El rey de las ‘cripto’ busca científicos para cometer un delito: editar embriones humanos

Brian Armstrong, fundador y CEO de la plataforma Coinbase, quiere montar una empresa para solucionar enfermedades de origen genético con una propuesta que, hoy en día, no sería legal.

El multimillonario Brian Armstrong, creador y CEO de la plataforma de compraventa de criptomonedas Coinbase, quiere cambiar el mundo o, más bien, a las personas que lo habitan. Convencido de que tenemos la tecnología necesaria para acabar con las enfermedades de origen genético, está dispuesto a financiar una empresa para editar embriones humanos. Su manera de poner en marcha el proyecto ha sido realmente llamativa: a través de un post en X invita a científicos e ingenieros bioinformáticos a una cena para conversar sobre esta cuestión y formar el equipo.

La edición genética de embriones humanos no solo es un tabú científico, sino que está prohibida en EEUU y en casi todo el mundo. El investigador chino He Jianku fue condenado a prisión en su país después de que se diera a conocer, en 2018, el nacimiento de tres niñas modificadas genéticamente. El supuesto objetivo era protegerlas del VIH que iban a heredar de su padre, algo que se puede lograr por otros medios, así que la noticia provocó la indignación internacional. Sin embargo, Armstrong parece dispuesto a cambiar ese paradigma. “Creo que es el momento adecuado para crear en EEUU la empresa que defina el futuro en este ámbito”, afirmaba en su publicación.

Según el CEO de Coinbase, “aproximadamente 400 millones de personas viven hoy con una enfermedad genética, y esta tecnología puede tener un gran impacto en la salud humana si se implementa correctamente”. Sin embargo, este argumento es bastante engañoso. En primer lugar, porque la inmensa mayoría de los problemas genéticos se pueden abordar de otra forma, así que la utilidad médica real sería extraordinariamente limitada. En segundo lugar, porque la edición de genes en el ser humano aún no garantiza los resultados esperados y, por el contrario, conlleva el riesgo de provocar otras modificaciones en el genoma con consecuencias inesperadas y que serían heredables para las siguientes generaciones. A pesar de todo, algunos científicos apoyan explorar esta idea. Es el caso de Dieter Egli, profesor de la Universidad de Columbia especialista en este campo. En declaraciones a la revista MIT Technology Review, valora positivamente que el multimillonario haya planteado la cuestión públicamente y considera que los avances en las técnicas de edición genética nos sitúan en un escenario diferente al que había hasta ahora. Sin embargo, el rechazo sigue siendo generalizado: pocos días antes del post de Armstrong, varias organizaciones científicas estadounidenses pedían una moratoria de 10 años para este tipo de experimentos porque la edición hereditaria del genoma humano “sigue siendo demasiado arriesgada y éticamente problemática para su uso clínico”.

Falta de justificación
¿Es necesaria esta nueva técnica? “Todos los que dicen que la edición genética en embriones es algo imprescindible que necesitamos incorporar mienten”, afirma Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), en declaraciones a El Confidencial. Según explica este experto en genética, casi todos los casos se pueden resolver mediante el diagnóstico genético preimplantacional.

Cuando los miembros de una pareja son portadores de mutaciones deletéreas, que aumentan las probabilidades de que su descendencia sufra alguna enfermedad, pueden acudir a un servicio de reproducción asistida a donar óvulos y esperma para obtener embriones por fecundación in vitro. Una pequeña biopsia permite conocer cuáles son portadores de esos cambios en el ADN e implantar solo los que estén libres de mutaciones. “Esto permite evitar la inmensa mayoría de las enfermedades congénitas”, así que la edición genética “no es tan necesaria como tratan de vender”. No obstante, existen casos en los que el diagnóstico genético preimplantacional no sirve de nada debido a que uno de los progenitores o los dos tengan mutaciones en homocigosis (dos copias idénticas de un gen), de manera que todos los embriones resultantes van a ser portadores de la enfermedad. En este caso podría estar justificada la intervención, pero “es una situación extraordinariamente infrecuente” y en algunos casos los bebés no llegan a nacer por tratarse de mutaciones incompatibles con la vida.

