Según explican varios expertos, las noticias sobre el éxito del mercado chino se viven muy diferente en el país. Las empresas que se instalaron en la segunda potencia del mundo no obtuvieron los resultados esperados.
“La proliferación de noticias sobre el auge del mercado chino ha creado una imagen muy distorsionada de lo que supone hacer negocios en este país, y del riesgo que conlleva”, explica el directivo de una importante empresa industrial española que pide mantener el anonimato. “Actualmente, aunque se proyecte la imagen contraria, muy pocas empresas españolas tienen beneficios en China, y muchas están sufriendo grandes dificultades para abrirse camino en un mercado especialmente difícil”.
Casos como los de Revlon y Garnier, que este año decidieron abandonar el país, demuestran que el problema afecta a todas las empresas extranjeras, “pero se acentúa entre las españolas, por la falta de preparación y de recursos financieros”.
“Muchas empresas están llegando a la desesperada. Los mercados tradicionales no funcionan y están convencidas de que en China cualquiera hace dinero. Pero se limitan a poner a un becario en un business center y a esperar resultados que, obviamente, nunca llegarán”, explica el directivo, miembro destacado de la Cámara de Comercio de España en Shanghai. “De hecho, el problema de recursos humanos es uno de los mayores: no se invierte lo suficiente en personal, falta talento y la rotación está entre las mayores del mundo”, agrega.
Luis Galán, director de la consultoría 2Open en Shanghai, dice: “parece que China es El dorado. Sin embargo, entrar en este mercado es caro, y ahora las empresas españolas están constreñidas por una falta de crédito que reduce dramáticamente sus posibilidades de éxito. Hay muchas que llegan con ilusión, pero sin un proyecto sólido, sin un producto consolidado o sin una ventaja competitiva”.
Por su parte, Eduardo Euba, consejero económico y comercial de España en la capital económica de China, agrega: “la presencia de las empresas y de los productos españoles en China se caracteriza a menudo por su carácter errático. Si cualquier mercado requiere constancia, la exigencia china es aún mayor”.
Un buen ejemplo de cómo los proyectos se desvanecen sin llegar a un buen puerto, es el de Telepizza. En 2010 anunció su desembarco en la segunda potencia mundial de la mano de su socio local, la pastelería Christine. Tres años y medio después, Telepizza continúa siendo una completa desconocida en el país y sus responsables reconocen que, aunque la empresa mantiene su oficina en Shanghai y la colaboración con Christine sigue en pie, “no hay ninguna noticia al respecto”.
La cadena de supermercados Dia, con una década de experiencia en China, cerrará los 80 establecimientos que tiene en Pekín para quedarse solo en la región de Shanghai. La decisión es una muestra más de que el mercado chino, extremadamente competitivo, encierra grandes riesgos.
La firma de moda Desigual,cerrará la mayoría de sus establecimientos en el país, un año y medio después de haber desembarcado en China. “El precio y el estilo chocan con el público chino. Solo vendemos cuando hay grandes rebajas”, explica una dependienta de Shanghai.
Iñigo Mendiburu, socio director de Igeo Partners, cree que las empresas españolas infravaloran la dificultad de acceder al mercado y la competencia con que se van a encontrar: “por un lado, China es más bien un conjunto de mercados que un mercado único, con características, hábitos de consumo, preferencias del consumidor y prácticas específicas y diferenciadas entre sí. Por otro lado, es un mercado extremadamente competitivo en el que intentan participar todos los jugadores de todos los tamaños y capacidades”.