El licenciado en Economía, Itai Hagman, habló esta mañana en la 99.9 sobre la necesidad de una reforma tributaria. Mientras lucha por llegar a tener su lugar en el Congreso, destacó que “en las campañas electorales suele haber un consenso respecto a este punto, pero pocas veces se realiza”.
Las reformas económicas son constantemente reclamadas por distintos sectores políticos, pero muy pocos llegan a sumar una propuesta constructiva en este sentido cuando consiguen tomar cargos públicos.
Quien está decidido a ir por ese camino e intenta ingresar en la Legislatura, es el licenciado en Economía Itai Hagman. Esta mañana en la 99.9 se refirió a la necesidad de una reforma impositiva y destacó que “en las campañas electorales suele haber un consenso respecto a este punto, pero pocas veces se realiza. Ahora se discute el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias o la renta financiera, es un tema que está en debate”.
Si bien las causas individuales son atendibles, reclamó por un trabajo general: “mas allá de los temas puntuales, debemos tener un abordaje integral. Tenemos un sistema tributario sumamente injusto y regresivo. El IVA es lo más regresivo, es un impuesto al consumo que pagamos todos por igual aunque tengamos actividades comerciales con una rentabilidad muy distinta. También hay otros, como el juego o la minería, que pagan muy poco”. Para colmo de males, y en detrimento de los beneficios al país, lo que se ha reformado no fue muy positivo: “hay reformas que se hicieron en las últimas décadas y son regresivas, como la eliminación del Impuesto a la Herencia durante la Dictadura Militar. En el gobierno de Menem se redujeron los aportes patronales para las jubilaciones de los trabajadores”.
El objetivo que plantea el economista es que se reforme el sistema impositivo con un sencillo slogan: “que paguen más, los que más tienen”. “Se puede hacer una reforma progresiva para que paguen más los que más tienen y no se castigue el consumo como ahora o a los propios trabajadores. Esto resolvería muchos problemas. No es solo un tema de justicia distributiva-impositiva, tiene que ver con problemas puntuales como la inflación, la salud, la educación; tiene que ver con problemas concretos”, resaltó.
La falta de análisis global es una constante en la toma de decisiones de nuestro país; y en materia impositiva, eso trajo efectos negativos: “hay muchas situaciones arbitrarias. Tenemos un sistema que se armó medio a los ponchazos y no está diagramado de acuerdo a un análisis real de cada una de las actividades económicas del país y sus impactos. Cuando uno grava el consumo, tiene un impacto importante en el conjunto de la economía, no solo en el bolsillo de uno, sino en la actividad en general”.
Refiriéndose a las medidas que podrían tomarse para que la recaudación crezca, Hagman indicó que “poniendo las contribuciones patronales que quitaron Menem y Cavallo, aplicándolas solo a las grandes empresas, el Fisco recaudaría 100 mil millones de pesos más por año. En actividades como la gran minería, también. Con eso se podría financiar una reforma tributaria para bajar el impuesto al consumo o para casos como el 82% móvil”. Su deseo de llegar al Congreso está directamente ligado con la necesidad de hablar de esa reforma, por eso recordó que “en campaña electoral, todos hablan de la reforma tributaria alegremente porque queda bien decirlo, pero a la hora de trabajarla en el Congreso aparecen intereses que no se quieren afectar o el conflicto con la caja del Estado. En Argentina hace falta una reforma porque hace a la desigualdad que tenemos”.
Aunque se debe mejorar la recaudación tanto en cantidad como en calidad, no menos importante es la necesidad de disponer de ese dinero para los fines justos: “también tenemos el problema de qué se hace con el dinero recaudado. Definir en qué se usa la plata debe ser parte de la discusión de este sistema. El problema no es solo la corrupción de los funcionarios públicos, hay que decir que entre 2010 y 2011 de Argentina se fugaron 65 mil millones de dólares; eso lo fugó el sector empresario sobre todo, que realizó grandes negocios y en vez de invertir decidieron sacar el dinero del país, eso hace mucho daño. Es un comportamiento sistémico del sector empresario y excede a un funcionario que se queda con un vuelto”.
Está claro que recursos hay y que se debe modificar algo en pos de un país mejor: “lo que no se puede decir en Argentina es que es un país que no tiene con qué. Sucede que los recursos están puestos en una lógica que va en contra de los intereses del país y la sociedad. No es algo de un gobierno, es algo estructural de la economía porque venimos hace décadas con este problema”.