Un nuevo método español permite identificar a las personas por su olor corporal. Esta tecnología ya ha causado algunos debates a favor y en contra.
Las medidas biométricas convencionales, que se utilizan para identificar en los aeropuertos y otros puestos fronterizos son el pasaporte, el Documento Nacional de Identidad (DNI), las huellas dactilares y el iris. Sin embargo, una nueva tecnología creada en España podría permitir identificar a un individuo por su olor corporal. Las investigaciones están a cargo del grupo de Biometría, Bioseñales y Seguridad de la Universidad Politécnica de Madrid.
Los científicos investigaron a 13 personas y comprobaron que existen patrones constantes de olor en un individuo. De todas maneras, la tasa de error es elevada, de un 15%, teniendo en cuenta otras medidas como la toma de la huella dactilar o el iris.
Gonzalo Bailador del Pozo, coordinador del estudio, aseguró a El Mundo que “un refinamiento en los sensores y en los algoritmos podría servir como un nuevo método para identificar individuos”.
El experto explica que “en el sensor hay un tubo de aire caliente que extrae el olor de la mano. Gracias a que cuenta con un espectrómetro de masas, el análisis se basa en identificar la cantidad de cada compuesto y la relación que hay entre ellos”.
También aclara que las muestras de olor se recogieron en distintos días y a distintas horas, ya que “el olor corporal se puede ver afectado por muy diversos factores como la alimentación, el metabolismo de la persona, su estado de ánimo e incluso algunas enfermedades”.
La investigación comenzó hace tres años y sus expertos aseguran que gracias a la mejora en los sensores se han podido obtener datos más fiables. “Éste es el último experimento que se ha llevado a cabo tras refinar el sensor. Las otras campañas anteriores que se produjeron dieron problemas en el método de medidas. A veces, en lugar de medir el olor corporal, cogía pequeñas muestras del aire de la habitación, perdiendo así fiabilidad”, reconoce del Pozo.
Tras el análisis de los resultados, el porcentaje de acierto era de un 85%, mientras que la de error de un 15%. El científico considera que esta cifra es prometedora porque si se producen avances y mejoras en los sensores, esta técnica de identificación no sería invasiva. Las personas solo tendrían que pasar por una cabina en la que se integrarían los sensores.
De todas maneras, la implantación de esta tecnología tardará varios años. En este sentido, Arturo Álvaro Cabadillo, de la empresa SEADM S.M que ha participado en la mejora del sensor, indicó: “resulta francamente complicado implementar un sistema novedoso en un sistema normatizado, como por ejemplo un control de seguridad de un aeropuerto. Los equipos que se utilizan habitualmente tienen que pasar por un largo proceso de certificación para que el usuario final pueda acceder si quiera a la compra de uno de ellos”.
“En este tipo de proyectos, me atrevería a decir que el factor tecnológico no es el limitante. Si se dedicasen los recursos necesarios, la tecnología necesaria para implantar un sistema de reconocimiento olfativo podría estar lista en el plazo de meses o quizá pocos años, pero un sistema de este tipo tarda en el mejor de los casos varios años en ser utilizado”, agregó.