Prestaron servicios durante un siglo, hasta que en 2013 fueron reemplazados por formaciones cero kilómetro. Un equipo de especialistas trabaja sobre 4 vagones.
El 11 de enero de 2013, después de 100 años de servicio, los vagones belgas La Brugeoise, que fueron parte inalterable del paisaje subterráneo de Buenos Aires de la Línea A, se despidieron de los porteños. Y a través de la ley 4.886 fueron declarados Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura. A más de cuatro años del adiós de las vías y los andenes, muchos vecinos todavía los extrañan. Pero no será por mucho tiempo: están restaurando cuatro que, en poco tiempo más, volverán a rodar en viajes turísticos.
Es cierto, los ternes chinos tienen aire acondicionado, son más modernos y cuentan con nueva tecnología. Sin embargo, no faltan quienes se preguntan ¿dónde están los viejos vagones de madera de la Línea A? ¿Los estarán cuidando? ¿Habrán quedado abandonados en un viejo galpón, a la deriva? Desde Subterráneos de Buenos Aires (SBASE), el organismo que tiene a su cargo el subte porteño, informaron que están en perfecto estado. Y con ganas de volver al ruedo.
“En el marco del Plan de Gestión Cultural y Patrimonial venimos llevando a cabo la recuperación de los coches La Brugeoise. Hasta el momento se restauraron cuatro, con el fin de devolverle su aspecto original”, señalan desde SBASE. Para la realización de este proyecto se convocó a un grupo de expertos en restauración de madera y platería, mecánicos y electricistas. Entre las personas que colaboraron se encuentran el orfebre Juan Carlos Pallarols, la arquitecta Marielena Mazzantini, el arquitecto Guillermo Pinelli y Pablo Piserchia, apasionado de los trenes e integrante de la Asociación Amigos del Tranvía.
“El equipo acondicionó y readaptó los sistemas neumático, eléctrico, mecánico y la carrocería de los coches a las normas de seguridad vigentes, y aseguró su valor patrimonial al realizar un tratamiento de cada pieza como única en su tipo”, agregan desde la empresa. Los trenes restaurados están en el histórico Taller Polvorín, ubicado en Emilio Mitre y José Bonifacio, en Caballito. Y aunque resulte difícil de creer , pronto podrían volver a circular: la idea de las autoridades es que regresen a las vías que conocen de memoria, en el trayecto original entre Plaza de Mayo y Primera Junta, y fuera del horario habitual de servicio.
La intención es que realicen paseos por la noche para que los turistas, los chicos que nunca pudieron viajar en ellos o los nostálgicos que todavía extrañan ese vaivén constante de los trenes belgas se den el gusto de recordar viejos tiempos. Los coches que fueron protegidos por la ley son 94. La mayoría de ellos están en el Taller Mariano Acosta, en el Sur de la Ciudad, protegidos por lonas y debajo de un galpón construido para resguardarlos del sol y la lluvia, y donde les realizan un mantenimiento constante.
En Las Brujas, como también se conoció a esos vagones, viajaron ilustres personajes porteños: antes de convertirse en el Papa Francisco, Jorge Bergoglio era un pasajero habitual; más de una vez fue fotografiado. Ahora, la intención es continuar restaurando los coches para formar una nueva tripla, un trabajo que lleva esfuerzo y tiempo: para poner en forma una unidad se necesitan al menos seis meses de tarea constante.
Mientras tanto, algunos fueron subastados. El 27 de enero, por dos coches, se recaudaron $ 363.000, dinero que es utilizado para realizar obras y mejoras en la red. Según la ley sancionada, además de la restauración de parte de la flota, para ser utilizada con fines culturales y turísticos, se deberán donar vagones a entidades de bien público relacionadas con la actividad ferroviaria, con la condición de que se conserve y proteja el valor patrimonial.
De esta manera, ya se entregaron cinco coches para exposición a la Fundación Museo del Automóvil, la Municipalidad Roque Sáenz Peña, Chaco, y a la Mutual 3 de Noviembre.