza conviven Jefes Policiales totalmente corruptos por un lado y por el otro, miles de policías que se juegan la vida en las calles por sueldos miserables, con armas deplorables, sin chalecos antibalas o con chalecos vencidos y con una sola práctica de tiro anual en la que se les entrega solo 6 municiones para tal fin. (…)
Rodríguez describe las Brigadas de cada comisaría como “Unidades de Negocios”. “Los “delincuentes” que la integran, se la pasan haciendo inteligencia que no está destinada a la prevención del delito sino directamente a recaudar fondos, una suerte de inteligencia comercial”, detalla. “Están al tanto de todo lo que ocurre en la Jurisdicción: si abre un nuevo comercio al rato están enterados, en especial si el mismo tiene algún carácter irregular. (…).
Relativo a esto, revela la recaudación de las “protecciones a comercios”, que incluso pueden producir recelos internos en la fuerza.
“(…) Describí en detalle a la ministra (Garré) que un porcentaje importante de la recaudación de las Comisarías tiene por origen a las “quintas”, esto es, la venta de protección a comerciantes, que muchas veces surge luego de distintos robos producidos en los comercios. Es bastante común que los mismos Jefes manden a robar en los negocios y luego aparezca alguno de los dos Subcomisarios para “vender la quinta”. En aquel momento el policía parado en el supermercado chino, costaba unos 2000 o 3000 pesos por semana (la existencia de “solo” 50 “quintas” en una comisaría, implicaba un ingreso semanal de entre cien mil y ciento cincuenta mil pesos). En muchas ocasiones los tres primeros jefes de cada comisaría organizan “quintas” cortándose solos y a veces incluso se “chocan” entre ellos, lo cual termina provocando furiosas internas dentro de las mismas. En la jerga interna el Comisario es “el 5” y los dos Sub Comisarios son “el 4” y “el 3”. El Comisario Inspector que está al frente de “la Zona” se lo reconoce como “el 6”. (…)
Entre tantas otras comisarías, el asesor del Ministerio de Seguridad mencionaba la comisaría 34° “Constituye una de las mayores cajas recaudatorias del “Poder Policial” –algunas fuentes sostienen que se recauda más de 5 millones de pesos por mes– lo cual guarda relación directa no sólo con los elementos delictivos mencionados, sino también con la jurisdicción que le cabe en parte de la Villa 1.11.14 y en los Barrios Illia 1 y 2. (…)” Y también sobre la Comisaría 16º, “otra joya de la corona de la Corporación Policial”, en base a ilícitos que se producen en su jurisdicción, el barrio de Constitución.

La producción de cocaína en la Villa 1.11.14 (Bajo Flores).

En este punto, el ex asesor del ministerio de Seguridad revela cómo funcionan las “cocinas” de cocaína en “territorio liberado”: tres manzanas de la villa 1.11.14 con una estructura cuasi militar, de alrededor de 300 hombres, compuesta por “soldados” y “oficiales” que habrían pertenecido a Sendero Luminoso, la organización terrorista peruana, que operan con la “absoluta ausencia del Estado Nacional y de la Ciudad”.
“(…) Seguramente Sra. Ministra usted no está al tanto aún de las características técnicas de una “cocina”: en realidad son prácticamente laboratorios, su costo mínimo supera en general los diez mil dólares y si bien el armado de las mismas implica muchas horas de labor de varias personas, adquieren un carácter casi móvil ya que se las puede desarmar ante un “alerta” en algo más de media hora. Por lo demás, el hecho de que nuestro país esté “inundado” de “paco” indica algo que las autoridades negaron durante años: somos un país de producción de sustancias, que incluso las exporta”. (…)
En el informe, Rodríguez avanza sobre la geografía dominada por el narcotráfico y su metodología de venta.
(…) Las manzanas donde se asienta el territorio liberado peruano son las actualmente tipificadas como Manzana 11, 12, 13, 14, 16, 19, 21 y 22. Es un área de unos 40 mil metros. En gran parte de la misma está establecida la Organización Narcotraficante Peruana -ONP- con las 6 o 7 “cocinas” más grandes.
(…) A los compradores, los “soldados” le hacen levantar la remera o el buzo para ver que no porten armas –en general no suelen palpar al visitante salvo que les resulte muy sospechoso como ha ocurrido conmigo- y se puede entrar caminando o en motos, en cuyo caso permiten el paso de a una persona solamente a marcha muy lenta y frenando en cada retén. En algunos lugares cada cien metros existen hasta 3 retenes, razón por la cual podría pensarse que se estaría ante la cercanía muy próxima de una o más “cocinas”. En caso de llevar mochilas los compradores, los “soldados” suelen revisarlas minuciosamente, ya que les preocupa sobremanera que puedan ser filmados. Por ese motivo suelen además exigir que se guarden los teléfonos celulares. Los “soldados” en general portan armas cortas en la cintura y a la vista y solo algunos llevan armas largas. Son asistidos por diversos “campanas” que les advierten de distintos potenciales peligros. Buena parte de los “campanas” están armados (…).
Integran también la mano de obra de la ONP los “punteros” o vendedores y los “corners”, que son vendedores similares a los anteriores pero que se ubican en las esquinas. De esta forma conviven en los mismos espacios los integrantes de la estructura militar y de la estructura comercial de la Organización. (…) A lo largo de la jornada pasan miles de personas -tanto compradores mayoristas como consumidores finales- en tanto los días jueves y viernes aumentan las transacciones en gran medida y suele venir gente desde 300 km y más también, para realizar sus compras destinadas a la reventa del fin de semana. Los sábados también se venden mucha cantidad al igual que los domingos, en este caso básicamente por los compradores que concurren a la Feria de Castañares y Bonorino, algunos de los cuales se internan a comprar las sustancias” (…)
Sobre la ubicación de las “cocinas” de fabricación de droga en la villa 1.11.14, Rodríguez especula en base a los obstáculos que se interponen en el “territorio liberado”.
(…)“En nuestro último ingreso a la Villa de esta semana y en relación a los otros ingresos de ya hace casi un mes, pudimos observar en las calles del Territorio, nuevos bloqueos tanto de empalizadas como de bloques de cemento o escombros para imposibilitar el ingreso de vehículos, como así también nuevas construcciones que vuelven a los pasillos mucho más estrechos. También pudimos ver toldos extendidos de un lado al otro de los pasillos y calles, como también techos de las casas prolongados hacia los mismos, que sin duda fueron realizados para dificultar la obtención aérea de muestras fotográficas. El “tabicamiento” y ocultamiento de esos lugares, podría estar indicando la existencia en la misma de “cocinas” o de “casas operativas”.