El Papa se cansó de los voceros: toma distancia de Gustavo Vera

Francisco quiere un 2017 menos conflictivo, y para eso intenta sacarse a los “mensajeros” de encima. La guerra entre los distintos bandos de sus amigos, y la supuesta expulsión del legislador de Santa Marta.

En el Vaticano el ruido aumentó a fin de año. En diciembre, Francisco protagonizó, en el Vaticano, un faltazo inesperado a una reunión de alcaldes de Europa, organizada por Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias y con el apoyo de Gustavo Vera. La noticia recorrió Europa -“Plantón del Papa”, tituló el diario español El Mundo–, pero no quedó ahí. La escena más destacada, confirmada a NOTICIAS por dos importantes fuentes, es la siguiente. Sánchez Sorondo, consciente de que el reloj pasaba y el Pontífice no aparecía a la hora pactada, habría jugado una carta desesperada: le habría sugerido a Vera ir a buscar a Bergoglio a su residencia, Santa Marta. Según le contaron a este medio, el titular de La Alameda no sólo no fue atendido por su vieja amistad, sino que un Guardia Suizo lo invitó a retirarse. “Tiene tres horas para dejar el Vaticano”, habría sido la orden que recibió el legislador. Lo relatado fue desmentido con firmeza por el círculo de Vera, quien al momento de cerrar esta edición se alojaba en el mismo lugar del que habría sido echado dos meses atrás. ¿Fue sólo un cortocircuito? “Francisco no deja de recibir a personas con las que tuvo algún lazo especial, aún cuando puedan fallarle en algo”, fue la explicación de uno de los curas argentinos en quien más confía el Papa.
“La relación se enfrió. A Vera lo sigue queriendo, no es un tema personal, pero se sintió usado”, dice uno de los colaboradores de Bergoglio. Luego de faltar al encuentro de los alcaldes, Francisco tampoco concurrió a un encuentro realizado esta semana, en la institución que dirige Sánchez Sorondo y con la presencia de Vera, sobre el tráfico de órganos. Los días anteriores al foro había circulado un flyer en el que se anunciaba una audiencia con el Papa, pero esa promesa desapareció de la versión final. Aunque el Sumo Pontífice no asiste a todos los congresos que se desarrollan en su Estado, sí solía concurrir a los que participaba –y coorganizaba– su amigo. “Hasta hace tres meses iba a todos los coloquios que armaba Vera, ¿y ahora no va a dos seguidos? Se entendió como que tomó distancia”, cuenta un periodista que trabaja allá.
No fue un hecho aislado. El penúltimo día del 2016 se comenzó a imprimir en la Argentina L’Osservatore Romano, el diario oficial del Vaticano. Es la primera vez en 155 años que se imprime una versión local fuera del estado europeo, y se le agregan varias páginas de contenido argentino. En el primer número, el arzobispo Víctor Fernández, rector de la UCA, escribe un sugestivo texto titulado “Directo entero y sin voceros”, donde destaca la importancia del medio por sobre las distintas voces que dicen interpretarlo. “Es mejor leerlo de manera directa, sin voceros que lo hagan pasar por su propia ideología. Francisco habla a través de gestos, pero estos a veces pueden ser manipulados”, dice el artículo. Fernández es la persona de máxima confianza de Francisco dentro de la Iglesia local, y quien además fue el “ghost writer” de la encíclica papal “Laudato Sí”, el texto más importante que hizo Francisco. “La nota fue un palo para Vera”, aseguran varias fuentes. “El tema de los ‘voceros’ era una de los problemas más serios en Argentina. La idea de L’Osservatore es quitar la palabra del Papa del barro de la política local”, dijo Santiago Pont Lezica, uno de los directores de la versión local. Jorge Milia, ex alumno de Bergoglio, al que visitó varias veces ya en el Vaticano, y autor de dos libros sobre el cura, fue más directo: el 9 de febrero publicó un texto en el diario La Nación, donde ataca con nombre y apellido. “Vera es capaz de utilizar a quien se le cuadre, creando rispideces de las que sólo él conoce el objetivo. Si el Papa niega el relato, multiplica su trascendencia. Si lo ignora, queda como que es verdad”. El propio Bergoglio habló del tema. “Hay mucha confusión sobre mis voceros en la Argentina. No hay más voceros que los oficiales”, dijo Francisco a mitad del año pasado, cuando Joaquín Morales Solá le preguntó si Vera era su portavoz.
El problema con los que cuentan en público que Francisco les dijo tal o cual cosa es que muchas veces terminan pisando las intenciones del propio Pontífice. Por eso el caso más notorio es Vera, que este año debe renovar su banca en la Legislatura, cuya imagen creció desde que el cura se puso la sotana blanca en el 2013: un ejemplo fue el último viaje de Macri al Vaticano, en octubre, cuando días antes de que se concrete, el legislador dio una entrevista donde decía que Argentina “estallaría” si no fuera por la “ayuda” de Bergoglio. El malestar que generó, justo en el momento en que el Papa intentaba descongelar la relación con el Gobierno, fue tal que el propio Presidente declaró que los “supuestos voceros aturden” con sus dichos.
La otra mejilla. “Hay celos entre los amigos del Papa, sobre todo contra los laicos. Les gustaría que el Pontífice no hable más con Vera ni con las voces molestas: les jode que esta gente haga lo que hace y luche contra las mafias. Es una operación”, dice Eduardo Valdés, ex embajador del Vaticano durante el gobierno de CFK y hombre clave entre el acercamiento de la ex presidenta y Francisco. “No tenemos bando”, fue la respuesta de los voceros de Vera ante la consulta de este medio, aunque no quisieron aclarar más. Los que lo defienden hacen hincapié en que si hubiera una distancia, el legislador no habría parado en Santa Marta en su último viaje. “Es lógico que haya enojo entre las distintas partes, no todos los amigos del Papa piensan parecido. Muchos de los que vienen de Argentina llevan y traen lo que les conviene”, asegura un periodista que trabaja para un importante medio europeo que cubre el Vaticano.