La concesión de este galardón corre el riesgo de enfurecer a las autoridades chinas.
Ilham Tohti, intelectual de la etnia ‘uigur’ encarcelado de por vida en China por oponerse a las represivas políticas de Pekín en la conflictiva región de Xinjiang, ha recibido hoy el premio Martin Ennals 2016, un reconocimiento con el que sus defensores esperan llamar de nuevo la atención sobre un caso que en el pasado provocó una fuerte condena internacional.
Catedrático de la pequinesa Universidad de Minzu, este intelectual chino fue condenado a cadena perpetua en 2014 acusado de separatismo por un tribunal de Xinjiang, región noroccidental de la que procede y donde habita la mayor parte de su etnia, que dice sentirse discriminada en el país frente a los ‘han’, la etnia mayoritaria en China.
Durante su carrera docente, este hombre de 46 años al que apodan el ‘Mandela de China’ se alzó como la voz moderada de los ‘uigures’, cuya región ha sido testigo de repetidos brotes de violencia y disturbios étnicos, ya que trató de tender puentes desde la tribuna que le proporcionaba la universidad y a través de una página web de su creación. Gracias a ella, consiguió abrir un interesante debate publicando artículos y fomentando la interacción con chinos de todo el país, sin apoyar el separatismo y rechazando la violencia en todo momento.
En un comunicado, la Fundación Martin Ennals reconoció que Tohti ha pasado dos décadas tratando de “fomentar el diálogo y el entendimiento” entre las etnias ‘uigur’ y ‘han’. “Sigue siendo una voz que apuesta por la moderación y la reconciliación a pesar de cómo ha sido tratado”, añadía el texto.
Esta imagen choca con la que han tratado de ofrecer las autoridades chinas, que han catalogado a Tohti como un peligroso separatista y “un erudito convertido en criminal” que predica “el odio y la muerte”.
Sin embargo, Dick Oosting, presidente de la fundación que concede el premio, rechazó esta caracterización y acusó a Pekín de tratar de silenciar a un defensor pacífico de los derechos de los ‘uigures’. “La verdadera vergüenza de esta situación es que, al eliminar la voz moderada de Ilham Tohti, el Gobierno chino está abonando el terreno para el extremismo que dice que quiere evitar”.
Muchos ‘uigures’ se quejan de que las políticas del gobierno comunista y el masivo flujo de inmigrantes de la etnia ‘han’ a la región de Xinjiang suponen una amenaza para su cultura y les margina a nivel económico y social. Estos sentimientos han ocasionado esporádicos brotes de violencia, incluyendo las protestas que dejaron varios muertos en la capital de la región, Urumqi, en 2009.
‘El Nobel de los derechos humanos’
Este prestigioso galardón, concedido por Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otras ocho organizaciones, es conocido como el ‘Nobel de los derechos humanos’, y se cree que su concesión a Tohti corre el riesgo de enfurecer a las autoridades chinas, que ya reaccionaron airadamente a la concesión de otros premios como el Nobel de la Paz de 2010 al disidente Liu Xiaobo o el Premio Sarajov al activista Hu Jia en 2008.
Pese a que el Gobierno chino no se ha pronunciado al respecto, se espera que vuelva a denunciar la concesión de este reconocimiento como parte de un complot extranjero que pretende manchar la reputación de China y socavar la autoridad de Pekín.
“El premio no solo reconoce debidamente el valiente trabajo del profesor Tohti y su promoción de los derechos de las minorías y el diálogo entre los han y los ‘uigur’. También subraya los castigos cada vez más duros con los que el Gobierno chino reprime a sus críticos”, declaró Maya Wong, investigadora de HRW en Hong Kong. “En lugar de reaccionar con enfado a la noticia, el Gobierno chino debería liberarlo y revertir su política represiva en Xinjiang”.
Nacido en 1969 en Artush, una ciudad fronteriza con Kirguistán, Tayikistán y Pakistán, Tohti se trasladó con 16 años a Pekín para continuar sus estudios y convertirse más tarde en profesor de economía en la Universidad de Minzu, institución especializada en las minorías étnicas.
Como académico, escribió profusamente sobre las tensiones políticas y sociales que padecía Xinjiang, y en 2006 lanzó su web ‘uyghurbiz.net’ para promover el debate sobre estos asuntos. La vigilancia y supervisión sobre su trabajo se intensificó tras las sangrientas protestas de 2009 en Xinjiang, situación que se agravó en 2014 con la declaración de la “guerra contra el terror” lanzada por Pekín como respuesta a una serie de ataques relacionados con la región. Ese mismo año, Tohti fue detenido en su casa pequinesa y llevado a su provincia natal, donde fue condenado en septiembre tras un juicio de dos días.
Para Nicolas Bequelin, director de AI en Asia Oriental, con aquella condena “a un crítico moderado y constructivo”, el partido comunista chino “reveló su temor a que cualquier discusión sobre la situación de los ‘uigures’ en China inevitablemente llame la atención sobre sus políticas extraordinariamente represivas”, señaló al diario ‘The Guardian’. “Estas medidas han producido resultados desastrosos, incluyendo un aumento de la polarización y de la violencia en los últimos años, justo el peligro que Ilham Tohti estaba tratando de evitar”.
Además del ‘uigur’, en la lista de candidatos al premio se encontraba Razan Zaitouneh, activista sirio que desapareció en Damasco en 2013, y un grupo de blogueros etíopes conocidos como Zone9. El premio a Tohti supone un espaldarazo a su candidatura al Premio Sajarov que concede el Parlamento Europeo, cuyo ganador se conocerá el próximo 27 de octubre.