La ausencia de Emanuela, la hija de 15 años de un funcionario del Papa Juan Pablo II, originó una amplia cadena de teorías conspirativas que involucraban a la mafia, las finanzas y el clero.
El Vaticano autorizó excavaciones en un pequeño cementerio interno en busca del cuerpo de una adolescente desaparecida hace 36 años en el corazón de Roma. Se trata de Emanuela Orlandi, por entonces de 15 años, hija de un funcionario de de la Prefectura de la Casa Pontificia, que vivía con su familia dentro de las murallas del Vaticano.
La chica fue vista por última vez el 22 de junio de 1983 cuando se dirigía a la escuela de música de San Apolinar, en el centro de Roma. Su desaparición originó una amplia cadena de teorías conspirativas que involucraban a la mafia, las finanzas y el clero. Cada vez que se encuentran huesos humanos en dependencias vaticanas en Roma se sospecha que pueden ser de Emanuela, cuya familia no dejó nunca de buscarla y cree posible de que sus huesos se encuentren enterrados en El Vaticano. La adolescente era hija de un empleado del Vaticano que trabajaba directamente con el Papa Juan Pablo II -el polaco Karol Wojtyla-, y se pensaba que la podían haber secuestrado para extorsionar a la Santa Sede. La adolescente fue relacionada con la CIA, la KGB, la mafia siciliana, los agentes búlgaros e incluso con el intento de asesinato del papa Juan Pablo II en 1981 por parte del turco Ali Agca.
La Oficina para la Promoción de Justicia de la Corte de Estado de la Ciudad del Vaticano ordenó la apertura de dos tumbas del cementerio Teutónico, ubicado en el mismo lugar donde en tiempos del imperio Romano estuvo el Circo de Nerón, sitio de martirio para los primeros cristianos. “La decisión está relacionada con los archivos abiertos luego de una queja de la familia de Emanuela Orlandi que, como se señaló, en los últimos meses, informó, entre otras cosas, de la posible ocultación de su cuerpo en el pequeño cementerio ubicado dentro del territorio del Estado del Vaticano”, explicó Alessandro Gisotti, director de la oficina de prensa de la santa Sede citado por Ansa.
La apertura de las dos tumbas se llevará a cabo el 11 de julio en presencia de familiares de las personas que están sepultadas en ellas. “Realmente me gustaría agradecer al secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, por tanto coraje en la apertura de esta investigación y en la decisión de abrir las tumbas. Y también al comandante Domenico Giani me gustaría agradecerle, entendí Que existe la voluntad de aclarar todo”, comentó el hermano de Emanuela, Pietro Orlandi.
La familia Orlandi recibió una carta anónima que incluía una foto de una tumba en el cementerio teutónico con la frase “busque donde indica el ángel”. El informante dijo que los investigadores deberían indagar en el lugar hacia donde apunta la estatua de un ángel (que sostiene una hoja con las palabras en latín ‘Requiescat in pace’) en el cementerio. Debajo se encuentra una inscripción dedicada al príncipe Gustaf von Hohenlohe, que en 1857 fue nombrado arzobispo por el papa Pío IX.
“Después de algunas investigaciones se descubrió que la tumba fue abierta al menos una vez y que la datación de la estatua es diferente a la de la losa, y también encontraron algunas personas que hablaban de la posibilidad de que los restos fuesen escondidos en el cementerio teutónico, por lo que decidieron pedir al Vaticano su apertura”, explicó la agencia. “Después de 35 años de falta de colaboración, el inicio de una investigación es un cambio importante”, aseguró Pietro Orlandi. “Esperemos que llegue el momento de la verdad y de la justicia para Emanuela”.
Otra teoría que circuló durante años es que la desaparición fue cosa de la banda de la Magliana, la mafia de Roma en los años 70 y 80. En el 2012 hallaron restos óseos sin identificar junto a la tumba de Enrico De Pedis, el jefe del clan, que donó una enorme cantidad para que le enterraran en la cripta de la basílica de San Apolinar, justo al lado de la escuela de música. La novia de De Pedis, Sabrina Minardi, sostuvo ante un juez que el mafioso la había matado por órdenes del expresidente del Banco Vaticano Paul Marcinkus, que quería “dar un escarmiento a alguien”.
La policía italiana exhumó la tumba del mafioso, asesinado en 1990, y los huesos que encontraron cerca para comprobar si eran los de Orlandi, descubriendo que no. Años más tarde, el periodista Emiliano Fittipaldi publicó un documento obtenido en una caja fuerte del Vaticano que sugería que la Santa Sede estaba implicada en la desaparición, que ella seguía viva. El Vaticano lo tachó de “falso y ridículo”.