Oscar López Rivera, líder de la desaparecida FALN, lleva tres décadas y media en prisión. Terrorista para unos, preso político para otros, se ha convertido en la última decisión de Obama.
Barack Obama hace las maletas. Apagará por última vez las luces de la Casa Blanca el próximo 19 de enero. Los cajones del despacho oval se vacían poco a poco a la espera de Donald Trump, el nuevo inquilino del número 1600 de la calle Pensilvania de Washington. En el escritorio presidencial queda todavía un polvoriento y vetusto expediente por despachar. La última decisión del presidente saliente: el indulto de un preso septuagenario encerrado en la cárcel de Terre Haute, en Indiana.
La ficha es concisa. Nombre: Oscar López Rivera. Edad: 72 años. Nacionalidad: puertorriqueña. Condenado en 1981 a 55 años de prisión por conspiración sediciosa, uso de fuerza para cometer robo, portación interestatal de armas y conspiración para transportar explosivos con la intención de destruir propiedad gubernamental. Cargos acumulados en el contexto de su liderazgo en la desaparecida Fuerza Armada de Liberación Nacional (FALN) de Puerto Rico. Pena adicional de 15 años por intento de fuga en 1988.
El expediente le quema en las manos a Obama. López Rivera, terrorista para algunos, preso político para otros, se ha convertido en el protagonista de sus últimos días de presidencia. Quienes buscan su excarcelación saben que están ante una de las últimas posibilidades de conseguir el objetivo. Trump podría no ser tan indulgente como el hasta ahora líder estadounidense.
Por eso han actuado. La plataforma online gubernamental ‘We The People’ ha recibido más de 100.000 firmas en menos de 30 días solicitando su excarcelación tras 35 años de cautiverio, 12 de ellos en régimen de aislamiento. El aluvión de rúbricas ha posibilitado una escueta respuesta oficial de la Casa Blanca: “Las solicitudes de clemencia ejecutiva para delitos federales deben ser dirigidas al Abogado de Indultos, quien lleva a cabo una revisión e investigación, y prepara una recomendación del Departamento de Justicia para el Presidente” enuncia la misiva oficial. Suficiente, para muchos. Obama sigue estudiando la petición, interpretan.
No condenado por delitos de sangre
“Sea cual sea su posición en relación a los errores de López Rivera, podemos concluir con seguridad que ha cumplido su condena”, subraya la petición oficial al presidente. El famoso preso no fue sentenciado por delitos de sangre. Esa es la principal baza esgrimida por sus seguidores para solicitar el indulto.
López Rivera fue detenido durante un control de tráfico. Se le identificó como uno de los líderes del FALN, grupo responsable de más de 120 atentados con bomba en los EEUU de los 70. Unos meses antes habían sido detenidos once de sus compañeros. El grupo, extinguido en 1983, reclamaba la independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos desde un prisma marxista-leninista. La isla fue invadida por Washington durante la guerra hispanoamericana de 1989. Desde entonces está controlada por los estadounidenses. Los puertorriqueños pueden votar en las primarias de los grandes partidos norteamericanos y pueden servir y ser reclutados por el ejército de EEUU, pero no pueden votar en las elecciones presidenciales si no residen en el territorio continental. Tampoco tienen representantes ni en el Senado ni en el Congreso. El FALN luchaba contra ese estatus, conocido oficialmente con el nombre de Estado Libre Asociado.
Las autoridades no hallaron, sin embargo, evidencia alguna de la participación personal directa de López en los atentados. “Es importante reconocer que las bombas plantadas en el área de Chicago -que fueron la única base para el arresto y condena original de López Rivera- no resultaron en la muerte o daño de persona alguna. Como reconoce un editorial de 1980 en el ‘Chicago Tribune’, las bombas fueron ‘colocadas y programadas para dañar a la propiedad en lugar de a las personas’”, señala el congresista demócrata de origen puertorriqueño Pedro Perluisi en su escrito de solicitud de indulto.
“Llora ante los ojos de Dios”
No es el único miembro del partido de Obama defensor de su excarcelación. López Rivera tiene un poderoso aliado en la bancada demócrata: Bernie Sanders. Ni más ni menos que el político que le disputó a Hilary Clinton la candidatura presidencial. “Óscar López Rivera ha servido 34 años en prisión por su compromiso con la independencia de Puerto Rico. Yo le digo al presidente Obama: Déjelo salir”, escribió en Twitter el pasado mayo. Recientemente ha enviado una misiva al presidente pidiendo de nuevo la excarcelación.
“Todos los sectores políticos de Puerto Rico han suscrito la petición de indulto y han expresado de distintas formas su solidaridad con el caso”, explica a El Confidencial el cineasta boricua Tito Román Rivera, defensor del perdón a López Rivera.
En efecto, los gobernadores saliente y entrante de la isla han remitido misivas a Obama pidiendo el indulto presidencial. “Llora ante los ojos de Dios que el país líder del mundo libre, que es Estados Unidos, tenga injustificadamente una persona presa por tantas décadas”, señaló el hasta ahora gobernador Alejandro García Padilla, defensor del Estado Libre Asociado contra el que luchó el preso boricua.
