El IS emite una fatua donde regula las violaciones y abusos sexuales. Entre las 15 normas, se especifica, por ejemplo, que padre e hijo no tengan sexo con la misma esclava.
Todo régimen busca crear leyes para amparar y dar tono de rigor a sus aberraciones. El autodenominado Estado Islámico (conocido por sus siglas inglesas IS) no iba a ser menos. Una fatua [edicto de tipo religioso], publicada el 29 de enero pasado pero dada a conocer esta semana por la agencia Reuters, demuestra el ánimo de esa organización apocalíptica de regular sus violaciones y abusos contra las mujeres, especialmente las de la minoría religiosa yazidí.
La fatua empieza afirmando: “Algunos de los hermanos han cometido incorrecciones al tratar con mujeres esclavas. Éstas no están permitidas por la ley Sharía [marco legal islámico], porque sus normas no han sido abordadas durante eras”. Llegados aquí, lejos de abolir la esclavitud y penar las violaciones, el edicto, el primero que se conoce de este tipo elaborado por el IS, se introduce en una discusión bizantina sobre cómo justificar sus crímenes.
Sirva de ejemplo esta línea: “Si el poseedor de una cautiva de sexo femenino, con una hija idónea para el coito, tiene relaciones sexuales con esta última, no le está permitido tener relaciones con su madre, y ésta se mantendrá fuera de sus límites permanentemente. En caso de acostarse con su madre, entonces no le estará permitido tener relaciones con su hija, y esta hija permanecerá lejos de su alcance”.
A lo largo de los 15 puntos de la norma, se especifica la prohibición de que padre e hijo tengan sexo con la misma esclava. Los copropietarios de una cautiva son ordenados, de forma similar, a tener relaciones con ella, porque es “parte de una posesión conjunta”. De acuerdo con Reuters, un comando de las Fuerzas Especiales de EEUU incautó la documentación de la controvertida fatua durante una operación en Siria contra un alto mando del Estado Islámico el pasado mayo.
Testigos y documentos publicados previamente por el IS – también conocido por su acrónimo en árabe DAESH, usado en sentido peyorativo- constatan no sólo que hay esclavización femenina en sus dominios de Irak y Siria, sino también que existen mercados de compra y venta de esclavas. Reuters informó esta semana de que el Estado Islámico ha llegado a establecer un departamento de “botines de guerra” en su burocracia para gestionar el esclavismo.
La ONG internacional Human Rights Watch publicó hace ocho meses un dossier en el que entrevistó a 20 mujeres que habían escapado de las garras del IS. Éstas relataron cómo combatientes de esa organización, que preconiza una interpretación extrema del islam, separaron niñas y mujeres de hombres y chicos y mujeres mayores. Un vídeo aparecido en Internet recientemente parece corroborar esta práctica.
Según las testigos, las mujeres fueron colocadas “de forma organizada y bien presentada en varios sitios”. Fueron vendidas o entregadas como regalos, y sometidas repetidamente a violaciones y a prácticas sexuales violentas. Las principales víctimas fueron las yazidíes. En el verano de 2014, el IS avanzó sobre Sinyar, una región norteña iraquí habitada por esta minoría considerada “infiel” por los yihadistas, capturando a docenas de mujeres, a las que esclavizó. Muchas siguen hoy en sus manos.
Cambio de los textos para fomentar el esclavismo
La interpretación religiosa del IS se basa en la de la secta wahabí, nacida en el siglo XVIII, promocionada por Arabia Saudí. Numerosos líderes de otras escuelas islámicas han atacado con dureza los principios del IS, al que han acusado de “no tener nada que ver con el islam”. En 2014, 120 académicos islámicos remitieron una carta abierta al autoproclamado ‘califa’ del IS, Abu Bakr Bagdadi, refutando, con textos religiosos, varios de los argumentos rigoristas del IS.
El profesor Abdel Fattah Alawari, decano de Teología Islámica de la universidad egipcia de Al Azhar -centro fundado hace 1.000 años- ha asegurado que el Estado Islámico tergiversa a propósito textos y dichos de hace siglos que estaban diseñados originalmente para acabar con el esclavismo y no para alentarlo. “El Islam predica la libertad de los esclavos, no el esclavismo”, declara Alawari. “El Islam consideró abominable esta práctica y trabajó para acabar con ella gradualmente”.
El yihadismo del IS anda por derroteros muy distintos. De sus entrañas, de ciudades como la siria Raqqa y la iraquí Mosul, siguen surgiendo historias de violaciones en grupo, o de condenas a muerte por negarse a participar en ellas. Algunas supervivientes han reconocido haber “querido morir” durante su cautiverio. Eso sí, la fatua sobre el esclavismo del IS dice que el propietario debe “mostrar compasión con ella, ser amable, no humillarla y no ordenarle trabajos que no pueda realizar”.