El mundial de los precios “surreales”

La campaña “Río Surreal-No pague” le está haciendo frente a los precios abusivos que se están viendo en el país, especialmente en Río de Janeiro.

EuroDurante el verano austral, es normal que los precios suban. Sin embargo, para el diseñador gráfico Toinho Castro, los seis reales (1,8 euros) que cuesta ahora el tradicional coco de los puestos de la playa son seis “surreales”. Sobre todo cuando “hace no mucho, el precio estaba a la mitad”, remarca.
En su página de Facebook, instó a sus amigos a rebautizar la moneda de Brasil como el “surreal”. Este movimiento ha conseguido más de 160.000 seguidores y réplicas en otras ciudades del país.
Patrícia Kalil, de 25 años, leyó en el periódico un artículo sobre la nueva moneda de la que tanto se hablaba en las redes sociales y en seguida se le ocurrió el vínculo con la corriente artística.
“Parece que estamos viviendo en una realidad paralela. Un mundo fantástico donde todo es posible para el turista, pero no para el carioca que vive en ese mundo y tiene que arreglárselas con los precios que pone el comerciante y que el turista acata”, señala Patrícia.
Río de Janeiro, futura sede de la final del Mundial 2014 y las Olimpíadas de 2016, acumuló una de las inflaciones más elevadas del país, con un 6,16% el año pasado. Según el gubernamental Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el aumento impactó con más fuerza en las comidas fuera de casa (9,83%), la cerveza en bares y restaurantes (12,20%) y los alquileres (12,56%).
La página “Río Surreal-No pague”, de Toinho y Patrícia, se ha convertido en una plataforma donde se puede denunciar a aquellos establecimientos cuyos precios son considerados abusivos con el fin de boicotearlos y frenar la burbuja.
También se trata de estimular otras opciones de consumo responsable y más económico. “Al carioca le da vergüenza llevar su propia comida a la playa o incluso al trabajo, al contrario que en Europa, donde es muy común”, recalca la comisaria de arte Daniela Name, creadora de “Río Surreal”. Y agrega: “esto rompe con la propia identidad del carioca, que tiene en sus genes la mezcla y el gusto por la naturaleza y la playa, que se presupone democrática”.