El control de la educación se ha convertido en uno de los principales campos de batalla del ISIS, que prohíbe cualquier asignatura que choque con su extrema versión del Islam.
Cuando Hisham recibió una carta en la que se le conminaba a cerrar el colegio de su aldea, supo que la cosa iba en serio. La misiva amenazaba con la muerte de su familia si se negaba a cumplir con la petición. Hisham (nombre ficticio por razones de seguridad) era el director de una escuela local en la región de Al Qaim, al oeste de la localidad iraquí de Ramadi. El mensaje no estaba firmado, pero todo el mundo sabía quién lo había enviado.
“En nuestra aldea no viven más de 5.000 habitantes, y era la única escuela pública que teníamos”, explica este profesor a El Confidencial. “Tuve mucho miedo por lo que pudieran hacernos a mí y mi familia, así que decidimos marcharnos a Bagdad”, continúa. “Durante cuatro meses intenté encontrar trabajo de profesor en Bagdad, pero no me dieron el empleo porque soy suní. En Bagdad los suníes estamos discriminados”, se queja el maestro. Cansados de huir de un sitio a otro, decidieron marcharse al Líbano, donde a diferencia de los sirios, los iraquíes pueden entrar en el país con más fácilidad. Ahora ha conseguido un trabajo de portero en un edificio de Beirut.
En los territorios que controla, el autodenominado Estado Islámico está prestando gran atención a la educación de niños y adolescentes conforme a los estrictos criterios impuestos por los yihadistas. Todo lo que quede fuera de estos, como prueba el caso de Hisham, queda proscrito o suprimido.
Tras tomar el control de la localidad iraquí de Mosul y las provincias sirias de Raqqa y Deir el Zour, en el verano de 2014, los radicales decidieron cerrar todas las escuelas gubernamentales para reformar el plan de estudios desde el punto de vista de la religión. Igualmente, a las maestras y profesores les ordenaron someterse a una capacitación o serian arrestados y expulsados de los centros educativos. Lo misma situación vivió la provincia iraquí de Al Anbar, al este de Bagdad, cuando los yihadistas tomaron Ramadi la pasada primavera.
Casi desde el principio, el ISIS creó una Oficina de la Educación. Mediante un edicto religioso, la organización ha prohibido todas las asignaturas que “infringen la ‘sharia’ (la ley islámica)” para “acabar con la ignorancia, promover las ciencias de la religión y rechazar los programas de educación corruptos”. Así, cuando los niños de Mosul o Raqqa retomaron el curso escolar en septiembre, se encontraron que asignaturas como Ciencias o Filosofía y Química habían desaparecido. Tampoco estudiarían asignaturas como Arte y Música, Historia y Geografía, Literatura o la enseñanza de la religión cristiana, ya que infringen la ley islámica. El Estado Islámico también ha anulado en la enseñanza de Ciencias todo lo referido a la teoría darwinista de la evolución, ya que “toda la creación se debe a Dios el Altísimo”, según ordena el Departamento de Educación de Mosul.
El “autobús de la diversión”
Según un informe publicado en marzo por Save the Children, el número de niños matriculados en el sistema público de enseñanza en Siria se había reducido a un 50%, en comparación con la casi totalidad de menores escolarizados antes del inicio de la guerra civil en 2011. El control de la educación se ha convertido así en uno de las principales campos de batalla de los yihadistas, que trabajan duro para conseguir que los padres envíen a sus hijos a escuelas religiosas en lugar de a centros de educación pública. Incluso ofrecen un “bus de la diversión” que va de pueblo en pueblo recogiendo a los niños. “Militantes del ISIS van en un autobús blanco a través de ciudades y pueblos, con un altavoz para llamar a los niños para dar un paseo y ver dibujos animados. Pero, cuando suben, los yihadistas les dan charlas sobre su versión más extrema del Islam y reparten folletos para que se los entreguen a sus padres”, explica un residente de Raqqa, identificado como Hadidi, al diario ‘The Washington Post’.
La nueva normativa impuesta por los radicales ordena borrar el nombre de República de Irak de todos los textos educativos y reemplazarlo por el de Estado Islámico, además de eliminar todas las fotografías que infrinjan la ‘sharia’. Además, los yihadistas ordenaron a los profesores infundir a los alumnos la pertenencia al Islam y la segregación de los estudiantes por sexo.
El ISIS exigió a los profesores que comprometan su lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi, sigan el código de vestimenta islámico y dejen crecer sus barbas. Muchos maestros rechazaron tales demandas y abandonaron sus puestos de trabajo. En cuanto a las maestras, se les dijo que cuando abran las escuelas para niñas, deberán llevar el ‘dir’, una especie de túnica que cubre todo el cuerpo y la cara.
Precisamente, el autodenominado Estado Islámico concibe la educación femenina de un modo muy similar al de los talibanes en Afganistán: con el único fin de que puedan servir mejor a sus hijos, y fundamentada en el estudio de la ‘sharia’ o ley islámica. El 25 de enero, la organización promulgó un manifiesto con una serie de normas sobre cómo deben ser educadas las niñas en el Islam, escrito por la Brigada Al-Khansa, una especie de unidad de la policía religiosa femenina.
A este respecto, el texto establece un calendario en el que, de siete a nueve años, las niñas deberían cursar jurisprudencia islámica, árabe coránico y ciencias centradas en el cálculo y conocimiento del medio. Entre los 12 y los 13, el ISIS opina que los estudios deberían centrarse más en la religión, con especial hincapié en la ley islámica referida al matrimonio y el divorcio, aparte de otras asignaturas como tejer y cocinar. De los 13 a los 15, las menores deberían estudiar la ‘sharia’ y la historia del Islam, así como “habilidades manuales” (descritas así en el manifiesto) tales como la crianza de los hijos. Y pese a que el manifiesto legitima el matrimonio de las niñas a los nueve años, sostiene que “las chicas más puras” deben casarse entre los 16 y los 17 años.
En cuanto a los varones, las enseñanzas se centran en la necesidad de luchar contra los países occidentales y los países árabes que son sus aliados. Los yihadistas se consideran a sí mismos los soldados de Dios en la tierra, y por tanto se atribuyen la potestad de juzgar y castigar a las personas. El ISIS tiene campos de entrenamiento de estilo militar para los menores, en su mayoría adolescentes, pero también incluyen a muchos de tan solo siete años de edad. En sus vídeos propagandísticos, miembros del Estado Islámico alardean de sus bravos ‘cachorros’, que empuñan rifles kalashnikov que apenas pueden sostener en sus brazos. El gran problema al que se enfrentan los niños que viven en el autoproclamado Califato Islámico es que han dejado de aprender a leer y escribir para aprender a luchar y odiar a Occidente.