Antonio Bilbao, habitualmente relacionado con los aspectos del trasporte público, también tiene experiencia en materia portuaria. En la 99.9, expresó sus ideas para la reactivación y mejoramiento del uso del puerto local, con la mentada Terminal de Cruceros incluida. “Hay que reformular la utilidad del puerto local”, señaló.
La necesidad de una reforma en el puerto de Mar del Plata es evidente y la opinión de Ricardo Marengo ayer en la 99.9, abrió el debate a otras opiniones que tienen tantos puntos en común como diferencias. Uno de ellos es Antonio Bilbao, que habitualmente está relacionado con el transporte, pero que también conoce esta temática: “he trabajado muchos años en temas portuarios. Se construyó y se proyectó el puerto de cruceros sin estudiar la problemática del puerto local que es el tema de fondo. A Mar del Plata le produciría un efecto importante tener cruceros durante el año, sería un ingreso más pero como están las cosas, los resultados están a la vista”, aclaró.
Los problemas para que lleguen los cruceros no pasan sólo por la poca capacidad de calado y que se debe dragar el ingreso al puerto, sino que también hay otros inconvenientes: “un funcionario municipal dijo que se dragaba al lado de la escollera la misma se desmoronaría y es cierto. Desde el punto de vista de la ingeniería, si se draga junto a la escollera, la base de la misma perderá sustentación. Esto demuestra la improvisación de los que proyectan y embarcan al estado en inversiones millonarias”, agregó.
Está claro que a pesar de que se haga un profundo dragado en el ingreso al puerto, se necesita la mantención de la boca de acceso y de una manera intensa: “el puerto tiene un problema muy serio que es la sedimentación, eso genera que se deba tener un dragado constante. Hay informes que indican una sedimentación anual 250.000 metros cúbicos en el canal de acceso, lo que reduce mucho el calado”.
Por otro lado, Bilbao destacó que no se puede dejar de lado todo lo que se ha hecho en contra del propio progreso del puerto local: “hace 20 años que se cerraron los ramales ferroviarios de acceso al puerto. Hubo una involución o un deseo de trabajar al revés de lo que necesita la ciudad. El puerto no tiene un plan director de desarrollo”, puntualizó.
La necesidad de cambios es evidente, pero resulta sano tener la opinión de distintos actores sobre las cosas que se pueden realizar en el puerto: “Mar del Plata dejó de ser un puerto cerealero, debemos reformular su utilidad. No hay peor sordo que el que no quiere escuchar. Hace muchos años que insisto en algunos aspectos”, recordó.