El Mosad se infiltró en la cadena de suministro para manipular los «buscas» y los «walkie talkies».
En un episodio que podría considerarse uno de los actos de sabotaje más impactantes de la historia reciente, miles de personas, incluyendo numerosos funcionarios de Hizbulá, resultaron heridas y varias perdieron la vida desde el pasado martes debido a la explosión de diversos dispositivos de comunicación transformados en bombas antes de su distribución. El ataque ha dejado a Hizbulá, respaldada por el «eje de resistencia» liderado por Irán, sin más opción que tomar represalias y arrastrando potencialmente a la región a un conflicto más amplio y destructivo. Aunque los detalles de cómo se llevó a cabo la sofisticada embestida siguen sin estar claros, los expertos sugieren que se trató de una forma muy sofisticada de guerra electrónica, diseñada para inutilizar los sistemas de mando y control de este grupo paramilitar . Esta siniestra operación puede haber tenido como objetivo no sólo interrumpir las comunicaciones de la facción , sino también minar la moral de sus dirigentes y crear más divisiones en un país ya políticamente fracturado.
En una región cargada de tensiones desde hace tiempo, la prominente industria tecnológica de Taiwán se convirtió en un actor involuntario en la contienda política . Recientes informes han puesto al descubierto que miles de localizadores explosivos, destinados a operaciones contra miembros de Hizbulá, llevan la marca de una empresa taiwanesa. No obstante, Gold Apollo, tecnológica local aludida, desmintió el miércoles cualquier implicación en la fabricación de los dispositivos del modelo AR-924 que causaron una serie de explosiones en el país. La compañía afirmó que estos aparatos fueron producidos por la firma húngara BAC bajo un acuerdo de licencia. Por otro lado, el Ministerio de Asuntos Económicos taiwanés declaró que no tiene registros de exportaciones directas de dichos dispositivos a Líbano, sugiriendo la posibilidad de que hayan sido alterados tras su fabricación.
Expertos han señalado que este grave fallo de seguridad que ha llevado a las recientes explosiones en Líbano podría ser el resultado de una operación encubierta que abarca desde Hungría hasta Taiwán, supuestamente orquestada por el Mossad, la agencia de espionaje exterior de Israel. Según informes, en colaboración con elementos de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), el Mossad logró infiltrarse en la cadena de suministro, introduciendo explosivos de alta potencia en dispositivos de comunicación antes de su envío al Líbano. Esta tremenda mision clandestina no solo subraya la complejidad de las dinámicas de espionaje en la región, sino que también plantea serios interrogantes sobre la seguridad y la integridad de los equipos utilizados en contextos de conflicto.
Taiwán es conocida por su enfoque cauteloso hacia los conflictos internacionales, ya que suele evitar implicarse en controversias geopolíticas, salvo cuando se trata de China, que reclama la “isla rebelde” como parte de su territorio. Sin relaciones diplomáticas formales con Israel—que, como muchos otros países, no reconoce a la isla democrática—el vínculo entre ambos se fortalece a través de su asociación con Estados Unidos. A pesar de su limitado reconocimiento internacional, con apenas 12 aliados formales, el territorio ha conseguido proyectar una influencia desproporcionada en la arena global, gracias en gran medida a su robusta industria tecnológica.
La magnitud de la conmoción provocada por la primera ola de detonaciones del martes desbordó los hospitales, inundándolos con un flujo de pacientes gravemente heridos y evocó recuerdos de la catastrófica explosión en el puerto de Beirut en 2020, que dejó más de 200 muertos y miles de heridos.
Más allá de las víctimas inmediatas, el ataque ha tenido un profundo impacto psicológico en las bases de Hezbolá, así como en la opinión pública libanesa. Los opositores de este controvertido grupo dentro del pais han criticado a menudo al grupo por sus estrechos vínculos con Irán y su implicación en conflictos regionales, como en Siria. Este atentado, al apuntar tan directa y dramáticamente al grupo, puede polarizar aún más el panorama político nacional, complicando los esfuerzos por estabilizar la frágil democracia del país.
Cabe destacar que esta poderosa formación radical actúa como fuerza política y social además de movimiento armado, y gestiona una amplia variedad de instituciones, hospitales, colegios y empresas, formando una vasta red de apoyo en Líbano. Entre las víctimas de las explosiones se encontraban no solo combatientes, sino también médicos y otros trabajadores civiles, lo que amplifica el impacto al afectar a sus familias y a transeúntes en las inmediaciones.
Y como si de un caballo de Troya de tratase, un día después de la explosión simultánea de cientos de dispositivos de localización utilizados por el partido milicia -que dejó un trágico saldo de 12 muertos, entre ellos dos niños, y más de 2.800 heridos -, se registraron nuevas detonaciones en Beirut, el bastión del grupo. Es posible que estas cifras aumenten a medida que se conozcan más detalles, lo que subraya el amplio y trascendental impacto de esta acción. Asimismo se informó de que otros equipos, como mensáfonos, sistemas de energía solar, teléfonos, cámaras de vídeo, cerraduras de huellas dactilares y diversos dispositivos electrónicos, también fueron consumidos por las llamas.
La empresa japonesa con sede en Osaka responsable de la tecnología implicada en los walkie talkies , Icom Inc., ha anunciado que está llevando a cabo una investigación sobre los detalles del incidente, incluida su red de distribución en el extranjero. “No podemos descartar la posibilidad de que se trate de falsificaciones, pero también existe la opción de que los dispositivos involucrados sean de nuestro modelo IC-V82”, afirmó Yoshiki Enomoto, director de Icom. La compañía vendió alrededor de 160.000 unidades de este modelo tanto en el país como en el extranjero antes de cesar su producción en 2014.
La dirección de la empresa también señaló que las imágenes de los dispositivos dañados en la zona de la batería sugieren que los generadores podrían haber sido reemplazados por componentes modificados para provocar explosiones. A pesar de que Icom opera en Europa, la forma en que sus productos llegaron a Oriente Medio sigue siendo un misterio. “Es complicado determinar los canales de distribución sin verificar los números de serie de los mismos”, concluyó Enomoto.