El Servicio Secreto de EE UU pide ocho millones de dólares al congreso para hacer una réplica de la residencia presidencial con el fin de mejorar las medidas de seguridad.
Resulta que el Servicio Secreto necesita “un ambiente más realista” para entrenarse en la protección de la Casa Blanca, razón por la que ha pedido al Congreso de EE UU ocho millones de dólares para construir una réplica de la residencia presidencial y parte del perímetro que la rodea en el 1600 de la Avenida Pensilvania. La idea que se le ha quedado al mortal contribuyente es esta: el Servicio Secreto tiene problemas para proteger la Casa Blanca y la única solución que encuentra es construir otra.
Atónitos se quedaron esta semana parte de los legisladores que asistían a la audiencia del Comité de Gastos de la Cámara de Representantes cuando Joseph Clancy, director del Servicio Secreto —ese cuerpo de élite que supuestamente aceptaría recibir una bala para proteger la vida del presidente de EE UU—, reclamó semejante suma de dinero en un momento en el que los hombres que guardan al mandatario no tienen la mejor prensa.
“¿Quiere usted construir una réplica de la Casa Blanca de ocho millones de dólares exclusivamente para entrenar?”, preguntó perplejo Henry Cuellar, representante demócrata de Texas.
“Sí”, respondió Clancy.
“Tengo mis dudas”, replicó Cuellar. “Quiero ayudarle pero, no veo claro lo de gastar ocho millones”.
“Bueno, es que ahora entrenamos en un parking”, se justificó Clancy. “Colocamos una valla móvil que se asemeja a la de la Casa Blanca y recorremos la distancia entre esa valla y un edificio que existe pero no tenemos ni los arbustos ni las fuentes, no es una visión realista de la Casa Blanca. Incluso los perros entrenan en un terreno duro en lugar de hierba. Creemos que es importante una réplica de verdad”, finalizó el agente.
Arbustos, fuentes y hierba bajo las pezuñas caninas parecen que evitarían que, como sucedió hace medio año, un perro fuera noqueado por aquel intruso que burló todas las medidas de seguridad, francotiradores incluidos, y tras saltar la verja accedió hasta el interior de la residencia presidencial y alcanzó las oficinas del Ala Este antes de que un agente —que estaba de salida tras concluir su turno— le derribase.
En la actualidad, los agentes entrenan en Beltsville, localidad de Maryland a unos 30 kilómetros de Washington. Pero la petición, después de que dos agentes del cuerpo estrellaran la semana pasada su coche contra una barrera de seguridad de la Casa Blanca en total estado de embriaguez, dato que conoció Clancy varios días después de que sucediera, no ha caído bien en el Capitolio.
Para Harold Rodgers, representante republicano de Kentucky, es todo “una sandez” que retrasa tomar represalias contra los agentes que no han cumplido con su deber. “Desgraciadamente, estamos ante una larga lista de episodios relacionados con la bebida o con juergas escandalosas estando de servicio o fuera de él [recuérdese el caso de prostitución de Colombia hace unos años] que ha sufrido la agencia en los últimos años”, dijo Rodgers. “¿Tengo o no tengo razón, señor director?”, inquirió el de Kentucky.
“Siento disentir con usted”, dio por toda respuesta Clancy.
Si los Navy Seals contaron con la reproducción del recinto paquistaní en el que se refugiaba Osama Bin Laden para preparar el asalto contra el entonces enemigo público número uno de Estados Unidos, por qué el Servicio Secreto no va a poder tener su propia Casa Blanca para guardar al que se supone el hombre mejor protegido del mundo.