Su equipo denuncia que alguien puso una sustancia tóxica en el té. El opositor se encuentra en estado grave. Su hospitalización se produce en un momento en que la disidencia rusa ha cobrado un nuevo impulso.
El líder opositor ruso Alexei Navalny, que durante más de una década batalló contra la corrupción, lucha este jueves por su vida en el Hospital Nº 1 de Omsk. Todo apunta a un potente envenenamiento. Ingresó después de que el avión en que se dirigía a Moscú aterrizara de emergencia en el aeropuerto local debido a la gravedad de su estado. “Suponemos que fue envenenado con algo mezclado con el té. Era lo único que bebió por la mañana”, explicaba la portavoz del político, Kira Yarmysh, que le acompañaba en un viaje de trabajo a Siberia.
Un comunicado de la compañía aérea S7, en uno de cuyos aviones viajaba el opositor, confirmó que éste no consumió alimentos ni bebidas a bordo. Varios médicos explicaron al equipo de Navalny que la toxina se absorbió más rápido a través del líquido caliente.
Los médicos descartaron que haya sufrido una hemorragia cerebral, un infarto de miocardio o una infección por Covid-19. Pero “ante la falta de confianza en que el Estado esté interesado en curar a Navalny, hay que llevarlo a otro país para que reciba tratamiento”, clamó en Twitter el director de la popular radio Eco de Moscú, Alexei Venediktov, una de las voces más respetadas del país. Un avión ambulancia tenía previsto despegar de madrugada de Alemania rumbo a Rusia para llevarse al opositor, en coma, según indicó a la AFP la organización no gubernamental alemana que organiza el transporte. “Vamos a enviar a medianoche un avión ambulancia con el equipamiento médico y especialistas que podrán traer a Navalny a Alemania”, declaró el presidente de Cinema for Peace, Jaka Bizilj, que precisó que esperaba lograr todas las autorizaciones necesarias “esta misma noche”. Su traslado parecía aconsejable no sólo por las sospechas respecto al Gobierno. “Su estado se circunscribe a un campo muy específico y son muy pocas los equipos humanos que pueden tratar a un paciente posiblemente envenenado con una toxina así”, explicó el médico Yaroslav Ashijmin, que trata al dirigente opositor desde 2013.
Desde el entorno de Navalny no hay dudas sobre quién ha intentado matarlo. Según su portavoz, las “respuesta elusivas” de los médicos sobre las causas de su estado, así como la presencia numerosa de policías de distintos servicios, “confirman que ha sido envenenado”. Su esposa intentó sin éxito visitarlo en la habitación. Las autoridades esgrimieron que Navalny, inconsciente en la cama, no daba su consentimiento.
Los críticos con el régimen de Vladimir Putin acusaron al Gobierno ruso de estar implicado. “Ha sido un envenenamiento y toda la responsabilidad de lo ocurrido recae sobre Putin”, afirmó citado por Efe el escritor Víktor Senderovich, quien añadió que de lo único que se puede discutir es si éste dio su consentimiento o fue iniciativa propia de algunos de los que se cobijan bajo su alero. Según el escritor, los miembros del círculo íntimo de Putin y el propio presidente ruso tenían motivos personales para vengarse de Navalny, un hábil comunicador, por sus denuncias de corrupción mediante elaborados vídeos difundidos en internet que concitan la atención de millones de personas. En su opinión, si Navalny muere, la reacción popular será peor que la que hubo cuando mataron a tiros a la periodista Anna Politkovskaya (2006) y al líder opositor Boris Nemtsov (2015), este último a pocos centenares de pasos del Kremlin.
No es la primera vez que Navalny es intoxicado. Hace un año, cuando se encontraba recluido en un centro de detención ya fue envenenado. “Obviamente, ahora le hicieron lo mismo”, denuncia su entorno.
Su estado es preocupante. El dirigente opositor se encuentra inconsciente, en coma inducido y conectado a un respirador. El subdirector del Hospital de Urgencias Nº 1 de Omsk, Nikolai Kalinichenko, precisó que el estado del paciente es estable dentro de la gravedad.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, deseó una “pronta recuperación” al disidente, “como a cualquier ciudadano de nuestro país”.