En los últimos años, la obesidad infantil se ha convertido en una epidemia global y, quizás peor, es que no tiene un tratamiento sencillo.
La epidemia es especialmente grave en algunos países como México donde, según una encuesta nacional realizada en 2012, al menos 4,5 millones de los niños sufren de obesidad o sobrepeso.
O en España donde, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, cerca del 25% de los niños tiene sobrepeso.
Peor es la situación en EE.UU. Allí, según el Centro de Control de Enfermedades, uno de cada tres niños tiene sobrepeso y la incidencia de la obesidad entre los adolescentes se ha cuadruplicado en los últimos 30 años.
Sin embargo, en Dinamarca, un nuevo programa que ayuda a los niños a perder los kilos de más parece estar dando buenos resultados.
Cambio total
El proyecto consiste en hacer una serie de cambios en el estilo de vida de los niños y sus familias.
Y, según el pediatra que lo puso en marcha, el programa piloto ha logrado cambios significativos en la batalla contra la obesidad infantil en el país nórdico.
El plan, que se desarrolla en la ciudad de Holbaek, ya ha tratado a 1.900 pacientes, de los cuales el 90% logró llegar a su peso ideal al ajustar una serie de 20 elementos en su estilo de vida.
La novedad de este sistema es que fuerza a cambiar muchos de los hábitos de la vida de los niños y sus familias y no solo “pequeños pasos”, como hacen los tradicionales métodos de pérdida de peso.
Por eso, el doctor danés que dirige el proyecto piloto, Jens Christian Holm, insta a otros países a aprender de sus experiencias para enfrentar este desafío de salud mundial.
“En general, los niños obesos se descuidan. Con frecuencia están solos y muchos no participan en actividades con otros niños. Les falta autoestima. Con este programa, hay una auténtica esperanza de que puedan perder peso y tener una buena calidad de vida”.
La obesidad es una enfermedad que a los niños les cuesta mucho combatir solos, explica.
“Nosotros les creamos el ambiente y les damos las herramientas con las que los niños y su familia pueden superarlo”.
“Esto es duro”
Al comienzo del programa, los niños están ingresados en el hospital durante 24 horas para someterse pruebas exhaustivas, incluyendo exploraciones del cuerpo para medir su grasa corporal.
También responden a un cuestionario detallado sobre sus hábitos alimenticios y patrones de comportamiento.
“No estamos haciendo esto por diversión. Esto es difícil”, dijo Holm a Jakob Christiansen de 10 años de edad durante una consulta.
“Los escondía”, dice su madre Elisabet.
“Sólo queremos que los médicos ayuden a Jakob a perder peso para que pueda ser un niño feliz de nuevo”.
Jakob dijo a Holm que recorre en bicicleta los tres kilometros hasta la escuela. Pero el ejercicio por sí solo no es suficiente para combatir lo que el pediatra llama “esta enfermedad crónica”.
“Va a ser muy difícil, pero voy a luchar tan duro como pueda. Estoy seguro de que voy a extrañar el azúcar y el hecho de que ya no pueda hacer el vago”, dice Jakob.
En medio de las pruebas, Jakob toma un descanso para el almuerzo, que consiste en pechuga de pollo sin piel, zanahorias crudas, pimientos rojos y ensalada verde.
El programa requiere cambios al por mayor en el estilo de vida para vencer la resistencia natural del cuerpo para perder grasa, y cada niño tiene un plan de tratamiento personalizado que se enfoca en 15-20 hábitos diarios.
Holm dice que, a menos que los niños y sus padres cambien muchos hábitos, “la obesidad persistirá. La gente va a estar muy frustrada, triste, y se encontrarán perdidos”.
La investigación mostró que, siguiendo el programa, el 70% de los pacientes mantuvieron su pérdida de peso durante cuatro años.
Esta tasa de éxito se logró con un promedio de poco más de cinco horas de consulta médica por niño por año.
Ahora se ha adoptado en otros ocho municipios daneses, y Holm cree que otros países deberían establecer programas de tratamiento similares.
El distrito de Hedensted, en Dinamarca occidental, es uno de los lugares que ha adoptado los métodos del Dr. Holm.
El programa está dirigido por Rikke Christensen, un funcionario de salud, que dice que parece que funciona mucho mejor que los muchos enfoques que intentaron en el pasado.
“Lamentablemente, hemos experimentado una y otra vez, que era difícil convencer y motivar a las familias. Ahora vemos que por fin hemos encontrado un método que funciona y que es adoptado por las familias”.
Una de sus historias de éxito es un niño de 9 años que entró en tratamiento con 40% de grasa corporal y la presión arterial alta.
Era introvertido, no podía prosperar en la escuela, y rechazaba el ejercicio físico.
Él todavía está en tratamiento, pero ha reducido su grasa corporal en una cuarta parte.
Es más extrovertido, ha participado en una carrera de cinco kilometros y comenzó a jugar al fútbol y “tiene un brillo en sus ojos”.
Cambio de vida
Uno de los objetivos de Holm es limitar el tiempo que dedican los niños a jugar en las computadoras o ver la televisión.
Algunos niños están pegados a sus pantallas hasta 12 horas al día y el límite, dice, debe ser dos.
“Hay que cambiar toda su vida, ya que tienden a ser solitarios, tienden a avergonzarse de sí mismos por lo que necesitan hacer esto, e interactuar con otros niños en su vida cotidiana”.
Los participantes también tienen un límite para ir a la cama para asegurar más horas de sueño.
Investigaciones anteriores sugieren que esto ayuda a luchar contra la obesidad mediante la regulación de las hormonas y la reducción de la necesidad de comer poco saludable cuando está cansado.
Mike Nelausen, de 14 años, se ha convertido en un abanderado del proyecto Holbaek.
Solía pesar 85 kg pero al adoptar la estrategia de Holm adelgazó 23 kg y ya no es el blanco de los matones del patio de recreo.
“Al principio, fue difícil, pero luego se convirtió en una parte de mi rutina diaria y ahora me resulta mucho más fácil”, dice Mike en su casa en el pueblo de Ugerløse.
“Estaba triste porque me intimidaban. Pero ahora estoy más delgado. Estoy mucho más feliz, tengo más energía. Y ya no me enojo cuando me peso”.
Mientras raspa y tritura zanahorias para un plato bajo en calorías con carne picada, su madre Karina rompe a llorar.
“Fue muy difícil verle así. Lo intentamos todo, pero seguía aumentando de peso. Así que cuando finalmente empezó a funcionar, nos quedamos muy contentos”.
Durante la cena, Mike sólo consume una porción en lugar de sus anteriores tres, y bebe agua con gas.
Y a pesar de que está lloviendo, sale de la casa para correr como todas las noche alrededor de la aldea con una mirada de determinación en su rostro.
Como dice el Dr. Holm, el programa no es fácil. Pero los resultados son gratificantes.