El ingenuo Strauss-Kahn

El exdirector del FMI comparece ante un tribunal de Lille acusado de proxenitismo.

dominique-Strauss-KahnDominique Strauss-Kahn (DSK), ex presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ex candidato socialista a la presidencia de la República, considera totalmente normal que dos empresarios, un proxeneta y un policía se desplazasen varias veces por año a París, Bruselas y Washington, acompañados de una docena prostitutas, para satisfacer sus placeres íntimos.
Durante la primera semana del proceso que juzga por presuntos delitos de proxenetismo agravado a una docena de personas, proxenetas, policías y prostitutas pudieron describir con precisión los gustos y placeres íntimos del socialista más famoso de Europa durante poco menos de una década.
La llegada de DSK al tribunal de Lille, donde se juzgan los presuntos delitos de proxenetismo que comenzaron a practicarse en el Hotel Carlton de Lille, la mañana del lunes, estuvo «coloreada» por varias chicas del grupúsculo Femen, que recibieron el coche del ex presidente del FMI con los pechos al aire dando alaridos y gritos: «¡Chulos y macarras, todos son culpables de proxenetismo!».
De gris oscuro y corbata clara, gordo seboso, la voz seca y cortante, irónico, por momentos, DSK y sus abogados comenzaron por entregar una carta al presidente del Tribunal avanzando el argumento esencial de su defensa: «No he cometido ningún delito. No sabía que se trataba de prostitutas. No era el organizador de las veladas libertinas». Cuatro veladas libertinas por año durante tres años que DSK y las prostitutas recuerdan de muy distinta manera. Para las prostitutas, «fingir ignorar nuestra profesión es tomarnos por una banda de gilipollas». Para DSK, por el contrario, «nunca me pregunté por el estatuto laboral de estas señoras».

Con billete y sueldo

Cuando las señoras prostitutas recuerdan los encuentros organizados en Lille, Bruselas, París y Washington, en honor de DSK, sus detalles son muy crudos. «Al señor -dice una de ellas-, le gustaba meterse en una gran cama con siete u ocho mujeres. Nada de libertinaje. Todo era brutal, muy bestial. A él le encantaban las relaciones de fuerza, el poder». Otra prostituta añade: «Cualquiera que hubiese asistido a una de esas escenas hubiese descubierto a un amo romano con sus esclavas, sometidas a sus caprichos».
Dos empresarios amigos íntimos de DSK, un policía de Lille y el propietario de varios clubs prostibularios, elegían, probaban y seleccionaban a las chicas que debían participar en las veladas libertinas organizadas para el presidente del FMI, primer beneficiario de unos servicios tarifados y pagados en unas condiciones mal esclarecidas.
Según una de las prostitutas que participaron en las veladas, su prestación, en Washington fue tarifada en 2.000 euros, sin contar el pago del hotel y el billete de avión, a cargo de los organizadores. El tribunal intentará esclarecer los próximos días el funcionamiento práctico de la red que estuvo al servicio personal de DSK durante tres años.