“Debido a la edad del señor López, su situación de salud, y su deseo de regresar a casa, pensamos que debe ser perdonado por los delitos que cometió. Oscar López ha cumplido ya 35 años en prisiones federales por ofensas no violentas”, escribió por su parte el nuevo líder isleño, Ricardo Roselló, acérrimo partidario de la unión de pleno derecho de la isla con EEUU.
“Podríamos decir que actualmente el caso de Óscar López Rivera es la única causa en la que Puerto Rico está unido”, subraya el cineasta Tito Román. A la petición de indulto se han unido el Premio Nobel sudafricano Desmond Tutu, el expresidente uruguayo Enrique Múgica y también el expresidente español Felipe González.
¿Un cambio por Leopoldo López?
La mayor apuesta la hizo el presidente venezolano Nicolás Maduro. Propuso liberar al líder opositor de su país, Leopoldo López, preso desde el 18 de febrero de 2014, a cambio del indulto al reo boricua: “La única forma de que yo usara las facultades presidenciales que tengo para liberarlo (a Leopoldo López) es para montarlo en un avión que vaya a los Estados Unidos, lo deje allá y me entreguen a Óscar López Rivera. Pelo a pelo, hombre a hombre”, dijo Maduro en enero de 2015. La propuesta provocó la crítica del opositor venezolano: “Deja en evidencia que él controla todo el proceso judicial en mi contra”, señaló.
También personalidades de la cultura boricua han expresado su apoyo al indulto de López Rivera. Entre ellos se encuentran Ricky Martin y René Pérez, vocalista del grupo Calle 13. Otro de los peticionarios es el principal sindicato de EEUU, AFL CIO. Emitió la pasada semana un comunicado en reclamo de la excarcelación y calificando a López como ‘preso político’: “lleva encarcelado ocho años más que Mandela”, señaló la organización, con más de 12 millones de miembros.
Quienes defienden en EEUU la libertad del reo boricua destacan la Estrella de Bronce conseguida por López Rivera en la guerra de Vietnam. “Fue condecorado por el mismo gobierno que hoy lo mantiene preso por no renunciar a la lucha por la independencia”, expresa el cineasta Tito Román. El secesionista puertorriqueño dejó la isla a los nueve años rumbo al continente y fue reclutado por el Ejército a los 18. También se valora su aporte a las comunidades puertorriqueñas de Chicago en su etapa como activista social tras volver del conflicto asiático.
“No debe ser liberado”
La moneda tiene dos caras. También hay críticas al posible indulto del independentista boricua: “No debe ocurrir. Rivera ha rechazado durante décadas admitir o responsabilizarse de los numerosos ataques terroristas del FALN bajo su guía. Tampoco ha expresado ningún arrepentimiento. Nunca, además, ha cooperado con las autoridades”, escribió recientemente en su blog la analista política norteamericana Liz Peek.
“Las FALN no solo estuvieron tras numerosas bombas colocadas con el objetivo de matar y mutilar americanos, sino que también ha perpetrado secuestros, huidas carcelarias, incendios y los asaltos armados a las campañas del Partido Demócrata en Chicago y del Republicano en Nueva York”, añade.
También se oponen al indulto muchas de las víctimas del atentado perpetrado en 1975 contra el restaurante Fraunces Tavern de Manhattan. Una bomba mató a cuatro personas e hirió a más de cuarenta. El golpe fue reivindicado por la FALN. Nadie ha sido, a día de hoy, condenado por la colocación del artefacto explosivo. Una nota del grupo independentista justificó la acción como respuesta a una “bomba ordenada por la CIA” que mató a dos personas, un mes antes, en un restaurante de Mayaguez, al oeste de Puerto Rico. Las familias de los asesinados en Nueva York critican que López Rivera no haya colaborado para encontrar y llevar ante la Justicia a quienes perpetraron el atentado.
Acudieron, en 2011, a una vista oficial donde se iba a decidir la salida en libertad condicional de López Rivera: “Estábamos dispuestos a perdonarle y hallar algún tipo de acercamiento, pero en vez de mostrar remordimiento, mintió, se ofuscó, habló en círculos y negó aserciones obvias como su pasado violento y su liderazgo de la FALN. Ciertamente no merece la consideración presidencial”, expresa una carta firmada por varias víctimas y dirigida a presidente saliente. La condicional fue entonces denegada.
Rechazó un indulto de Clinton
Ahora tiene otra oportunidad. No es nueva. Obama no sería el primer líder norteamericano en perdonar al independentista boricua, en caso de firmar finalmente la excarcelación. Bill Clinton ya conmutó en 1999 las sentencias de 11 convictos de la FALN. Extendió también el indulto López Rivera.
La decisión fue muy criticada entonces. Sorprendente fue también la decisión del independentista boricua. Desechó el ofrecimiento de libertad. Se negó a aceptar su indulto si no se ampliaba a todos sus compañeros. Habría tenido, con todo, que pasar diez años más en la cárcel. La paradoja se ceba ahora con el independentista puertorriqueño. Todos sus antiguos camaradas de las FALN convictos en cárceles estadounidenses llevan ya varios años en libertad. Incluidos aquellos cuyo indulto defendió poniendo el suyo mismo sobre la mesa. Hacen campaña por su libertad.