Avances insuficientes
Por lo tanto, autorizar la edición del genoma en embriones humanos implicaría su utilización para un reducidísimo conjunto de casos, asumiendo que las modificaciones en el ADN fueran exitosas y no tuvieran efectos colaterales. Sin embargo, aún no tenemos la certeza de que la técnica vaya a ser segura ni eficiente. Lo que sí es cierto es que ha habido grandes avances en los últimos años.

Esta tecnología se utiliza en los laboratorios desde hace poco más de una década, con la aparición de la herramienta molecular CRISPR-Cas9, que le valió el Premio Nobel de Química a Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna en 2020. Se trata de un método para “cortar y pegar” genes de forma muy precisa, pero “está asociada a efectos no deseados y ya solo se emplea para inactivar genes”, comenta Montoliu.

En cambio, para modificar los genes que no funcionan han aparecido los editores de segunda y tercera generación (llamados editores de bases y editores Prime, respectivamente; desarrollados por el biólogo David Liu). “Disminuyen la posibilidad de que aparezcan resultados inesperados, casi eliminan el riesgo de modificar otras secuencias genéticas, así que han empezado a entrar en ensayos clínicos”, explica el experto del CNB-CSIC. A pesar de todo, “el porcentaje de éxito no es del 100% y esto se puede gestionar a nivel académico, en modelos de ratones, pero no nos permite trasladarlo a la clínica”.

¿Encaminados hacia la eugenesia?

Por lo tanto, si alguna vez los científicos consiguen hacerlo de manera totalmente segura, manipular el ADN de un embrión humano podría convertirse en una terapia en situaciones muy excepcionales. Sin embargo, muchos expertos temen que, en lugar de avanzar como opción terapéutica, la edición genética se encamine más hacia la “mejora” de ciertas características humanas. “Esto no deja de ser un eufemismo de eugenesia”, advierte Montoliu, “desde la ética es absolutamente indefendible y puede generar muchos problemas”.

La selección de las personas basada en caracteres prefijados para un supuesto perfeccionamiento del ser humano remite a la búsqueda de la pureza racial en la Alemania nazi o a esterilizaciones masivas de personas con discapacidad a comienzos del siglo XX en EEUU. Evidentemente, hoy en día nadie plantea esos extremos, pero la frontera no está muy clara cuando algunos ofrecen seleccionar características favorables, bien sea por medio de edición genética o sin ella.

Aunque no hay ninguna empresa de EEUU que se dedique a la edición genética de embriones, como propone Armstrong (sería ilegal hoy en día), sí hay algunas vinculadas a Silicon Valley que ofrecen diagnóstico genético preimplantacional para seleccionar los mejores rasgos, por ejemplo, la inteligencia, a pesar de que no pueden garantizar resultados. El punto intermedio estaría en la búsqueda de bebés con menores posibilidades de sufrir alzhéimer o enfermedades cardiovasculares en un futuro, pero eso también estaría más cerca de la mejora que de la terapia, puesto que se trataría de descartar (o modificar, si se emplea la edición genética) embriones sanos.

“Gattaca ya no es ciencia ficción”

“Gattaca ya no es ciencia ficción”, asegura el científico del CNB-CSIC en referencia a la película de culto que aborda esta cuestión presentando un futuro distópico, “las propuestas que nos están viniendo desde EEUU van más allá sin ninguna garantía o justificación científica”. Según explica, “es poner en práctica el transhumanismo radical, que apuesta por utilizar las mejoras tecnológicas para adquirir capacidades físicas o psíquicas adicionales”. En realidad, ya hemos iniciado el camino. Aunque no hay mucha información sobre las niñas chinas modificadas genéticamente, se sabe que ahora están separadas de sus padres y fueron entregadas por separado a otras familias. A lo largo de toda su vida serán objeto de vigilancia, ya que su genoma está alterado con una serie de mutaciones que no estaban previstas. Si acaban teniendo descendencia, esas mutaciones se seguirán transmitiendo a otras personas.

La pregunta es si será inevitable el desarrollo de la técnica, apoyada por un criptobro o por algún científico alternativo. “Creo que tenemos que asumir que estos experimentos, nos gusten o no, se acabarán haciendo en países que no han legislado sobre este tema o en los que se apoyará este tipo de tecnología, probablemente, en el Sudeste Asiático, el Golfo Pérsico o África”, señala Montoliu. “Hace falta dinero y capacidades, pero no me extrañaría que esto llegue a ocurrir y que tengamos que lamentar los resultados inesperados que vayan a obtener”.