Escuelas en zonas marginales, altos niveles de carencia, el inglés como segundo idioma, una mayoría de alumnos de minorías étnicas. ¿Y cuál es el resultado? El sistema educativo más exitoso de todo el país.
La municipalidad de Londres se ha convertido en una superpotencia educativa.
La última prueba para sustentar esta afirmación llega de las estadísticas que rastrean el progreso de los alumnos después de haber terminado la escuela.
Los datos anulan la creencia tradicional de que los alumnos más pobres estén condenados a tener menos éxito en la vida que sus homólogos más ricos.
Entre aquellos que toman los exámenes finales de bachillerato, el 63% de los alumnos cuyo nivel de pobreza les da derecho a recibir comida gratis en el colegio, ingresa a educación superior.
La cifra es más alta que la correspondiente a los alumnos más adinerados en el resto del país. En palabras más simples: adolescentes desfavorecidos de Londres están adelantando a los jóvenes más privilegiados de fuera de la capital.
Resultados estelares
Pero, ¿cuál es el motor del espectacular éxito de Londres?
Esta pregunta se ha convertido en un asunto de creciente fascinación para los investigadores, que buscan los misteriosos ingredientes de la exitosa fórmula.
Sam Freedman, de Teach First, dice en su blog que “quizá es el interrogante más grande en la política educativa”.
El Instituto para Estudios Fiscales y la Fundación Educativa CfBT publicaron dos informes que intentan resolver el rompecabezas. Ambos calificaban el progreso de la capital como de “relevancia internacional”.
“Entender qué pasó en Londres le puede dar pistas a cualquier ciudad en el mundo para hacer reformas educacionales”, le dijo a BBC Mundo Anna Riggall, jefa de investigación la Fundación Educativa CfBT.
“Las políticas y reformas que se implementaron en Londres desde 2002 quizás no se puedan implementar de la misma forma en todas partes, pero las lecciones aprendidas tras analizar lo que se hizo son transferibles”, aseguró la experta.
La investigación concluyó que hay siete estrategias (o lecciones, como las llama el informe) que pueden beneficiar a cualquier sistema escolar y, para BBC Mundo, Riggall destacó las siguientes tres:
Lección 1: Mantener un impulso sostenido y consistente de política para el cambio.
Los colegios de Londres se beneficiaron de un nivel altamente inusual de apoyo a largo plazo y de todos los partidos políticos en el gobierno. Cambiar la cultura profesional no es una cuestión de “apretar un botón” o dar una orden ministerial, requiere que se mantenga el foco durante un período largo de tiempo.
Lección 2: Usar la información sobre rendimiento sistemáticamente.
La recolección de datos y los análisis comparativos de rendimiento en todos los niveles del sistema educativo de Londres le dieron impulso al plan para mejorar los colegios de la capital. Tener datos para respaldar teorías ayudó a ganar mucho apoyo y también a asignar responsabilidades; con la información, se identificaron claramente las fortalezas y mejores estrategias en toda la ciudad y se compartieron, pero también quedaron en evidencia las escuelas que no estaban funcionando bien.
Lección 3: transformar el desempeño de escuelas malas con actividades de mejoramiento diseñadas por el sector.
Fueron los profesores y los directores de las escuelas los que lideraron el cambio en Londres. Los directores de escuelas eran responsables moralmente de los pupilos de todos los colegios de la capital, no solo en los suyos. Los mejores colegios se convirtieron en centros de desarrollo profesional.
Economía universitaria
¿Qué tal si añadimos algunos factores externos a la mezcla?
Londres, a diferencia de cualquier otro lugar del país, es una economía de profesionales. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el 60% de la población en edad de trabajar de la ciudad tiene una licenciatura.
Así sean barrenderos o camareros, muchos son licenciados. Y esto se traduce en que un número desproporcionado de niños en las escuelas de Londres deben tener padres licenciados, incluso si no son particularmente prósperos.
Seguramente, eso tiene un impacto positivo en el apoyo que se le da a los niños en casa.
En términos de la diversidad de la población, es la ciudad más global que uno pueda imaginar. Más del 80% de los niños en escuelas de zonas marginales de Londres proceden de minorías étnicas, y para más de la mitad el inglés no es el idioma materno.
Todavía no está claro en qué medida esta población móvil, ambiciosa y multicultural encaja en cualquier otro modelo de lo que tradicionalmente se conoce como “clase”. Las rígidas vías de escalada social –tristemente vinculadas al éxito o el fracaso en la educación- quizá hayan quedado obsoletas.
Un alto cargo de educación, reacio a hablar públicamente con su nombre, dice que la combinación más dinámica se da cuando hay un grupo migrante que es materialmente pobre pero que le da una alta importancia a la educación. Para esas familias, extraer lo mejor de la educación es el pasaporte de sus hijos para una vida mejor.
Hoy en día es la clase trabajadora blanca, que ahora es una minoría en el centro de Londres, la que se ha convertido en la marginada del sistema educativo.
Padres móviles
Las escuelas de Londres también sirven a una población muy bien informada, nadie está más allá de unos clics en su teléfono celular para poder hacer múltiples comparaciones entre escuelas. Los padres están tomando decisiones bien meditadas como consumidores.
Por supuesto, esta información sobre las escuelas está disponible fuera de Londres y las familias de todo el país valoran sus mejores posibilidades.
Pero lo que es diferente es la enorme variedad de opciones para los padres en la capital. Los autobuses son gratis para los alumnos, otra diferencia práctica, que hace que muchas de las escuelas estén al alcance, sin importar su ubicación.
Eso hace que la expectativa suba. Las escuelas tienen el enorme desafío de obtener buenos resultados y las de Londres se han hecho muy hábiles para maximizar las calificaciones.
En la primera década del siglo XXI, la proporción de alumnos de la capital británica que logró buenas notas en sus exámenes finales subió del 45% al 81%.
Es un salto masivo y, asumiendo que no es que los alumnos se hayan vuelto muy inteligentes de golpe, refleja cuánto han mejorado las escuelas.
Por supuesto, no hay nada perfecto. El rápido aumento de la población pondrá un peso creciente en el sistema. No sirve de nada tener escuelas excelentes si no tienen sitio para los niños.
Pero, hoy por hoy, esta es una de las cosas más extrañas que hay: una historia verdaderamente optimista del sistema de educación.