Psicólogos y psiquiatras reivindican la importancia de desconectarse. Afirman que ayuda a mejorar la memoria y la atención. Y aconsejan no imponerse actividades, sino disfrutar de algo que dé placer.
Vivimos protestando porque estamos agotados, rogamos tener más tiempo libre, más domingos sin compromisos, disfrutar de un bendito feriado sin hacer nada. Sin embargo, cuando se acerca el fin de semana, el feriado, y ahora que llegan las vacaciones a muchos se les atraganta un mandato histórico: ¿Por qué cuesta disfrutar de los ratos en los que no se hace nada “productivo”? ¿Cómo deshacerse de esa voz que repite que el ocio es “la madre de todos los vicios”? ¿Cómo olvidarse del celular en las vacaciones y conectarse con el momento? Por esa incapacidad de preguntarnos qué nos gusta hacer en el tiempo libre –parece más fácil preguntarnos qué sería útil hacer– es que ahora los especialistas salen a reivindicar al ocio.
Primero, es necesario definir. Ocio y tiempo libre no son la misma cosa. El tiempo libre es básicamente el que no se usa para trabajar o dormir. El ocio, en cambio, es el tiempo libre que usamos para hacer algo placentero, enriquecedor para la vida personal. Suena tan simple y sin embargo a muchos les cuesta horrores. Es que el complejo occidental de trabajo y actividad –así lo explica el libro “Disfruta tu ocio”, del español Carlos González Vallés– ha hecho que nos sintamos egoístas, irresponsables y casi culpables al tomarnos descansos y vacaciones.
“Se supone que el tiempo en el que uno no trabaja es para hacer lo que uno desea. Sin embargo, se nos cruzan los mandatos: sale el sol y uno siente que tiene que salir para aprovechar el día, pasear porque es el día dedicado a los hijos, o ir a caminar para cuidar la salud, cuando tal vez el verdadero deseo es quedarse en casa, en pijama, sin hacer nada. Es decir, aparece un ‘deber ser’ productivo, incluso en el tiempo libre ”, dice Harry Campos Cervera, médico especialista en psiquiatría de la UBA.
Pablo López, psicólogo y coordinador de la carrera de psicología de la Universidad Favaloro, agrega: “También hay personas que en su tiempo libre se llenan de cursos, talleres o actividades deportivas y transforman lo que debería ser placentero en una obligación más. Así, cuando uno les pregunta ‘¿qué te gusta hacer?’, no tienen idea. Pasaron sus vidas haciendo cosas útiles, que mejoran el currículum y creen que el tiempo libre es tiempo perdido ”.
¿Por qué es tan necesario dormirse una regia siesta, perder el tiempo sin culpa, pasar un día sin hacer nada útil? “El tiempo de ocio es absolutamente necesario para estar con uno, ensimismarse, pensar. Probablemente alguien llena ese tiempo de trabajo para tomar distancia de sí mismo: ahí es cuando el temor al ocio se complota con el neg-ocio ”, dice Cervera.
“Lo primero que se pierde cuando uno no tiene descanso, me refiero a estar mal dormido y a no tener actividades placenteras, son las funciones cognitivas: la atención, la concentración y la memoria ”, sigue López. “No es una oda a la holgazanería y a la vagancia. La idea es que lo que se haga sea con una cuota de placer, que uno logre estar conectado con eso: si uno sale a andar en bicicleta y eso le gusta está perfecto; ahora si pedalea pensando en que está perdiendo el tiempo, eso no cuenta como descanso”. Eso significa que no hay reglas: hay quienes adoran salir a correr un domingo a la mañana y hay quienes piensan que eso es lo más parecido a una tortura. Cocinar, la ceremonia de cocinar por puro gusto, es para muchos un momento de reseteo, de conexión con olores y sabores; para otros es una más de las miles de obligaciones diarias.
Lo ideal es tener un día de ocio a la semana y mientras se trabaja tomarse alrededor de 15 minutos cada 2 horas: “No hace falta hacer revoluciones: parar un rato para tomar un café, para jugar al Candy Crush, para llamar a un amigo, algo que cambie el foco de atención”, dice López. Es, tal vez, lo que plantea el libro: “Es el momento de no definirnos sólo por nuestro trabajo, de no preguntar ¿qué haces para vivir? sino ¿cómo disfrutas de la vida?”.
¿Cómo replantearse el uso de nuestro tiempo libre? “El ocio tonto es cuando uno tiene un rato libre y se siente obligado a ocuparlo en algo; el ocio inteligente es todo aquello que te haga disfrutar y que sea una decisión consciente ”, dice Willie Carballo, el empresario que patentó el concepto y la marca “Ocio Inteligente” en el país hace más de 10 años.
Es decir, si uno se plantea “voy a ver a Tinelli así me distraigo un rato”, está perfecto: lo que no va es lo que se hace en piloto automático. “Es que cuando estamos en automático perdemos el contacto con lo básico –agrega Carballo–: comer un huevo frito y sentir eso que se siente cuando se moja el pan en la yema. Hay gente que no puede ni tomarse un rato para disfrutar del olor del café durante la sobremesa. Por eso: el lujo no es tener mucho tiempo libre,sino aprender a disfrutar de ese tiempo ”.