La inversión en futbolistas resulta un gran negocio para los grupos inversores que compran una parte o todo el contrato de transferencia de un jugador, y luego apuestan a las ganancias por la reventa. Incluso, los llegan a “prestar” sin cargo alguno para que se puedan mostrar.
La controversia ha sido muy grande en los últimos años. Por eso, la cuestionada medida llegó a la FIFA. El director de la Premier League británica, Richard Scudamore, quiere que el ente que regula el fútbol a nivel mundial prohíba, como hizo él, que los fondos de inversión adquieran participaciones en los contratos de los jugadores de fútbol, un mercado que en la actualidad mueve 3.000 millones de dólares por año.
La Premier es la liga de fútbol más rica del mundo y sufrió un shock cuando en 2006 el West Ham United de Londres contrató a Carlos Tévez y Javier Mascherano, dos jugadores argentinos cuyos derechos de transferencia estaban en manos de fondos. Esa operación terminó en juicios, multas y una controversia que todavía no tiene resolución.
Los fondos compran las participaciones de un jugador apostando al valor de transferencia. Es decir que cuando el jugador pasa de su actual club a otro, cobran un porcentaje de esa transferencia. Scudamore indica que los acuerdos ponen en peligro la integridad del deporte.
La práctica de compensar a los clubes chicos por liberar atletas comenzó en el año 1890 en Inglaterra. El negocio comenzó en la Argentina a fines de la década del ’90 y desde entonces hay 11 fondos que han invertido en cientos de jugadores; entre ellos, el delantero superestrella del Real Madrid, Cristiano Ronaldo.
Otra de las voces es la de Gianni Infantino, secretario general de la UEFA, quien dijo en una entrevista que los fondos podían usarse para el lavado de dinero y que algunos están siendo investigados, ya que la opacidad de algunos fondos dificulta a los reguladores saber quiénes están detrás.
Escándalos por este tipo de operaciones rodean a los clubes y jugadores de uno y otro lado del océano. Aparecen nombres como West Ham, Manchester United, Real Madrid, Coritiba, Keirrison de Souza Carneiro, Barcelona, Atlético Madrid, Angel Di María, Rosario Central o Benfica, son algunos de los que están en danza. Pero pocos como el de Carlos Tévez.
El de “Carlitos” es uno de los ejemplos más claros. El delantero pasó en 2004 al Corinthians de San Pablo, controlado por el Media Sports Investment Group de Londres que pagó una transferencia de US$16 millones a Boca Juniors para adquirir a Tévez, según dice el convenio. Kia Joorabchian, un iraní de nacimiento que había fundado la hoy desaparecida firma de inversiones American Capital (USA) de Nueva York, dirigía Media Sports.
Ese mismo año, una empresa radicada en las Islas Vírgenes Británicas adquirió un 35% del delantero. MSI era propiedad del extinto supermillonario georgiano Arkady Patarkatsishvili, socio de Joorabchian, que también tenía una participación el magnate ruso de los medios Boris Berezovsky.
En ese momento, el pase de Tévez valió la pena como inversión porque convirtió 46 goles en los 20 meses que jugó para el conjunto brasilero. En 2005 ganó el título en ese país y se llevó el premio de jugador del año; fue la primera vez que un extranjero recibía la distinción desde 1976.
Un año después, una compañía radicada en las Vírgenes británicas, Just Sports Inc., apostó por Tévez. Los dos inversores transfirieron al delantero al West Ham de la Premier League, una escala que ayudaría definitivamente a aumentar el valor de reventa. Los inversores no le pidieron al West Ham que pagara por Tévez, y a cambio el equipo acordó permitir a MSI y Just Sports revender al jugador sin intervención de West Ham.
Esta revelación fue lo que movió a la Liga inglesa a prohibir este tipo de acuerdos. La Liga permitió en aquél momento cobrar lo que habían invertido en Tévez, cuyo valor se disparó notablemente. La empresa Harlem Springs pagó 24 milllones de libras por el 100% por los derechos de transferencia del jugador en el año 2007. Después de que Harlem Springs prestara a Tévez a Manchester United por 9 millones de libras, el jeque Mansour habría pagado en 2009 a la compañía de las Vírgenes británicas cerca de 48 millones de libras para traer a Tévez a Manchester City, según dijeron dos personas cercanas al acuerdo.
El pasado mes de noviembre, Scudamore viajó a la sede de la FIFA en Zurich y explicó por qué el organismo rector del fútbol debía proscribir las inversiones en transferencias. “Este es uno de los mayores desafíos que haya tenido ante sí el fútbol. Y a medida que los inversores avanzan son ellos, y no los clubes, los que deciden la suerte de los jugadores”, afirmó Scudamore.