Un estudio muestra que los glóbulos blancos de personas ya contagiadas o que recibieron inyecciones de ARN pueden combatir las versiones mutantes del patógeno surgidas en el Reino Unido, Sudáfrica, Brasil y California.
Esta pandemia habría sido mucho más terrible sin el mayor aliado con el que cuenta la humanidad para vencer al coronavirus: el sistema inmune. Gracias a él la mortalidad de la pandemia es mucho más baja de lo que podría, incluso en las personas de mayor edad. Las vacunas, nuestra otra gran arma, no son sino un instrumento para despertar al sistema inmune y enseñarle a detectar y destruir al coronavirus allí donde se esconda.
Un nuevo estudio acaba de aportar buenas noticias sobre la eficacia inmunitaria tanto de las personas que ya han pasado una infección como las que han recibido la vacuna de ARN mensajero —Pfizer y Moderna—. El trabajo, dirigido por investigadores del centro de vacunas de La Jolla, en EE UU, muestra que el sistema inmune de estas personas genera diferentes tipos de glóbulos blancos que son capaces de neutralizar las variantes del coronavirus más preocupantes: británica, sudafricana, brasileña y la nueva versión detectada en California.
Estas nuevas formas del virus llevan varias mutaciones que lo hacen más contagioso y posiblemente más virulento. La variante británica —B.1.1.7— está presente ya en 100 países. En España su prevalencia va del 64% de los casos a solo el 4%, dependiendo de la comunidad autónoma. Un estudio preliminar publicado la semana pasada apunta a que en el Reino Unido la variante B.1.1.7 es hasta un 90% más contagiosa y ha producido un 58% más muertes. No está claro si esas muertes adicionales se deben a una virulencia adicional del coronavirus o más bien a una mayor incidencia que ha puesto más al límite a los hospitales británicos.
Estudios recientes en laboratorio usando sangre de pacientes han demostrado que algunas de estas variantes son capaces de escapar a la acción de los anticuerpos, las proteínas producidas por el sistema inmune encargadas de evitar la infección. Otros trabajos apuntan a que las vacunas pierden algo de eficacia contra las nuevas variantes. Por ejemplo, la de Novavax, aún no aprobada en Europa, tuvo un 89% de eficacia en un ensayo en el Reino Unido, pero apenas un 60% en Sudáfrica. La inyección de Janssen alcanzó una eficacia del 72% en EE UU, pero de solo el 57% en Sudáfrica. Este país ha suspendido la administración de la vacuna de Oxford y AstraZeneca tras observar una eficacia de apenas el 22% en un ensayo preliminar. Aun así, las vacunas sí parecen tener la misma efectividad contra las nuevas versiones del virus a la hora de evitar la covid grave y la muerte.
Los estudios mencionados se han centrado en estudiar los anticuerpos, que son solo una de las múltiples moléculas y células con las que cuenta el sistema inmune para frenar una infección o limpiar el cuerpo de virus. El trabajo de La Jolla se centra en dos efectivos del sistema inmune que son cruciales para que el organismo pueda orquestar una defensa completa. Se trata de dos tipos de glóbulos blancos llamados CD4+ y CD8+. El primero no sirve tanto para combatir al virus directamente como para dar órdenes a otras unidades del sistema inmune para que produzcan anticuerpos. También reclutan linfocitos citotóxicos capaces de identificar y eliminar las células ya infectadas. El segundo tipo de glóbulo blanco analizado produce moléculas antivirales que inhabilitan al patógeno y también puede matar a células contagiadas. La presencia de estas células en el organismo implica que la persona ha desarrollado una respuesta inmunitaria completa contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
El estudio, aún preliminar, ha analizado los niveles de estos dos tipos de glóbulos blancos en la sangre de 11 personas que se infectaron de coronavirus entre julio y octubre de 2020 —antes de que circulasen las nuevas variantes— y la de 19 personas que recibieron vacunas de ARN. Los resultados muestran que estos glóbulos blancos pueden neutralizar al virus “clásico” y a las cuatro nuevas variantes con gran efectividad.
“Estos datos suponen muy buenas noticias”, resume Alba Grifoni, coautora del estudio. “Los linfocitos reconocen tanto las variantes anteriores como las nuevas. Esto quiere decir que aunque no eviten que te infectes con el SARS-CoV-2, sí es plausible que te salven de sufrir covid grave”, resalta.
Este mismo equipo ya había demostrado que la inmunidad adquirida tras una infección dura al menos ocho meses y probablemente años. También sacaron a la luz casos de pacientes que a pesar de tener un defecto genético que les impedía producir anticuerpos pasaban infecciones muy leves debido a que su inmunidad celular funcionaba a la perfección.
Los resultados de este trabajo son compatibles con el futuro que se predice para este coronavirus: que a medida que más gente esté inmunizada bien por infección bien por vacunación el coronavirus irá convirtiéndose en un leve resfriado, como sucede con otros virus de esta familia. Esto puede obligar a actualizar las vacunas cada cierto tiempo, como ya sucede con la gripe. Los autores del trabajo apuntan a que tal vez sea necesario crear nuevas versiones de la vacuna que incluyan más antígenos —fragmentos del virus para entrenar al sistema inmune— y no únicamente la proteína S, que es la que el virus usa para entrar en las células, que es una de las que acumula más mutaciones potencialmente peligrosas.
“Hay que tener en cuenta que este estudio es aún preliminar y con un número de pacientes reducido, pero es a la vez muy detallado y lo respalda un grupo de científicos muy fiable”, opina Marcos López, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. “Los datos aportan optimismo y nos ayudan a entender por qué no se ha registrado una oleada de reinfecciones con las nuevas variantes. La mayoría de la gente vacunada no se está reinfectando. Estos niveles de linfocitos garantizan que no se sufra enfermedad grave”, añade.
“Estos datos son muy positivos porque suponen que la gente vacunada o la que ya se infectó con el coronavirus antes de que apareciesen las nuevas variantes están protegidas de una segunda infección”, resalta Eva Cáceres, jefa de inmunología del Hospital Germans Trías i Pujol. Estas buenas noticias tienen un lado algo menos positivo, pues si las variantes escapan a los anticuerpos esto puede suponer una mayor transmisibilidad e infectividad, aunque el virus no cause enfermedad en los ya inmunizados, añade. La pregunta que queda por responder es durante cuánto tiempo es inmune al virus una persona que ya pasó la infección o se vacunó.