La condena por crímenes de guerra y lesa humanidad es la más alta emitida por la Corte Penal Internacional de La Haya desde su puesta en funcionamiento, en 2002, y supera la impuesta al jefe de las FPLC, Thomas Lubanga, sentenciado a 14 años de cárcel.
La Corte Penal Internacional (CPI) ha condenado a Bosco Ntaganda, apodado “El Terminator”, a una pena de 30 años de prisión por crímenes de guerra cometidos, por sus órdenes, por la milicia rebelde congoleña. El tribunal, situado en La Haya, también le considera culpable de varios crímenes de lesa humanidad, como asesinatos, violaciones y esclavitud sexual. Se trata de la mayor sentencia jamás dictada por este tribunal, desde su creación en 2002.
En total, fue condenado a 13 cargos de crímenes de guerra y cinco de crímenes de lesa humanidad, entre los que se incluye, por primera vez en la historia de la CPI, el delito de esclavitud sexual. Los jueces han escuchado a las víctimas y los testigos presenciales de los crímenes para decidir la sentencia final, que estaba entre la cadena perpetua o los 30 años de prisión, que finalmente se le aplican.
Ntaganda, de 46 años, fue comandante del movimiento rebelde congoleño Unión de Patriotas Congoleños (UCP, en sus siglas en inglés) entre 2002 y 2005, época en la que fue apodado por los milicianos como “El Terminator” por su crueldad. La CPI considera que tuvo un rol clave en la planificación y las operaciones de la rama militar del grupo, la FPLC. La organización está acusada de cometer masacres a gran escala contra civiles en la región de Ituri, en la República Democrática del Congo (RDC), en particular entre 2002 y 2003.
La guerra por los recursos en Ituri, en la que lucharon milicias como la UCP, se cobró la vida de más de 60.000 personas. Según la CPI, combatientes leales a Ntaganda cometieron “atrocidades” contra la población civil, como una masacre en un campo de banano cerca de la aldea de Kobu, en el noreste de la RDC, asesinando a al menos 49 personas, incluidos niños, con “cuchillos y machetes”. Ntaganda “dio ordenes de apuntar y matar a los civiles”, según el juez Robert Fremr.
“Yo soy un soldado, no un criminal”, aseguró el acusado ante la Justicia internacional. Aunque Ntaganda no era el jefe de más alto rango del grupo UCP -cargo que ocupaba Thomas Lubanga, condenado en 2012 a 14 años de prisión por la CPI- , el “Terminator” sí era una figura clave en la violencia utilizada por los combatientes de la UCP, según la Corte Penal, quien le mantiene entre rejas desde hace seis años, periodo que le será deducido de la sentencia.
El propio Ntaganda ha sido acusado de violar y mantener esclavos a niños menores de edad, mientras empleaba a otros, menores de 15 años, como niños soldado. Las atrocidades cometidas por sus hombres fueron detalladas por la Corte durante las sesiones judiciales. Tras años de búsqueda internacional, en 2013, solicitó personalmente la extradición ante la embajada de Estados Unidos en Ruanda, aceptando ser procesado por la CPI, lo que se llegó a interpretar como un intento de huir de la justicia de su país, donde se enfrentaba a la pena de muerte, castigo no aplicado por la CPI.
Sin embargo, después del conflicto en Ituri, Ntaganda, nacido en Ruanda en 1973, se integró en el Ejército congoleño y fue general entre 2007 y 2012. Ese año, desertó junto a cientos de soldados congoleños y pasó formar el grupo rebelde militar M23, que operaba principalmente en la provincia de Kivu del Norte, en este de la RDC, en un nuevo levantamiento contra el Gobierno del país. Según diferentes analistas, durante los últimos meses antes de entregarse, hubo una lucha de poder dentro de esta organización, que motivó amenazas vitales para Ntaganda.