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Argentina siempre fue una nación con grandes ideales. Desde la ciencia hasta la industria, el país siempre quiso reinventarse una y otra vez, incluso cuando el contexto parecía de lo más adverso. En estos últimos años, esa capacidad de ingenio volvió a hacerse visible en un terreno donde pocos esperaban que el país pueda competir. Mientras otros países miran al cielo, un grupo de argentinos decidió hacerlo con un propósito fijo. En silencio, lejos de las luces de las grandes ciudades que iluminan el cielo, un proyecto está comenzando a crearse.
La innovación viene de la mano de una nueva generación
En distintos puntos del país, jóvenes ingenieros y técnicos están empujando los límites de lo imaginable. Muchos de ellos crecieron viendo a figuras como Elon Musk que evolucionaron por completo el transporte espacial en el norte del continente. Pero, eligieron otro camino. Apostaron por construir conocimiento desde casa, con el talento local y recursos propios.
Lo que antes parecía un sueño de lo más lejano, hoy empieza a convertirse en una realidad. Los laboratorios universitarios y centros de investigación comenzaron a trabajar en red. Es decir, compartiendo recursos y experiencias con el objetivo de demostrar que Argentina no necesita importaciones para su futuro sino que puede crearse desde casa.
La ciencia que toca el cielo
En la costa bonaerense, cerca de Lobería, una pequeña localidad rural de la provincia, empezaron a planearse cosas. Este pueblo comenzó a recibir visitantes inusuales como ingenieros, técnicos, periodistas y hasta representantes de agencias espaciales. ¿Cuál es el motivo de tal movimiento? El Puerto Espacial Malacara, el primer sitio argentino preparado para lanzamientos espaciales.
En este lugar está trabajando TLON Space, una startup fundada por Pablo Vic y Gerardo Natale, dos ingenieros que llevan más de quince años tratando de diseñar y lanzar un cohete construido totalmente en Argentina. Su creación, Aventura I, mide solo 10 metros y pesa menos de una tonelada. Esta pensado principalmente para colocar nanosatélites en órbitas de hasta 850 kilómetros.
Este enorme proyecto combina 18 innovaciones tecnológicas de origen nacional. Entre ellas se encuentra el motor ECOSTAR, un sistema que tiene una electrobomba ecológica, un fuselaje ultraliviano y navegación autónoma. En total, el cohete está hecho de materiales y componentes desarrollados en el país. Esto lo convierte en único y extraño para la industria aeroespacial. Si su lanzamiento es exitoso, Argentina se sumará al grupo de diez naciones con capacidad de enviar cohetes al espacio desde su propio territorio. Algo impensado hasta el momento.
El futuro que despega desde Lobería
Este puerto espacial está ubicado a pocos kilómetros de Necochea y fue elegido por su geografía que permite trayectorias de vuelo seguras hacia el sur y el este. Desde allí, TLON Space planea seis lanzamientos al año y la fabricación de 200 cohetes anuales aproximadamente. El impacto va mucho más allá de lo científico. En la región, el proyecto está impulsando la economía y la educación. Este cohete no solo busca alcanzar el espacio, sino que está abriendo un montón de oportunidades acá en la tierra.
Para los países latinoamericanos, alcanzar el espacio parecía algo totalmente imposible. Sin embargo, lo que está ocurriendo en la provincia de Buenos Aires pude ser el inicio de un cambio para la región. El proyecto de TLON Space es una declaración para la búsqueda de la independencia tecnológica y muestra que todo puede lograrse cuando la ciencia, la perseverancia y el talento se combinan para lograr un objetivo. Argentina vuelve a mirar hacia arriba pero esta vez tiene los pies firmes sobre su propio suelo. ¿Será posible el sueño del primer cohete argentino que alcance el cielo? Solo quedará esperar.